Los herederos del 24 de abril

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El autor es dirigente político. Reside en Santo Domingo

Por EDUARDO SANZ LOVATON
En estos días en que la Constitución quiere ser reformada por apetencias personales o de grupo, es importante traer aquellos días de abril de 1965. La sociedad dominicana dividida por un gobierno de facto que había ejecutado un golpe contra el primer gobierno democrático de nuestro país.
Un movimiento encabezado por el coronel Fernández Domínguez levanta a todo el pueblo, junto a militares que se alinearon en la defensa de la Constitución de 1962 y por la reposición del gobierno del PRD.
Así nace la gesta más heroica en que participaron los dominicanos y dominicanas en el siglo XX. Así, el pueblo alzado en armas defendió, primero la constitucionalidad y luego la soberanía nacional ante la invasión de los marines de las fuerzas norteamericanas de ocupación. Por primera vez, los dominicanos pudieron resistir a los embates, en conjunto. Hoy las armas son otras, la defensa de lo justo es un deber de todos los que consideramos que debemos tener un país mejor.
La valentía de Ciudad Nueva es el hito donde vimos que era posible reunir a todos los sectores de avanzada junto al pueblo. En nuestra conciencia nacional aún resuenan los disparos de lo que debió haber sido una gran oportunidad para instalar de una vez y para siempre las libertades y la democracia en nuestro país.
Ahí está el Versainograma a Santo Domingo, de Neruda y el reconocimiento de un estadista de la talla de Charles De Gaulle, quien además de solidarizarse con nosotros, elogió la bravura con que el pueblo dominicano defendió su soberanía y el sueño de volver a la constitucionalidad y a la democracia. Prueba irrefutable de que las inteligencias más altas nos reconocen como pueblo y admiran nuestro heroísmo resistente.
En aquel tiempo se trataba de volver a los derechos que planteaba la Constitución, cuando un gobierno corrupto y que no fue electo democráticamente, oprimía a la población sin reparos. Entonces el pueblo dominicano demostró que puede detener el retroceso y puede encenderse de ganas de vivir mejor, de luchar por los suyos.
Ahora, en tiempos en que no hace falta armas ni enfrentamientos violentos, hace falta rescatar esa herencia. La semilla que sembraron aquellos héroes de abril, que decidieron darlo todo porque podamos vivir en un país donde la Constitución y la democracia se respetara, no cayó en tierra infértil. Cada día crece en el seno de los dominicanos y dominicanas las ganas de superar las miserias, la indolencia, el deterioro de su calidad de vida.
Pongamos todas nuestras energías en la búsqueda de una vía que permita la unidad de los sectores sociales populares, que permita avanzar en una agenda que acoja los valores democráticos y las verdaderas inquietudes y necesidades de la gente. Esa agenda, que haga posible un proyecto de país distinto, encuentra en el nuevo liderazgo de la oposición su herencia más genuina.
Empecemos a andar ese camino que nos unirá en el trabajo bien hecho para reconstruir lo que la ambición peledeísta nos ha hecho pedazos. Inicia una nueva etapa en la que tenemos que reconectar con la gente, con la sociedad civil, con el corazón del pueblo.  Levantemos la voz, hagámonos eco de la necesidad de ponernos en pie y hacer lo que falta para que el futuro sea una realidad. Volver a abril, a la ilusión de que es posible vivir de un modo distinto, tener esperanza. Juntos, podemos hacerlo.
 

 

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