Las peregrinaciones de Martín minaya

 

 

Asistir a las peregrinaciones que organiza Martín Minaya, es darse un baño espiritual; es recibir una inyección de paz y alegría; es un estupendo mecanismo para aprender a ver la presencia de Dios en todas las actividades y detalles.

Martín conduce la peregrinación de manera tal, que en el proceso y sin percatarnos, inyecta los principios cristianos. Es un arrastrarnos suavemente a poner ladrillos al legado de Jesucristo para ejecutar la obra divina de que seamos felices. Sin fanatismo religioso, con naturalidad, en cada actividad destaca la importancia de compartir, amar y respetar al prójimo, de la humildad.

Ha organizado muchas peregrinaciones. Recientemente, fuimos a la Basílica La Altagracia en Higuey. Algunos dirán “yo he ido” Bueno, yo también, montañas de veces pero hacerlo con Martín es disfrutar de lo hermoso que encierra el ser humano, la naturaleza, la música, es percatarse de que tenemos permanentemente, la presencia de Dios, de su hijo Jesús.

Pero ¿Quién es Martín Minaya? Nació y vive en Moca, en el seno de una familia cristiana. Desde niño decidió entregarse a servir al Todopoderoso. Alto, buen mozo, extrovertido, disfruta buscando ser instrumento de paz, amor y chispa de alegría. En la iglesia católica, ayuda los sacerdotes. Es misionero. Ha cultivado su don, asistiendo a seminarios, con lecturas y reflexiones profundas. Ha viajado en peregrinaciones por muchas naciones, destacando la presencia cristiana por doquier.

Bioanalista de profesión, Martín, labora en una institución privada y como cualquier persona humana, baila los ritmos de moda, canta, hace chiste, disfruta en las playas, pero sanamente. Dice que esta comprometido con Dios y le es fiel. Resiste las tentaciones, sin que impliquen sacrificio.

Su gran aporte es demostrar, que el éxito de todas las actividades esta en manejarlas esgrimiendo los principios cristianos. Las peregrinaciones que organiza son inolvidables. En el autobús, enciende la chispa. Música variada, bailes, anécdotas, mezclados con momentos de oración, recogimiento, alabanza al creador. Logra liberar el espíritu de los peregrinos y todos acabamos unidos.

Es increíble como rompe con las inhibiciones. Confieso que me desbordé pero mis amigas también me sorprendieron con sus espontáneas actuaciones. Martín decía que era así como Dios nos amaba: espontáneos, sinceros; que no se requiere poder ni bienes materiales; que solo debemos desatar el alma, darle rienda suelta al sentir, sin hacerle daño a los demás; que la vida es un dejarte llevar de las manos del Todopoderoso.

Llegar a la Basílica, ver la Virgen, conocer el Museo con su historia, participar de la Eucaristía, recibir bendiciones, fue sumergir el alma en un río de agua fresca, de paz espiritual. Luego, otros escenarios, tiendas, souvenirs, comidas, ese compartir, complicidad, risas, fue estupendo. Y en el autobús, rumbo a casa, la belleza de la naturaleza, la caída de la noche, el silencio, parecería ser el momento esperado por Martín para hacernos sentir flotar, con bellas oraciones.

Indiscutiblemente, las peregrinaciones de Martín no solo mueven a la reflexión, sobre el valor cristiano del lugar visitado sino que son de tremenda ayuda a los padres de familias, a las iglesias, a los gobernantes, pues ponen una sólida plataforma de principios. Enseñan de manera práctica y sutil, a ser instrumento de conciliación en el diario vivir; a llenar la vida de alegría y gozo. Ojala estas peregrinaciones, se multipliquen. ¡Dios bendiga y proteja a Martín!

JPM

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