Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa no merece que los dominicanos le entreguen un reconocimiento. Puede ser un escritor laureado, y lo reconocemos, pero los dominicanos no le debemos nada. Por el contrario son lacerantes sus trabajos que tocan al país.
Es una ofensa al pueblo dominicano que en la Feria del Libro se otorgue un galardón a Vargas Llosa. Las prendas intelectuales de la mujer o el hombre no están por encima de su ser y accionar social. Es un buen escritor, pero un mal representante de los anhelos y esperanzas de los hombres de este continente.
Si los organizadores de la Feria del Libro desean reconocer a Vargas Llosa, que se den un viaje a España, porque en la República Dominicana no se puede preparar un homenaje de esa naturaleza.
Una acción cultural tan frágil como la Feria Internacional del Libro no debe jugar con un detonante que la puede sepultar. Es una locura, una falta de tacto, una irresponsabilidad, tratar de mantener el homenaje a Vargas Llosa como una de las principales actividades de este evento anual.
Hace varios meses la Feria del Libro tuvo que ser pospuesta, por la repulsa del pueblo a la medida de galardonar a Vargas Llosa en territorio nacional. Un intelectual con una postura en lo referente al caso haitiano y a la historia dominicana, que parece ser un agente destructor, antes que un educador.
Muchos intelectuales dominicanos y figuras de menor nivel tienen como su modo de vivir la genuflexión y el doblar las rodillas ante las figuras internacionales. No puede ser así. El respeto se gana con una trayectoria de trabajo, de compromisos, y educar en una mejor visión del mundo.
Siempre hemos dicho que las ideas se combaten con ideas. El contenido de las novelas y los artículos de Vargas Llosa, tienen que ser enfrentados en el plano literario. Ahora, darle un premio a nombre del pueblo dominicano es inaceptable y todos tenemos el derecho de oponernos a esa medida.
Que se retire este premio de la agenda de la Feria Internacional del Libro. Una fiesta de la cultura no puede ser empañada por decisiones afiebradas, muestras de debilidades y adulonerías, de un jurado que falló al momento de dar reconocimiento a una trayectoria de vida, a un personaje que nunca le ha interesado la suerte de nuestra tierra ni el provenir que nos aguarda.
jpm