Los oídos de la delincuencia

Delincuencia: «Calidad de delincuente…Comisión de delitos…Conjunto de crímenes y delitos considerado en el plano social» Dicc. L Encl. 2000. Definir delincuencia, de esa manera, es quizá una manera sencilla y parcial. Delincuencia debe ser definida diciend Conducta inducida por factores internos y externos del individuo, que los lleva a violentar normas y leyes establecidas, cuyas infracciones implican penas. La delincuencia es producto de una sociedad cruel, en la que el amor al prójimo ha desaparecido, y se ha entronizado el individualismo, como resultado del egoísmo. Delincuente es aquel, que de una forma u otra, induce a la otra persona a delinquir. Es injusto culpar únicamente al sujeto que ejecuta la acción, que ha sido planificada por aquellos que sacan beneficios de ella. Entonces hablamos de complicidad, actor intelectual y de pervertidor de la sociedad humana. Todo efecto tiene su causa; el ser delincuente es un efecto. Si tenemos una sociedad en la que muchas personas jóvenes o no, están desempleados y tenemos un estado deficiente en el cumplimiento de su deber, ya sea por los escasos recursos o no, es propio que esto genere conductas ilícitas. Hay que condenar al delincuente, pero a la vez, los oídos de esta deben ser limpiados para que ella no se haga presente necesariamente; es decir, son los factores que conducen a la delincuencia que deben ser enfrentados con suficiente capacidad, energía y determinación. No son a los sujetos, sino a los objetos y cosas. Decir «dale para abajo al delincuente» es fácil. Porqué no decir, busquemos salidas a las causas que generan éstos. Se deben hacer leyes justas que hagan partícipes a los ciudadanos de pequeño , o nada ingresos del pastel salarial. ¿Dónde está el amor y solidaridad que tanto se predica? Los cargos electivos, se consiguen con votos, ¿cuántos votos de esos a quienes se les dice que les «den para abajo,» votaron por ese cargo electivo, con la finalidad de que hicieran las cosas para bien de ellos? Hay que demostrar capacidad para el bien y asumir la responsabilidad correspondiente, de lo contrario se hace copartícipe de la delincuencia con ellos. La policía como sujeto auxiliar de la justicia, el ministerio público y los jueces no son culpables de la delincuencia que existe en un país. Ellos no son los que generan la delincuencia, sin embargo, muchas veces se pierde el tiempo buscando culpables, cuando en realidad ésta es culpa de la sociedad. Es la sociedad y en ella especialmente la clase que la dirige, y la que tiene el poder económico las más culpables, por no crear las condiciones que disminuya, o haga desaparecer esta mala conducta, no a los individuos. Todo el que tiene bienes difícilmente busque ponerlo en riesgo. Se culpa el código procesar penal, como si los escritos se convirtiera en un delito. El código lo que busca es castigar las conductas penales; aumentar las penas no resuelve el problema. En muchos países existen en sus leyes la pena de muerte, la cadena perpetua, y otras penalidades severas; pero aun así, existe la delincuencia. Las leyes que castigan no resuelven el problema. Se debe buscar más bien leyes que rehabiliten a las personas y que a la vez sirvan de prevención de la delincuencia, buscando las raíces de la situación y no las ramas. Los tiempos en que se fabricaban expedientes a inocentes, no deben volver. Mas bien, se debe investigar hasta encontrar el delito buscado, pues el individuo debe considerarse inocente hasta que se demuestre su culpabilidad. Es preferible un delincuente en la calle, que destruir la vida a un inocente en la cárcel. Y como es costumbre la soga se rompe por la parte más fácil, la delincuencia siempre va a ser atribuida al más vulnerable que es el pobre. Pero todos sabemos que la pobreza es producto de mentalidades y conductas avariciosas. De ahí que, se necesita fomentar los valores en las personas. Además se necesita capacitar a éstas para que puedan desempeñar un oficio digno, y también, crear fuentes de empleos para cada persona que tenga 18 años, en adelante. La delincuencia es un mal, que solamente usando la sabiduría y haciendo las cosas dentro del bien y por el bien, puede desaparecer, o ser llevada a su mínima expresión. El principio cristiano dice: «No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal» Rom. 12:21. En una sociedad justa, con personas de bien, nadie debe tener más de un empleo público o privado, el cual debe ser bien remunerado. Es que el desempleo es consecuencia de la cantidad de personas con edad de trabajo, pero que las escasas fuentes de empleos, no son suficientes para todos. Entonces, un poco de solidaridad hacía el prójimo, hace que se haga conciencia de que si yo me gano el pan de cada día, debo renunciar al segundo empleo para dejar que otro se gane su pan en ese puesto de trabajo. Esa es una forma de contribuir a disminuir la delincuencia; no se debe ser egoísta. Ahora bien, la causa fundamental de la delincuencia desde los «cuellos blancos» hasta los indigentes, es la ausencia de Dios en los corazones de las personas que hacen la acción ilícita, como aquellos que la inducen. La falta de temor, respeto y amor a nuestro Creador, hace que se violen los principios y mandamientos de Dios. Pero a la vez, esa ausencia, lleva a que no se valore al prójimo como tal. Es tiempo de que el ser humano reflexione, y busque de Dios; el arrepentimiento es facultad del ser humano, pero a la vez, es preciado por Dios. Salomón, quien fuera rey de Israel, escribió: «El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala» Ecl. 12:13, 14. Y el apóstol Pablo escribió: «Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo» 2 Co. 5:10. Hagamos de este mundo, un mundo más feliz y contribuyamos a la armonía entre todos los seres humanos. La delincuencia debe ser rechazada por todos, pero amemos al delincuente para rehabilitarlo y reintegrarlo a la sociedad. Las cárceles son para los delincuentes sin imparcialidad; todo delincuente debe ser encarcelado, enjuiciado y condenada su conducta, empero el individuo debe ser reeducado. Como dice el dich «Es mejor prevenir que lamentar,» luchemos en pro de evitar las causas que generan la delincuencia, y así demostramos amor al ser humano. Dios le bendiga.

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