Lucía Medina y la Cámara de Diputados

La diputada Lucía Medina ha tenido que proclamar  su buen estado de salud mental para dejar dicho que no pretende  permanecer en la presidencia de la Cámara de Diputados por otro período de un año. Su enfática  respuesta podría despejar las dudas sobre lo que pasará el 16 de agosto en ese organismo del Estado. Podría, he dicho.

Lucía Medina.
Lucía Medina.

El tono  de su declaración  se asemeja al  de quien responde un asunto que no es de su agrado e incluye en su respuesta una pregunta  como “¿qué vaina es?”, por ejemplo. La interrogación  agregada podría ser también “¿qué tanto es que joden?”.  Pero  Lucía Medina  no externó tales expresiones. Esto se infiere del contexto situacional.

Escuché a un periodista –vaya paradoja- quejarse de que  a la diputada Medina  le han hecho veinte  veces la misma pregunta, relacionada  con la cesión de la presidencia de la Cámara a otro diputado de su partido, específicamente a Rubén Maldonado, provincia Santo Domingo,  seguidor del expresidente Leonel Fernández.

Seguro que también Medina piensa  lo mismo  y de ahí que recurriera a esa fuerte expresión  para dar a entender que no contravendrá la decisión del  Comité Político del partido de gobierno, en cuyas manos  encomienda su destino. No está loca para vulnerar  el acuerdo que favorece a otros tres agraciados  para presidir el organismo,  a razón de uno por año. Pero…

 

Danilo Medina.
Danilo Medina.

El pero es  que Lucía Medina   deja abierta la posibilidad de que el poderoso comité de su partido, dominado por su hermano,  cambie la decisión ya asumida, respecto de que otro diputado presida la Cámara Baja a partir de agosto. En el fondo, la legisladora espera que la dirección del PLD  tome  la decisión de mantenerla allí.

Creo que la insistencia de la prensa  en consultarla al respecto se debe  al conocimiento que se tiene  del estilo  de hacer política del presidente Danilo Medina, de quien es hermana Lucía, también llamada Yomaira. El mandatario ha mostrado muchas garras y poco recato al  momento de tomar decisiones de su interés, como el arreglo hecho a la Constitución.

Si Danilo Medina   mostrara aprecio por la democracia o si dotase  de un mínimo sentido ético su  ejercicio político,  aceptaría que la persona menos indicada para  presidir la Cámara de Diputados  es Lucía Medina, solo por su vínculo familiar. La legisladora  disfruta el privilegio de ser hermana del jefe del Estado, y deberá saber que una cosa trae la otra.

¿Ha ocurrido algo  en torno a ella que la conduzca a pensar que los demás  estiman que ha perdido la razón?  Lucía ha tenido que  defender su lucidez. Alguna inclinación se le ha notado que  ponga en duda su mesura y comedimiento respecto de lo que deba ocurrir el 16 de agosto en la Cámara de Diputados.

JPM

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