Los retos actuales
Por PAULA MARTINO
Los retos atraviesan la historia, no hay duda. Han estado presentes a lo largo del tiempo, desde épocas míticas e históricas hasta la actualidad. (Reto: 1. Provocación o citación al duelo o desafío 2. Acción de amenazar 3. Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta. – Definición de la Real Academia Española, RAE).
Fiel al desplazamiento de los términos, se dice que el duelo era el combate en el que, originaria e históricamente, se enfrentaban (según la etimología popular) dos personas que transitaban una relación de enemistad. En base a reglas consensuadas entre las dos partes, se utilizaban armas mortales. Se lo asocia a la defensa del honor y a la valentía.
Asombrosamente, los retos a duelo se llevaban a cabo sólo por voluntad de un “desafiante” que se sentía ofendido por alguien que había ejercido una acción de deshonra, deshonor o menosprecio a su persona, el cual era citado al combate.
Un reto mítico por excelencia es el del guerrero Aquiles versus el príncipe Héctor, hijo Príamo, Rey de Troya, en la Guerra de Troya la cual, dejando de lado controversias en torno a si fue una construcción o si realmente existió más allá de la leyenda y los poemas homéricos, se desarrolló aproximadamente en el año 1100ac.
La RAE nos dice también que tenemos otro tipo de retos, los que se realizan “a solas”, es decir sin otro rival más que uno mismo, por ejemplo: “Me propuse caminar una hora diaria antes de que finalice el mes”, y así muchos otros, en los que siempre el común denominador es que se asocian a la concreción de un objetivo relacionado con un bienestar anhelado y que se requiere de un esfuerzo para alcanzarlos.
En estos, el desafiador y el desafiado confluyen en un solo rol. Es la misma persona la que “se reta” a alcanzar algo. Si llegase a existir un “Otro” en este desafío, generalmente es alguien significativo por el que el desafiado acepta someterse al reto, alguien que demanda – por amor – un cambio: “Mi hijo me pidió que deje de fumar”.
En la actualidad dentro de las redes sociales, las que han probado ser un medio “eficaz” para promover tendencias entre los jóvenes sin importar qué tan saludables sean, nos encontramos con “retos virtuales”. Estos son desafíos – “challenges” – o mejor dicho consignas impartidas por un Otro virtual a los usadores o “seguidores”. Los retos virtuales se contraponen a la obtención de sensaciones placenteras, por el contrario, su experimentación provoca un alto nivel de displacer y riesgo físico. Para citar algunos ejemplos concretos tenemos: “El reto de kylie” que consiste en succionar un pequeño vaso de vidrio hasta que se hinchen los labios, lo que hace que se provoquen lastimaduras y moretones.
Otro, “el reto del condón”: llenar con agua un condón y dejarlo caer sobre la cabeza del desafiado. Este la envuelve, se adhiere a la nariz y boca provocando sensación de ahogo por unos minutos. “El reto de la sal y el hielo”, el reto virtual más “respetado” por el nivel de daño que causa: Poner sal en la mano y luego tomar un cubito de hielo. Resultados: debido a la reacción química de la combinación de estos elementos, se pueden provocar quemaduras muy dolorosas.
Creo que lo más preocupante del consentimiento adolescente a llevar a cabo este tipo de conductas, es la gran consistencia que le otorgan a ese “Otro” virtual, impersonal, que abismalmente opuesto a un Otro real que demanda por amor, va adquiriendo un nivel desmesurado de poder, y se convierte en un “amo” ordenador que dice “Qué hay que hacer para ser valiente”.
Esto me recuerda algo: Maylen, la adolescente que se provocó el suicidio por el “juego de la ballena azul”, le preguntó a su madre: “¿la gente que se suicida, es valiente o cobarde?” Más allá de la opinión de su madre, ella optó por concretar “el reto máximo”, y, en soledad, se quitó la vida.
JPM