La Urbe de Pastoriza
Andrés Pastoriza Valverde (1889-1976) estudió con Peña y Reynoso en Santiago, continuando su formación en Peekskill Military Academy, N.Y. En Peirce College de Filadelfia -alma mater de Guggenheim- se graduó en Business Administration. A su regreso, laboró en la casa comercial paterna, para unirse luego a Augusto Espaillat & Sucesores, dueña del prestigioso Bazar Parisién.
En 1911 casó con María Matilde Espaillat Julia, de cuya unión descienden Andrés (Duchy), a quien conocí al frente de Pastoriza, con líneas de vinos como Marqués de Cáceres. Tomás (Jimmy), quien gerenció el Bazar Parisién y tras la dictadura devino ícono empresarial cofundador de la APEDI, que prohijara el ISA, el Banco Popular, la Asociación Cibao de AA y PP, el CIMPA. Cabeza visionaria de la Financiera Dominicana, el Banco de Boston y el Banco del Progreso. Su hermana Ma. Matilde casó con Héctor García Godoy, presidente provisional en 1965-66.
Pastoriza Valverde presidió la Cámara de Comercio de Santiago, perteneció a la Logia Nuevo Mundo No.5 y a los clubes de Recreo y Santiago. En 1943 fundó el Rotary Club de Cd. Trujillo. Entre 1935-41 ocupó la embajada en Washington, cargo que también desempeñó luego en Londres. En el gobierno de Horacio Vásquez (1924-26) fue Secretario de Estado de Fomento y Comunicaciones, cuya Memoria del año 1925, fechada 31/01/26, figura en la obra Horacio Vásquez Mensajes y Memorias 1924-1930, compilada por R. Hernández y editada por el AGN en 2020.
Una materia de la mayor relevancia expuesta por Pastoriza fue el “Proyecto de ensanche y ornamentación de la ciudad de Santo Domingo”. Dado su carácter urbanístico visionario y vanguardista merece ser divulgado.
“La más amplia idea que ha podido concebirse en pro de la futura ciudad de Santo Domingo, sugerida tal vez por una imaginación febril cuando se creían irrealizables obras como las que se han llevado a cabo en las dos grandes carreteras que atraviesan a la República de norte a sur y de este a oeste, va ahora a ser propuesta por esta Secretaría de Estado de Fomento y Comunicaciones, lanzando al país, dentro de muy breve tiempo, el monumental proyecto de ensanche y ornamentación de nuestra capital, Primada de las Américas.
Puede que sea esta una idea hija de nuestros anhelos por levantar a mayor altura la vieja urbe cuna de la civilización, pero trazada la idea y discutidos sus puntos sobresalientes, tal vez toque a la actual administración política, no demoler el primer muro, sino trazar uno o más renglones del programa propuesto. A la ciudad de Santo Domingo es necesario prepararla para el porvenir y en el presente tiene muy poca cosa para inscribirse en el catálogo de las nuevas orientaciones.
La ciudad necesita, dado su creciente población y tránsito, de una o dos calles centrales amplias, de parques y jardines, de muchos edificios públicos y todo esto no cabe en el estrecho litoral de la zona urbanizada; necesita extenderse, y para ello se dispone admirablemente de ancho campo para hacer de Santo Domingo una de las ciudades más pintorescas del Nuevo Mundo.
Tenemos al norte las alturas de Villa Francisca y San Carlos saludables, recintos de envidiable situación topográfica, de una pureza de aire incontaminado; y al oeste la deliciosa cuenca comprendida entre la muralla natural que tiene su nacimiento al pie del Alcázar de Colón y termina en el río Haina y la costa que bañan las aguas del mar Caribe en una variedad de paisajes en los que la naturaleza ha plasmado en sus rocas las maravillas de nuestra zona.
En un recodo de esa faja dentro de cien años todavía cabe la ciudad de Santo Domingo. Sus cercanías y alrededores son bien suficientes para alojar una población cuatro o cinco veces más numerosa, y Gascue, Mata Hambre y la Avenida Independencia han de ser el centro, o más bien el núcleo de la ciudad de Santo Domingo del mañana. Los terrenos del antiguo Ingenio La Francia, unidos a la ciudad por un puente colgante que sea la continuación de la calle Separación, dará acceso a los terrenos en que será elevado, probablemente, el colosal monumento internacional Faro de Colón, rodeado de grandes hoteles.
Toda la zona marítima que comienza en el extremo sur de la Fortaleza y termina en el fuerte de San Jerónimo, será un vasto malecón, de espléndida arboleda, y en fin, la misma faja de terreno comprendida entre las Avenidas Bolívar e Independencia, de amplias y fértiles tierras, serán muy suficientes para contener los grandes edificios de la Administración Pública, las edificaciones conmemorativas de la Independencia y Restauración de la República, las estatuas de Duarte, Sánchez y Mella, el Panteón Nacional, las mansiones de los embajadores, los jardines y parques que han de hermosear y terminar la obra apuntada, como una de las hermosas ideas que se han podido proponer en pro de la Atenas del Nuevo Mundo.
Ese proyecto, cuyo desarrollo ha sido encomendado a la Oficina de Ingeniería de Obras Públicas, será terminado y publicado muy pronto para general inteligencia de todo el país y muy especialmente para estudio y crítica de la prensa.
Bajo su patrocinio, honorable presidente, esta Secretaría lanza la idea ligeramente expuesta, en la seguridad de que Ud., siempre entusiasta por cuanto propenda al bienestar de su pueblo, ha de sentir grandes anhelos de proponer las bases de ese nuevo escalón hacia la meta de sus grandes aspiraciones.”
El texto transcrito plantea el trazado del bulevar costanero capitalino, proyectándolo desde el oeste del promontorio base de la Fortaleza, hasta el fuerte de San Jerónimo.
Ya en 1925, año que recuenta la Memoria, la ciudad disponía de un primer tramo modesto en el Paseo Presidente Billini comprendido entre las bocas de las calles 19 de Marzo y Espaillat, inaugurado el 16 de agosto de 1904 a iniciativa del matutino Listín Diario en una franja dominada por los batiportes San Carlos y San Fernando y el fuerte Santa Catalina, parte del sistema defensivo de la urbe amurallada. En 1910 el Ing. Osvaldo Báez levantó una columna jónica conmemorativa del naufragio del balandro Aurora, acaecido en 1908.
En 1914 el Paseo fue remodelado por el Depto. de Obras Públicas bajo proyecto del Ing. Arístides García Mella ejecutado por el maestro contratista catalán José Turull Vilanova, construyéndose una isleta central provista de 45 bancos de hormigón, que dividía la vía en dos pistas para mejor circulación, y balaustradas al sur y al oeste. En 1920 Turull intervino las obras, erosionadas por el mar.
El proyecto de Malecón visionado por Pastoriza en su Memoria tendría que esperar para su concreción un recorrido accidentado, realizado por etapas durante la Era de Trujillo. La destrucción masiva de la infraestructura causada por San Zenón en 1930 fue tragedia y a la vez oportunidad de planeamiento urbano.
Por el oeste del litoral marino se hallaba un baldío público reservado por las autoridades municipales para erigir la plaza Colombina con su correspondiente avenida costanera. El terrible meteoro la convirtió en fosa común de las víctimas fatales, cifradas en más de 2 mil. Trocándola más tarde en el hermoso Parque Infantil Ramfis, obra de Guillermo González inaugurada en 1937. Como lo fuera ese año el obelisco, levantado a raíz del cambio de nombre de la ciudad un año antes.
Ya desde finales de 1931, a instancia de una Junta de Ornato, el ingeniero municipal José Ramón Báez inició el desbroce de una franja de 35 m para la futura avenida Colombina (George Washington), proyectada desde la calle Sabana Larga (Presidente Vicini) hasta el balneario de Güibia. El trazado abrazaba la faja marina de algunas estancias de familias influyentes (Galván, Thorman, Alfonseca, Piñeyro, Noboa, Báez, Ricart, Joubert, Henríquez, Lovelace, Michelena, Vicini, Pellerano), doblegadas las resistentes al proyecto por Trujillo.
Ejecutado finalmente por un equipo de ingenieros bajo la dirección de Mr. Rogers, Ingeniero Asesor del Ejecutivo, la vía se inauguró el 23/2/36.
Pero quedaba pendiente el empalme del viejo Paseo Presidente Billini con la nueva George Washington, tarea ejecutada en 1943, de cara al Centenario de la República. Entre ambos tramos se hallaban sendas torres telegráficas con edificaciones de mampostería, el Estadio Gimnasio Escolar que enfrentaba a Licey y Escogido, así como el Matadero Municipal de la Palo Hincado, más los restos del fuerte San Gil.
En 1939, como parte de los trabajos de modernización del puerto del Ozama a cargo de Benítez Rexach y con despliegue del acorazado Texas y maniobras aéreas de 40 naves norteamericanas, se dio apertura a la Av. US Marines Corps, que enlazó el puerto con el Paseo.
Otro empalme en L se haría entre el tramo final del Malecón en Güibia y la Av. Máximo Gómez que corría entonces entre la México y la Independencia, motorizada por el ingeniero Moncito Báez y don Cucho Álvarez, cabeza del Consejo Administrativo de la ciudad, que en su trazado original, a modo de circunvalación, conectaba con la avenida San Martín. Bloqueada por las pistas aéreas de Miraflores y General Andrews.
La siguiente extensión del Malecón se verificó de cara a la Feria de la Paz inaugurada el 20/12/55, encomendada a la Concretera de Paquito Martínez, que llevaría la vía hasta Haina. Proyecto en el cual laboró el Ing. Luis Iglesias Molina (Tribito), contraparte por Obras Públicas del trabajo del puerto contratado con Benítez Rexach.
La Feria del 55/56 atrajo -según publicidad oficial- unos 250 mil visitantes, entre ellos el presidente Kubitschek de Brasil, levantó 75 edificaciones, sobresaliendo las del Ayuntamiento y el Congreso. Alineados con este complejo vanguardista, se agregaron al Jaragua (1942) los hoteles Paz (Hispaniola), Embajador y Provisional (Hospital Robert Reid). El puente colgante Radhamés (Duarte) y el moderno Estadio Trujillo (Quisqueya). Luego seguirían la Autopista Rafael L. Trujillo hijo (Las Américas) y el Aeropuerto Trujillo (AILA), entre el 58 y 59.
Avance trujillista a la visión futurista de la urbe de Pastoriza.
el faro a colon, en honor al exterminador de la comunidad indígena de la isla.