Metáforas y repostulación

La reelección es una  coyuntura política que no permite parábolas, ni reflexiones, sino que se impone con un manotazo sobre la mesa, aplastando y concertando. Siempre la reelección es un camino de fuerzas, donde se tiene que vencer a los amigos internos y a los enemigos externos.
La repostulación o reelección en la República Dominicana nunca se ha impuesto con palabras simples, o con el accionar de terceros, levantando pancartas en las calles.
Con la reelección se debe hablar claro, ¡quiero cuatro años más!, porque los sectores que se pueden conquistar, militantes de otros senderos, para comprometerse necesitan escuchar a la cabeza de grupo.
El primer escollo que tiene que vencer la posible reelección, es llegar a acuerdos con Leonel Fernández. No podrá mantenerse en el poder el Partido de la Liberación Dominicana sin una concertación entre Danilo y Leonel.
De esa concertación se puede dar la reelección, o que se postule a Leonel, y hasta el dedo podría llegar a uno de los precandidatos. Pero ninguna de las opciones podría tener un cuño de triunfadora sin acuerdo entre los dos líderes peledeistas.
Entre los dirigentes medios y de base hay la idea de que se tiene que aplastar al contrario. Es una forma de pensar en el cheque mensual, ya que con menos acuerdos habrá más empleos. Las bases nunca piensan, y del hombro para arriba solo tienen el aire, prestando su cabeza al líder de ocasión.
El PLD tiene  fragilidades que le impiden el aplastamiento interno. Tiene que readecuar sus fuerzas, primero del liderazgo máximo y luego de las tendencias minúsculas, que buscan su posicionamiento interno.
En el mensaje de rendición de cuentas del pasado 27 de febrero, el tema de la reelección no fue tratado. Se dijeron dos o tres frases sueltas, que analistas políticos interpretaron, pero que nadie puede  señalar con claridad cuales fueron sus intenciones. Cuando en política se tome el ejemplo de los sermones religiosos, hablando mediante metáforas, se toma un camino equivocado.
Con una oposición menguada, es decir con el Partido Revolucionario Dominicano dividido, y un naciente Partido Revolucionario Moderno con fuerzas no demostradas, se necesita una tormenta política para obtener un primer lugar.
Ni un milagro, y  en la política no se dan milagros, porque hay que ver para creer, podría llevar a uno de los grupos emergentes, rabizas de los sectores tradicionales, a ganar el venidero certamen electoral.  El Partido Reformista Social Cristiano, un cuarto lugar, sin fuerzas ni siquiera para llevar candidatos propios, los cuales declinarán al doblar la curva final.
 Por cualquier lado que se busque solo la unidad garantiza una victoria electoral, sea en cualquiera de los tres partidos mayoritarios. Todos están en la espiral de la división y la exclusión, por lo que para ver al ganador hay que sentarse a esperar quien sale con el sable ensangrentado, por delante  de  los cadáver de  los que se descuartizaron entre si. Un viejo proverbio árabe es bueno y válido para las elecciones dominicanas: Cuando vez pasar el cadáver de tu enemigo, pon en remojo tus barbas.
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