Lo que sucede con el dengue
De acuerdo con el Boletín Epidemiológico semanal que publica el Ministerio de Salud Pública, hasta la semana 29 del presente año, correspondiendo al mes de julio, el número de casos semanales de dengue durante el 2015 venía siendo de 112. Hasta ese momento, a pesar del número alto de casos la situación no se había agravado con relación al año anterior puesto que eran inferiores en un 18% al observado en 2014.
Pero ya en el mes de agosto, durante la semana 34, al presentarse 270 casos de dengue, incrementándose 241% (casi dos veces y media) con relación al promedio observado cinco semanas antes y un incremento de 397% (casi cuatro veces) con relación a la misma semana del 2014, la situación comenzó a agravarse.
Ya para la semana 40 (septiembre) el número de casos se había incrementado, en 6 semanas, a 743; es decir casi 7 veces los de 2014 e igual número de meses con relación a los casos promedios observados hasta julio.
Y si observamos la tendencia en el gráfico que sirve de portada a este cuadernillo, es fácil darse cuenta que mientras en 2014 el dengue comenzaba a ceder con cierto comportamiento errático, en 2015 se observó un sostenidamente creciente durante las semanas subsiguientes.
En otras palabras, ya desde julio se venía observando que nos encaminábamos a una situación más grave que la del pasado año que de por si fue mala: a la epidemia que tenemos que afrontar hoy.
Pero no es hasta el presente mes y después de más de un centenar de muertos, que el gobierno reacciona emprendiendo una campaña sanitaria – preventiva mediante un operativo predominantemente mediático que a falta de una acción sistemáticamente sostenida no tendrá resultado alguno habida cuenta que el ciclo de vida de los mosquitos es entre una y cuatro semanas.
A la luz de las disposiciones contenidas en la ley General de Salud 40-01 que establece en su art. 36, como acciones precedentes de salud las “…dirigidas a promover la salud, prevenir las enfermedades…” para luego mencionar las curativas y paliativas, este proceder del gobierno constituye una falla anunciada en la administración y gerencia de la política sanitaria; con su consecuente dispendio en el gasto, vía la mala calidad del mismo.
Todo ello es reflejo de una falta de gerencia gubernamental que está llevando al colapso del sistema nacional de salud, particularmente de la política sanitaria, puesto que el dengue como otras enfermedades infectocontagiosas se transmiten a través de animales y del agua, en este caso el mosquito que se desarrolla en criaderos que se acumulan por la falta de recolección y adecuada disposición de la basura; agravado por la inculcación de esta negligencias por parte de las autoridades a la ciudadanía reflejadas en desorden y falta de higiene.
Hay sobrada experiencia, y nacional, para avalar los efectos en la salud de una adecuada política sanitaria. La malaria fue erradicada en el país durante los gobiernos reformistas por el estricto control sanitario aplicado en la frontera. Hoy, lamentablemente, se han derrumbado estas fronteras, encontrándonos afectados a estas y otras enfermedades. Ej: Fuimos el país de América más afectado por la epidemia de chikungunya y registramos niveles alarmantes de leptospirosis, enfermedad transmitida por la orina del ratón.
Y es que la medicina preventiva está siendo subutilizada y abandonada en los protocolos y medidas para controlar la situación sanitaria – en aguas, alimentos, establecimientos, etc; produciéndose una sobrecarga en la afluencia a hospitales que saturados impiden una atención, y adecuada, a los pacientes.
A esto se suma la reparación simultánea de varios hospitales implicando el cierre de ellos, aumentando la sobrecarga los que se mantienen funcionando. Y se agrava con el llamado del Ministerio de Salud para que las personas acudan a los hospitales con la esperanza de ser atendidos sin que efectivamente lleguen a ser atendidos.
Por estas razones los hospitales públicos están resultando incapaces de brindar un servicio mínimamente adecuado que garantice los más elementales procedimientos para sostener tratamientos eficientes.
Estamos pues ante el colapso del Sistema Nacional de Salud por lo que resulta imperativo, a esta altura del juego, un gobierno que sometido a la legalidad, de cumplimiento pleno a la citada ley; partiendo y por via de poner en funcionamiento el consejo nacional de salud previsto en la sección iv art. 15. de dicha ley.
Al respecto emplazamos al gobierno a que precisa cuando fue la última vez que reunión éste CONSEJO, cuales fueron y si se cumplieron sus resoluciones.
De acuerdo a dicha ley “El Consejo Nacional de Salud fungirá como un espacio de concertación para la…formulación de la política de salud, su seguimiento en la ejecución y evaluación”.
El Art. 16 de la misma precisa que una de las funciones del Consejo Nacional de Salud es la de “Crear mecanismos….a fin de asegurar la eficiencia, eficacia y sentido de equidad de las acciones de salud…” mecanismos y atributos evidentemente ausentes ante las calamidades que están afectando a la ciudadanía.
Se recuerda que integran el Consejo Nacional de Salud, además de ministerios gubernamentales, el Cuerpo Médico y Sanidad Militar de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional; Asociación Médica Dominicana (AMD); asociaciones de clínicas y hospitales privados; y otras organizaciones que el propio CONSEJO decida.
Dado que uno de los principales problemas vinculados a la “eficacia, eficiencia y equidad” anteriormente mencionados tienen que ver con la debida priorización y calidad del gasto, resulta imperativo que este organismo delibere si las instituciones vinculadas a la salud , administrando recursos financieros, están gastando donde deben gastar para mejorar la prevención y evitar enfermedades. Y evitar que se pretendan resolver las fallas de nuestro sistema sanitario con espectáculos mediáticos como el que acabamos de observar lo dominicanos el pasado fin de semana.
Es el caso de los Ayuntamientos, sometidos a ley citada al Consejo Nacional de Salud en materia de recolección y disposición de los desperdicios. Pero resulta que estos organismos no recogen ni disponen satisfactoriamente los desperdicios que son los que crían mosquitos para luego participar predominantemente en los operativos para eliminar los criaderos que ellos mismos dejaron formar.
O de las instituciones llamadas a proveer servicios de agua que al no proveerlo obligan a las personas a almacenarla en recipientes inapropiados, inadecuadamente manejados, que se convierten en criaderos.
Asimismo recordamos que existen reglamentaciones que rigen la prestación de servicios en los centros de atención de salud que prevén la creación de Consejos de Administración que los rijan en los que deben participar no solo funcionarios y profesionales especializados en servicios de salud sino representantes de la comunidad organizada, voluntarias; lo cual viabilizaría un accionar comunitario en la prestación de servicios imprescindible para alcanzar y evaluar la “eficiencia, eficacia y equidad”.
Todas éstas previsiones parten de la ley general de salud vigente desde el año 2001 pero que lamentablemente están siendo inobservadas por las presentas autoridades; al igual que otras que rigen otros sectores de la vida nacional sobre lo cual nos iremos refiriendo próximamente.