La voz del colmado

imagen
El autor es escritor. Reside en Santo Domingo

Aquí llegan ciertos individuos, los que brillan por su educación, que da gusto atenderles, de cualquier barrio o de cualquier lugar encumbrado, pero llegan algunos que se comportan como las reses: los que no saludan a su llegada y después que se les atiende, no dan ni las gracias.

   No es por casualidad, son los que meten las manos en la funda del pan o prenden un cigarrillo sin importarles molestar al que no fuma, los que arrojan las servilletas al piso y lo tiran todo.

   Tiene que ver con la educación, le parece a ella, la que dejaron de recibir y ahora vienen como las aves que aterrizan en los sitios ajenos en busca de lo que aparezca.

   Estudió administración de empresa. La vida te exige sus rumbos, pruebas que hay que superar, la mirada embrutecida o lujuriosa de ciertos personajes, o los que llegan y piden un refresco bajo el calificativo de:  ¡Esa vaina!

   Los que aprietan a los aguacates como si así maduraran. La falta de sentido común  no les sugiere, que los aguacates son como los  pétalos de la flor, que todo apretón o golpe les marchita.

   Los que después de pedir una botella de agua de diez pesos, hasta se echan a dormir sobre un asiento.

   Los que compran un cuartillo de ron en otro sitio y vienen a tomárselo donde no le compraron y hasta el hielo quieren que les regalen.

   Vienen los apagones con la misma calma y fuerza destructora de

las tormentas.

   El colmado tiene su trasfondo, su fluido interior, que viene con el saludo estruendoso de la amistad o con el incidente de algún borracho que hay que sacar.

   Así lo piensa, como dueña que es y así lo manifiesta. Se le olvida el pasado clamoroso del merengue ripiao, de las bachatas mayores, la época de la ingenuidad y del perfeccionismo romántico, la época del amor.

   Si no fuera por los colmados, no seríamos tan felices, piensa ella. Hay que enmendar ciertos errores de las moscas de la duda que dañan el momento cuando se posan, hay que rescatar los valores antiguos que hemos perdido: el petisalé, el tasajo uruguayo, las cerraduras y las argollas, las espuelas, la pipa de barro y de madera, hay que volver a experimentar tales sensaciones.

jpm

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios