Marino Zapete y la libertad de prensa

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EL AUTOR es periodista. Reside en Nueva York.

El papel  de la prensa independiente  es fundamento de la democracia. Es oxígeno  por donde los pueblos respiran libertad y desahogan muchas de sus más grandes frustraciones. Tras la caída de la dictadura trujillista en 1961, la República  Dominicana respiró aire puro y puso fin al miedo.

El pueblo llano dejó de hablar bajito, en secreto, para hacer críticas fuertes  al Gobierno.  Terminó la era de la intolerancia dictatorial, que tiene siempre como norte  la represión  de las voces disidentes, y en ese tenor irremediablemente la prensa crítica tiene que ser silenciada.
En la era postrujillista podemos resaltar los hechos más negativos, que culminaron  con el asesinato  de periodistas tan brillantes como Gregorio Garcia Castro y tan emblemáticos como Orlando Martinez, en medio del más ferreo  combate por la defensa de la libertad , el derecho a hablar, a disentir y defender una mejor vida para todos.
Aquellos  hechos  ocurrieron en el marco de una represión politica bárbara.  Las muertes, atropellos y desapariciones  crearon un clima  de indignación nacional que lejos de alcanzar el propósito de consolidar el regimen terminó  poniéndole  fin. La  era del crimen y el abuso de poder concluyó con la caída de Joaquin Balaguer  en 1978 derrotado en las urnas.  
El concurso de la prensa libre e independiente fue decisivo  con toda una generación de comunicadores profesionales y medios  responsables que jugaron su papel en esa oscuro capítulo de la historia dominicana. Tanto asi que al regresar al poder en 1982, Balaguer tuvo que ajustarse a los nuevos tiempos y como intelectual y estadista sabio asumir  una postura más liberal en la conducción política del Estado.
Esas son conquistas del pueblo dominicano, ganadas en parte por  la  prensa y su defensa intransigente de la democracia. Ahora, cuando soplan vientos de intolerancia contra la prensa, hay que estar vigilantes.  Todavia hay muchos dominicanos que viven con el nudo en la garganta porque  no pueden hablar. Necesitan oir voces claras y disidentes.  Los periodistas gozamos de privilegios que la mayoría del pueblo no tiene, ni siquiera ahora con el moderno fenómeno de las redes sociales, el internet y la televisión.
Pero  nunca como ahora más de dos millones de dominicanos del exterior tenemos derecho a saber lo que está pasando en el país,  podemos ver las noticias  y los comentarios  sobre la actualidad nacional e internacional. Periodicos, radio y television con noticias frescas y comentarios puntuales al  alcance de todos.
Este periodismo critico, desafiante, tiene  sus enemigos,  pero muchos aliados: el pueblo dominicano.  Comunicadores  íconos como Marino Zapete son contrapeso de la democracia.  Por  la verticalidad de sus críticas, Zapete, a quien conozco desde que iniciamos esta carrera hace más de treinta años, se ha ganado el respeto de la diáspora.  
Es por eso que cuando el amigo Freddy Arias, un reconocido empresario de la comunicación en Nueva York, me invitó a participar en  la organización de un conversatorio-reconocimiento a Marino, rápido atendí  a su llamado.
Fue una experiencia  inolvidable, reveladora de por qué Marino está cargando tan pesado con ese peregrinaje  hacia las cortes. El peso de sus  verdades  es  ya  indiscutible.  La democracia es disidencia, controversia, debate. La gente confía en tu mensaje.  Asi lo pregonan en las calles.  Adelante  Marino, sin miedo ni vacilación!.        
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