Mansos y cimarrones
La política es una actividad propiciadora de ensueños y caídas inesperadas, en donde quienes confieren vítores y grandes aplausos a sus actores, regularmente, son los mismos que profieren los más despiadados abucheos y los empujan hacia el escarnio y al abismo.
En esta actividad incursionan figuras y personalidades de renombre y éxitos en otras áreas del quehacer humano, seducidos, casi siempre, por profesionales de la política, colocándolos como carnadas para concitar simpatías perdidas y revitalizar sus entidades partidarias ante la población.
De esta forma empresarios, artistas, deportistas y personas de honras bien ganadas, son blancos idóneos para los estrategas políticos cuando buscan atractivos frescos en procura del voto, pero también caben otros que solo califican por su buen posicionamiento económico, no importa la forma como lo hayan logrado, detalle éste, que parece no importarle a nadie.
Es por ello que vivimos en un desfase, en el que no siempre quien resulta electo cuenta con la mayor simpatía entre los votantes, pero sus maniobras y estrategias políticas, amparadas por grandes recursos económicos y mediáticos son sus mejores aliados para convertir la miseria de la población en esperanza y ésta a su vez, traducirse en votos.
De ahí, los yerros y las frustraciones que sufrimos en casi todos los aspectos , por la escasez de funcionarios que cumplan con su responsabilidad en los cargos que ocupan sean estos electos mediante el voto, o designados por quien ocupa dirección de la cosa pública, es por eso que se dificultan las soluciones y no avanzamos como debiéramos, amén de las buenas intenciones que existan al respecto.
La política como las guerras deja a su paso metas e ilusiones mutiladas, pero también tiene sus grandes beneficiarios,en aquellos que la han convertido en un negocio sumamente lucrativo, lícito para toda actividad comercial, y es por ello que estupefacto observamos que sin ningún rubor caminan asidos de las manos los mansos y los cimarrones.
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