Más solidaridad, por favor
Tal vez la prisa con la que vivimos nos impida ver e ir más allá de la rutina aplastante y hasta obviar cuestiones comunes, pero que cambian vidas y reafirman nuestra condición humana
La solidaridad no es reflejable solo en acciones grandes. El poder de lo simple impacta, arropa, abarca y describe la naturaleza de quienes lo asumen y lo practican
Así, acciones como ceder el asiento a personas en situación vulnerable, amplían nuestra dimensión de lo que es y debe ser el mundo
Pero a veces resulta tan difícil practicar estas sencillas formas de generosidad. Por eso, quizás tanta gente permanece sentada, incluso en asientos preferenciales, mientras un viejito, una embarazada, un discapacitado o un niño están de pie
Los que peor la llevan son los hombres. Es raro que pidan el asiento, aunque cumplan con los requisitos para ocupar los especiales y para que cualquier buen samaritano le ceda uno común
Encima, el desprendimiento pocas veces llega a tocar el alma como para que sin que el afectado lo pida, alguien lo ofrezca
Esto es igual parte del sistema impuesto en el que el varón es visto como ese individuo que puede aguantar, sin chistar, cualquier eventualidad y comprueba que los hombres también son víctimas del machismo.
Algunos arguyen que en Europa y Estados Unidos a las embarazadas, por ejemplo, no es obligatorio darles el asiento. Es cierto, pero la solidaridad debe estar por encima de cualquier disposición legal
Tal vez por eso, la violencia y la delincuencia sean tan altas en esas zonas, porque hay gente que ha perdido la capacidad de entrega, el amor por la humanidad y poco le importa entrar a una escuela llena de niños y dispararles.