Leonardo da Vinci, un gigante indescifrable
¿Cuál ha sido la mente de mayor brillantez que ha nacido hasta ahora? Esta pregunta solo tiene una respuesta, un nombre que nadie debe dudar en pronunciar: Leonardo da Vinci (1452-1519). Fue pintor, escultor, científico, inventor, arquitecto, ingeniero, músico, anatomista, geólogo, cartógrafo y botánico. Pero ninguna de estas profesiones la ejerció en particular, sino todas al mismo tiempo, igual que un compacto universo de galaxias, soles y planetas orbitando de conjunto. Eso era Leonardo, como también pudo haber sido una compleja maquinaria de relojería marcando el talento creativo las 24 horas del día. Leonardo di sir Piero. Su vida es un mundo pendiente de ser descubierto en sus múltiples dimensiones y facetas. La humilde comunidad de Vinci a 25 kilómetros de Florencia en Italia, hizo de este lugar –Vinci- una palabra inmortal, además de verle nacer en plena cuaresma el 15 de abril del 1452, -un año antes nació su compatriota Cristóbal Colón-. Leonardo da Vinci es la más resplandeciente estrella del Renacimiento, cuyas pinturas (La última cena y La Monalisa) son las primeras de todos los tiempos y sus novedosos proyectos el asombro permanente de la humanidad. Este célebre artista estaba dotado de un cerebro de ideas adelantadas tres siglos a su época. Su imaginación rompió los moldes existentes presentando centenares de propuestas de increíbles inventos. Porque, ¿cómo explicar los bocetos de submarinos, tanques de guerra, helicópteros, naves espaciales y otro que algunos han interpretado como el bosquejo de una moderna computadora? Es preferible olvidarse de explicaciones porque da Vinci -el más curioso de los hombres- es una incógnita o un insólito rompecabezas. La ironía es un juego divertido del destino, en ocasiones la rosa esconde la espina para que lastime cuando menos se espera. El libreto por el que da Vinci interpretaba los variados personajes de su propio teatro tenía escrito sus tareas en esa farsa en que eternamente actuó: esconder propósitos, disimular razones y no explicar motivos fue parte de la existencia de da Vinci. Todo en él tiene múltiples lecturas. Detrás de lo que se ve están guardados innumerables secretos, llegar al corazón de estos es misión imposible, porque sus códigos encierran sus mensajes inalcanzables para aquellos que desean aclarar lo que quiso decir Nadie en el mundo tuvo más candados emotivos que da Vinci, con el agravante de que tampoco nadie sabe donde ponía las llaves de sus afectos para poder abrir cientos de verdades enclaustradas como en un cofre invisible. Al día de hoy, por potente que pueda ser la luz, aun la del sol, no es suficiente para llegar a esclarecer los espacios oscuros que mantienen la biografía de da Vinci en un apagón impenetrable. La última Cena y La Monalisa Por ejemplo, en el cuadro de La última Cena, los detalles que los ojos deben descubrir son tantos que cuando se llegan a comprender vemos de inmediato otra pintura, como si fuera una nueva. Nada en ese lienzo está pintado sin motivo. El mismo da Vinci dijo, “La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega”. Pues los mudos y los ciegos deberán ponerse de acuerdo para entre ambos homenajear el monumental poema a colores plasmado con su pincel sobre el fresco por este artista gigante. Lo que acontece con la Monalisa es el fenómeno de mayor extrañeza y riqueza en las sensibilidades producidas en las artes pictóricas. Millones de personas han desfilado por el museo para dedicarles algunos minutos a la mirada de esta obra. Pocos pudieran pensar que cada vistazo sobre este lienzo es una interpretación personal de lo percibido por los ojos. El pintor de este cuadro, el más famoso y costoso en la historia del arte, se propuso llenar de infinitas incógnitas su pintura bajo el criterio de que, «Una obra de arte nunca se termina, solo se abandona”. Por eso, quienes todavía no han tenido el privilegio de apreciarla frente a frente, la Internet le brinda esa oportunidad. Entonces comprenderán lo inmenso que fue da Vinci Si para leer sus escritos es fundamental un espejo porque redactaba de derecha a izquierda, para interpretar su rostro también se necesita otro espejo. Sus ojos lo decían todo sin expresar nada. Había un gran silencio en la mirada y un gran ruido en su semblante. Era difícil saber qué era barba y qué era cabello. Su retrato también parecía la trama de un pintor para dejar su cara sin definición. El mismo en su forma física formaba parte del eterno enigma de una vida perdida en lo opaco y brillante de su genialidad Suma Cum Laude. Varias veces mirando sus propuestas de inventos y sus descubrimientos me he inquirido con ingenuidad, ¿y si este hombre hubiese puesto la fuerza creativa de su inteligencia en una sola profesión hasta dónde hubiese crecido? Pienso en el cúmulo de su energía potencial y en su capacidad de producción y me espanto con el sobresalto que origina lo extraordinario. Leonardo da Vinci no tiene comparación en el nivel de sus talentos. Cualquiera expresaría, ¿de cuál de los diez Leonardo me habla usted?, porque cómo aceptar que un solo ser humano podría estar premiado con una decena de difíciles disciplinas y manejarse en ellas con pleno dominio. Me atrevería a romper las leyes del tiempo y a entrevistar al mismo Leonardo sobre su visión e inspiración en sus grandes jornadas. Habla da Vinci “Una vez hayas probado el vuelo siempre caminarás por la Tierra con la vista mirando al Cielo, porque ya has estado allí y allí siempre desearás volver”. Así dijo una vez da Vinci y tomo sus palabras como una respuesta. Y añadió, «Si un hombre es perseverante, aunque sea duro de entendimiento, se hará inteligente; y aunque sea débil se transformará en fuerte”. Leonardo se marchó a los 67 años. No tuvo descendencia ni esposa. Como “hijo de la calle”, dio una lección a las clases de altos linajes. Quizás por eso envolvió su arte con los ropajes del enigma como una forma de venganza. Ahora, siglos después de su muerte quisiera indagar, ¿dónde estará la caja negra de este genio de inmenso vuelo, dónde estará, repito, esa caja de misterios con el contenido de su diario vivir? Sugiero que no se busque, porque si llegara a encontrar y abrir sería totalmente imposible interpretar lo encerrado. Leonardo da Vinci, de alguna forma quería hacerles pagar su torpe error a aquellos que lo excluyeron por ser “hijo de la calle”. Con el infrenable impulso de sus talentos asumió la defensa de los millones de inocentes criaturas que en el pasado, en su presente y posiblemente en el futuro, son injustamente rechazados por ser hijos dizque “bastardos”. Estoy seguro de que el valeroso legado de Leonardo da Vinci, es y será la incógnita que la humanidad jamás podrá con certeza descifrar a cabalidad. Esa es su respuesta elegida como castigo. Esa es la sentencia inapelable que reivindica su orgullo herido y el de todos los niños del mundo discriminados por un perjuicio inaceptable. Del fondo de su tumba se escucha su reproche, ¡se equivocaron conmigo!