Las turbulencias en la vida humana
Durante un viaje en avión es raro que no hayan turbulencias, donde el avión se mueve de una manera rara y que da mucho miedo. Pero, un buen piloto hace la diferencia, produciendo calma en los pasajeros y a la vez tratando de nivelar el avión, dentro de esa difícil circunstancia. Un viaje en avión es similar a la vida de la persona, todo va a depender de ella. Por tanto, las turbulencias en la vida humana deben ser bien manejadas, para poder llegar a un buen destino, el éxito.
Hay una turbulencia que es muy peligrosa para cualquier humano, los vicios. Toda persona que se mete en vicio no importando que éste sea legal e ilegal, tiene la gran responsabilidad de luchar para salir de él, de lo contrario fracasará. La frase «la oveja negra de la familia,» es producto del desvío de la persona del comportamiento correcto. El individuo y las personas que le rodean tienen que tomar las medidas correspondientes para que éste pueda dejar el vicio, o los vicios, los cuales son todos destructivos. No hay vicio bueno para las personas.
La segunda turbulencia que destruye con facilidad a las personas son los placeres sexuales. Muchas personas que han comenzado a jugar con el sexo a temprana edad, sin la madurez correspondiente, terminan frustradas, impotentes y empobrecidas. Asimismo, otras que se dedican a la perversión sexual ya sea en infidelidades o en el abuso del sexo, llegan al camino de enfermedades, de pleitos, familia destruidas, de vejez solitaria y hasta de muerte. El sexo es sano, pero la perversión y mal uso es destructivo en las personas.
El gran sabio Salomón, tercer rey de Israel, escribió: «Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre. ¿Qué, hijo mío? ¿Y que, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis deseos? No des a las mujeres tu fuerza, ni tus caminos a lo que destruye a los reyes. No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la sidra; no sea que bebiendo olviden la ley, y perviertan el derecho de todos los afligidos…Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso» Prov. 31:1- 9.
Una tercera turbulencia que destruye al ser humano es aquella junto con la teología y la filosofía se venden como la panacea del bienestar humano: la política. Sin duda, que en todos los tiempos la búsqueda del favor personal, ha sido lo que ha dominado esta actividad. En la historia de la actividad política, han sido pocos los que la han utilizado en favor de la humanidad. Desde el período de la esclavitud, el feudalismo y pasando por el mercantilismo se llegó al capitalismo y el comunismo que han dejado el mal sabor del globalismo y liberalismo de las economías.
La «disposición de los remolinos en líneas paralelas, como los que salen de los extremos de las alas de un avión». En sentido figurado «confusión y alboroto». Son concepto y palabras que indican turbulencias. En realidad, la vida del ser humano está llena de turbulencias, existen grandes confusiones. Dicen algunos «para qué voy a estudiar si el fin es conseguir un empleo y éste no aparecen, el chinero vive mejor y se supone que no estudió». Mientras que otros, «el que tiene dinero es el que vale, el que no tiene dinero no vale «
Agitar, «inquietar, alterar, desordenar conmover y perturbar» son todas palabras que dejan en claro el alboroto causado por las turbulencias de la vida humana. Los pueblos viven alborotados, desde hace cientos de años. Si usted lee los periódicos que contienen los discursos políticos del siglo XX, encontrará que ofrecen las mismas cosas que ahora. Si busca, entonces, los reclamos o alborotos de los pueblos en aquellos tiempos son exactamente los mismos. Eso nos indica, que ha habido una turbulencia social y económica la cual nadie la ha estabilizado.
Todo lo anterior ha llevado a la situación en que están los pueblos enfermos, empobrecidos, infelices, desanimados y con grandes turbulencias. Entonces, ¿adónde están los valores? No existen, pues se les da a los pueblos anestesias mentales ya sea con dejarlos que se alboroten o dándoles lo que hacen que olviden sus realidades. Salomón escribiendo sobre el consejo de la madre a Lemuel, dijo: «Dad la sidra al desfallecido y el vino a los de amargado ánimos. Beban, y olvídense de su necesidad, y de su miseria no se acuerden más» Prov. 31:6, 7.
Las turbulencias en la vida humana pueden ser psicológicas, sociales, económicas, sanitarias y espirituales. Esta última, es en realidad la peor de todas, puesto que el corazón del hombre anida los mejores sentimientos, deseos y valores como también los peores. Esto evidencia la confusión y anarquía que ha reinado en las personas, cuyos corazones no obedecen a Dios. En consecuencia, hay que educar el corazón y dejar que Dios haga la transformación, a través de renovar el entendimiento del hombre sobre las cosas. Sólo con Dios las perturbaciones humanas desaparecerán.
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