¿Modelo Altagraciano en el turismo?

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EL AUTOR es economista. Reside en Santo Domingo.

Por ANDRES DAUHAJRE HIJO

En toda la región del Caribe nos miran con envidia. ¿La razón? El extraordinario desempeño del turismo. Casi 6 millones de turistas arribaron al país en el 2016, casi cinco veces el total de los que nos visitaron en 1990.

Mientras Bahamas, Puerto Rico y Jamaica enfrentan una caída, estancamiento o muy lento crecimiento en la llegada de turistas, República Dominicana exhibe un crecimiento sólo comparable al de Cuba, estimulado este último por el efecto nostalgia y el restablecimiento de relaciones entre EE UU y Cuba.

Hace 36 años contábamos con 5,394 habitaciones hoteleras. El año pasado cerramos con 74,981. Lideramos la región del Caribe en ocupación hotelera, registrando el año pasado un 78%, entre 18 y 20 puntos por encima de México, Bahamas y Cuba.

De US$173 millones que generó el turismo en 1980, el año pasado percibimos US$6,722 millones. Mientras en el 2012, los ingresos del turismo representaron 36% del total de los ingresos de divisas del país, incluyendo en este el neto generado por las zonas francas, el año pasado su participación llegó al 50%. En el 2016, el empleo directo e indirecto generado por el sector turismo alcanzó 315,000 personas, casi 16 veces el nivel de 1980.

Alguien que no conozca el sector podría pensar que lo sucedido con el turismo en República Dominicana es una especie de milagro, derivado quizás de la protección de la Virgen de la Altagracia. Más aún si se tiene en cuenta que ha sido la provincia de nuestra más venerada Virgen, la geografía de mayor dinamismo turístico: sus 38,000 habitaciones gozaron en el 2016 de una ocupación de 85.4%, la más alta del país. Un resultado nada casual: 58 de cada 100 de los turistas que nos visitaron en el 2016, llegaron por el Aeropuerto Internacional de Punta Cana, considerado por los expertos en administración aeroportuaria, como uno de los tres más rentables del mundo.

POR QUE HA SUCEDIDO?

Marina de Casa de Campo
Marina de Casa de Campo

Lo que ha sucedido con el turismo en el país nada tiene que ver con milagros ni consecuencias previsibles del Modelo Altagraciano. Es el resultado de la confluencia de playas espectaculares, la calidez incomparable del dominicano, y los estímulos que ha brindado el Estado dominicano al sector en forma de bondadosas exenciones y tratamientos tributarios, gigantescas inversiones en infraestructura vial, cuantiosas inversiones en promoción turística del país en el exterior vis-a-vis la bajísima recaudación fiscal y niveles de criminalidad más bajos que los que enfrentan competidores como Jamaica, Bahamas, Puerto Rico y México.

Todo lo anterior ha creado un ambiente extraordinariamente atractivo para que inversionistas extranjeros y nacionales hayan apostado por una segura y altamente rentable inversión en el sector turismo de la República Dominicana. La inversión española, dueña del 51% de los hoteles radicados en el país, se enorgullece de su decisión de inversión en la industria turística del país, pues no hay otra geografía en la región dónde se pueda recuperar totalmente la inversión en 3.5 años.

No me detendré en ponderar los atractivos de la costa dominicana y sus 326 playas. El que tenga dudas, revise el monumental esfuerzo realizado por Domingo Marte y recogido en Ecos de la Costa: Travesía por el litoral marino dominicano, libro publicado por el Banco Popular. Tampoco lo haré para ahondar en algo que los turistas que han visitado también Jamaica, Bahamas y Cuba reconocen y valoran: la insuperable calidez del servicio de los dominicanos que trabajan en la industria hotelera.

PAPEL DEL ESTADO

El Estado dominicano ha contribuido, como ningún otro de la región, al desarrollo del sector turismo, ofreciendo exenciones y tratamientos tributarios sin precedentes. A los hoteles se les exonera todo, incluyendo el impuesto sobre la renta durante los primeros 15 años (Ley 195-13).

Los acogidos a leyes de incentivos anteriores y que habían agotado el período de exención de 10 años o están próximo a hacerlo, sobre la base de remodelaciones, pueden solicitar 15 años más. Como si esto fuera poco, el Gobierno les permite a los dueños de los hoteles retener como beneficio una parte considerable del Itbis que pagan los turistas.

¿Por qué? Porque gracias al Acuerdo de Precios Anticipados entre la DGII y Asonahores, vigente desde el 2013, a hoteles que cobran al turista US$350 por noche-persona (todo incluido), se les autoriza a liquidar el Itbis a la DGII como si el turista hubiese pagado US$75.

Lo anterior explica por qué se da en el país un fenómeno desconocido en el resto de esta Galaxia: una creciente inversión en hoteles coexistiendo con una industria hotelera que de manera consolidada declara pérdidas ante la DGII. Las pérdidas registradas por los hoteles en el país en el período 2007-2015 alcanzaron RD$49,316 millones.

Explica también por qué en el período 2013-2016, la inversión pública en infraestructura vial en beneficio del turismo y promoción turística en exterior han representado el 295% y 42%, respectivamente, del total del impuesto sobre la renta pagado por el sector hotelero, los ratios más altos del mundo.

Lo que la teoría económica no puede explicar es el porqué si nuestros hoteles pierden tanto dinero, nuestros bancos, al final del 2016, mantenían préstamos a los hoteles por RD$42,660 millones. Esto último solo podría explicarlo el Modelo Altagraciano.

jpm

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