Lilís y Danilo: ¿Reeleccionistas por ambición o necesidad?
Imponiendo la reforma constitucional para reelegirse en 2016, Danilo violó el ideario de Bosch, integrándose a la galería de presidentes reeleccionistas que emplearon subterfugios para continuar en el poder. Durante la transición, en 2012, Danilo Medina juró ante la tumba de Bosch que lo imitaría como gobernante, pero ya acompaña históricamente a Santana y Báez, a los tiranos Heureaux y Trujillo, que murieron ajusticiados, a Balaguer y al Presidente del continuista PLD, Leonel Fernández. Hipólito Mejía se autocriticó, señalando, arrepentido, que cambiar la Constitución para intentar reelegirse fue su mayor error.
Las prédicas progresistas de Bosch, siendo candidato presidencial del PRD, quedaron plasmadas en la Constitución de 1963, la de mayor raigambre popular y trascendencia, equiparable al impacto que tuvo la Constitución liberal de Moca de 1858. Reeligiéndose en 2016 Danilo violó la esencia de la Constitución Boschista de 1963, promulgada el 29 de Abril, a escasos 2 meses de juramentarse Bosch, cuyo artículo 123 dictamina: “El Poder Ejecutivo se ejerce por el Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo, secreto y popular, sin que pueda ser reelegido ni postularse como candidato a la vicepresidencia en el período siguiente”.
Raymond Aron señaló que “La estabilidad política depende de la disciplina de las ambiciones”. Tiranos y dictadores en ciernes intentan esconder bajo coartadas su ambición de poder, presentándose como los únicos que pueden resolver los problemas colectivos. Nietzsche, en “Así Habló Zaratustra” creó el mito y sublimizó al “Superhombre”, persona capaz de generar su propio sistema de valores, identificando como bueno, únicamente, todo lo que procede de su voluntad de poder. Así surgió Hitler. En Latinoamérica, hace un siglo, Laureano Vallenilla Lanz predicó el “Cesarismo Democrático” caracterizado como un gobierno basado en la reelección permanente de un líder carismático que concentra gran poder, o como una autocracia que busca legitimarse mediante votación amañada. Vallenilla, seguidor del dictador venezolano Juan Vicente Gómez, teorizó sobre la valiosa tutela del “Gendarme Necesario”. Trujillo, Perón y Chávez personificaron esa concepción doctrinaria del poder. Danilo, dueño del catalogado por él como “Mi Congreso”, extensivo a “Mi Justicia” encarnaría al “Cesarismo Democrático” actualizado, que desde su concepción primigenia sólo tiene como democrático que el César, dictador, pudiera ser de origen humilde.
Ocultando sus asesinatos, aduladores de Ulises Heureaux, Lilís, pudieron proclamarlo cuasi prócer por luchar bajo Luperón, por su amistad con Maceo, por pelear defendiendo el gobierno de Espaillat y por apoyar a Martí para independizar Cuba. Lilís no se creyó “Superhombre” y confesó, precavido, que no era por ambicioso sino que necesitaba reelegirse para salvarse, tal como reseñó Rodríguez Demorizi en “Cancionero de Lilís”.
Un amigo aconsejó a Lilís diciéndole que era tiempo de retirarse. Lilís refirió esta anécdota: al final de una boda que él apadrinó, luego de marcharse los desposados el novio regresó quejándose de que la novia estaba encaramada en el armario, resistiéndose a bajar. Fueron todos donde ella, diciéndole la mamá: “Hija mía bájate de ahí que no va a pasarte nada”. Siguió agazapada ni siquiera porque también su papá le pidió que bajara. Al final Lilís, padrino nupcial, le preguntó por qué no se bajaba. La novia contestó: “¡Ay padrino es que si me apeo me embroman!”.
Resaltó Rodríguez Demorizi: “La sicalíptica parábola no podía ser más clara y elocuente. Si Lilís se apeaba de su armario, la Presidencia, lo embromaban…”. Lilís, ajusticiado, habrá percibido desde la eternidad, cómo lo embromó la posteridad. Combatiente Restaurador, luego tirano “Pacificador” obstaculizó el tren Sánchez-La Vega promovido por Gregorio Riva. Pretendió inmortalizarse, santificándose, construyendo su Ferrocarril Central Santiago-Puerto Plata, olvidado por generaciones. Al contrario, Lilís está satanizado históricamente por la corrupción de esa y otras iniciativas, y por préstamos dilapidados que provocaron la pérdida de nuestra soberanía.
Sin ofender, abstrayéndonos de ambiciones y “Superhombres” hacemos, respetuosamente, una pregunta de interés ciudadano: ¿Estaría Danilo necesitado de reelegirse, temiendo que aspirantes presidenciales del PLD intenten acorralarlo, implicándolo en irregularidades de Punta Catalina, concebida por él, junto con Lula, condenado en segunda instancia y privado de la libertad? En Marzo Danilo declarará si intentará violar nuevamente la Constitución, tratando de no apearse, evitando que lo defenestren sus rivales internos. ¿Se protegería Danilo así porque conoce lo dicho por Martí: “No hay furia mayor que la de los caudillos rivales de un mismo partido”?.