Los políticos más caros del mundo
Todo
cuanto hoy ocurre en la República Dominicana tiene que ver con la
posesión del dinero, y el centro de todos los conflictos económicos y
morales atraviesan la figura proteiforme de Leonel Fernández y el PLD.
Cuando Juan Bosch salió del gobierno, producto del golpe de Estado de
1963, dejó una cuenta bancaria que tenía ciento cuatro pesos con cuatro
centavos. Al Burt, periodista del diario Miami Herald, publicó entonces
una nota conmovido por el hallazgo, y le puso un título desgarrador:
“El legado del honrado Juan”. Hacían apenas cinco días que la soldadesca
había perpetrado el golpe septembrino, y Al Burt describía la altivez
de la imagen del presidente derrocad “Deja el cargo con las manos tan
limpias como vacías”-escribió. Luego se cuestionaba si “el legado del
honrado Juan habrá abandonado el país junto con él”. Y así fue.
La locura del modelo de honradez que enarboló con su ejemplo, era
como llevar el ideal al extremo y ser tragado por él. Juan Bosch perdió
el “poder real” con el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, y
su conducta filosa como un acantilado le impidió volver a recuperarlo;
pero perdió, también, la gravitación positiva de su modelo de vida sobre
su propio discipulado. La ética kantiana con la que asumía su práctica
política lo hizo un incordio insoportable para los fines inconfesables
de esa clase media angurrienta, cuyo sueño verdadero era enriquecerse.
Lo que Juan Bosch no perdió fue la batalla moral. Era un líder nada
proclive al dinero, le salía barato a la nación. Contrario a los
emergidos de su discipulado, se movía ardiendo en la pasión de
desperdigar el bien común. En cambio, ¿cuánto le ha costado Leonel
Fernández a este país? ¿Qué carga económica significa para la nación
mantener esa estructura de liderazgo peledeísta? ¿Cuánto nos cuestan, en
un palé, Reynaldo Pared Pérez y Francisco Javier? ¿Por cuánto nos
salen, en una tripleta, Temo Montás, Euclides Gutiérrez y Pote Bonetti?
¿Es soportable la carga indeseada de Félix Bautista y Chío Jiménez? ¿No
es apabullante, como una colita, un Víctor Díaz Rúa alborozado con su
suerte y sus millones? ¿Cuántos miles millones se diluyen en los
veintiocho mil militantes intermedios del PLD que financian las
nominillas C y B con fondos públicos? ¿Cuál es la cifra en el
presupuesto, en la que se concreta el gasto de la nación en todos los
aspavientos de egolatría esparcidos por el mundo por Leonel Fernández?
¿No es la corrupción generalizada el cemento invisible de su liderazgo?
Hace ya tiempo que Leonel Fernández perdió la batalla moral en este
país. Su salida del gobierno no encontrará jamás a un Al Burt que le
diga “salió con las manos tan limpias como vacías”. Porque la verdad es
otra. Pagamos los políticos más caros del mundo, y aun dejando de lado
la subjetividad que convierte la historia en una tragedia, ese pago es
una estafa.
Los historiadores se interesan cada vez menos por los personajes
individualizados, pero aquí no tenemos sucesión de los aconteceres. Como
Báez y Santana, como Lilís, como Trujillo, como Balaguer; los goznes de
la historia giran alrededor de las personalidades, y los grupos se
agazapan tras de ellos con sus intereses. Danilismo y leonelismo están
enfrentados, esa es la historia que sale a flote; pero el leonelismo no
es Leonel, sino lo que él construyó para los grupos económicos que lo
sustentan. Su fuerza es la posesión del dinero proveniente de la
exacción del Estado, y su liderazgo sensiblemente menguado. El danilismo
es una aspiración.
Tiene el poder del presupuesto público, ha doblegado la entente
leonelista en las últimas convenciones internas del partido, pero su
única carta es imponerle la reelección al leonelismo. Todo cuanto está
ocurriendo hacia dentro del partido que maneja el poder se resume en
estas propuestas: Los danilistas temen el regreso al poder de Leonel
Fernández, un líder menguado pero con una enorme posesión de dinero y de
estructuras del aparato del Estado. El danilismo levanta la alfombra en
la que guarda toda la porquería del leonelismo, y se la enseña. El
danilismo amenaza. El leonelismo tensa el escarceo.
Todo continuará. Por ahora no hay amenaza del mundo exterior que
impida que esta lucha se desenvuelva sin contratiempos. La oposición es
un amasijo indescifrable. ¿Quién paga? Los políticos más caros del mundo
son los del PLD.