La tolerancia del presidente vs la tentación de los buitres

imagen
EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago de los Caballeros.

 

 

El ser humano vive perennemente sometido a tormentos y a envestidas con los que se pretende mortificar su sensibilidad y su ocupación. Habría que tener la piel de un acorazado para poder tolerar los arponazos que desde diferentes emplazamientos recibe el hombre de gloria cuya reputación crea en el otro escozor y hay que embestirlo como aquella misión durante la Segunda Guerra Mundial que buscaba destruir la inexpugnable fortaleza alemana en el mar Egeo donde estaban instalados unos cañones que hundieron varios barcos de la fuerza aliada y después terminó ese episodio de guerra en una película titulada «Los cañones de Nevarone« (1961), protagonizada por Gregory Peck, David Niven y Anthony Quinn.

 

Charles Maurice Telleyrand, político, diplomático y estadista francés, quien ocupó cargos de gran relevancia política durante el reinado de Luis XVI, referido por Joaquín Balaguer en su obra «Un cortesano de la Era de Trujillo», se comportó como un «maestro en el arte de pervivir en medio de las mayores tempestades, se elevó sobre todos los estadistas de su época porque utilizó siempre para encarar la versatilidad de los autócratas a quienes sirvió el arma de la tolerancia».

 

Rememoró el expresidente, escritor y experimentado político dominicano y el más espoleado durante sus mandatos, que una de sus enseñanzas que le proporcionaron su permanencia durante más de sesenta años en la actividad política es «la del valor que tiene para un hombre público el dominio de sus sentimientos y de sus reacciones ante la crítica por injusta y mordaz que esta sea».

 

En sociedades como la dominicana donde los gobernantes están expuestos a las inconsistencias o altibajos emocionales de sus opositores, a las constantes y solapadas artimañas y a las mendacidades más desaseadas que se le pueden decir a un jefe de estado hace que nos acerquemos como símil al episodio humillante relatado por Balaguer en la obra citada en el que Napoleón recubrió a Telleyrand de «insultos en presencia de toda la Corte y en vez de responder a aquel acto de violencia con otro de la misma especie se limitó a decir: «¡Qué lástima que un hombre tan grande sea tan mal educado!».

 

La oposición siempre se comportará despiadada y tendrá a su alcance invariablemente montones de piedras para lanzárselas a quien esté dirigiendo los destinos del país porque esa es su naturaleza política, la del impío, como el irreligioso.

 

Frente a la irreverencia de los cañones de la oposición, de algunos grupos de la sociedad civil y de los medios de comunicación que se juntan como las hienas cuando la lucha de intereses económicos y políticos contrata su agresividad informativa fermentada y desalmada. Frente a los dardos envenenados el gobernante como Danilo Medina debe de volverse en cambio tolerante ante la crítica o el sentir de los verdes y de los demonios de Abaddón de la mitología teológica, con cabezas humanas, dientes de león y cola de escorpión, convertido en Partido Revolucionario Moderno (PRM) que busca apoderarse del gobierno de la República sin ir a unas elecciones.

 

Enaltece la tolerancia que exhibe el presidente Medina ante los hostigamientos constantes a que ha estado sometido este gobernante por algunos de los grupos que respaldan que la termoeléctrica de Punta Catalina sea puesta en mano de los generadores privados. Detrás de este intento está el tizón de fuego que aviva las protestas contra el Gobierno para tratar de hacer saltar al presidente Medina del cargo anticipadamente. ¿Qué podría pasar si los verdes y el PRM logran ese objetivo antidemocrático?

 

Siempre es sabido que los gobernantes dominicanos lean los consejos políticos que ha dejado escrito el doctor Balaguer, puesto a que entenderlos y aplicarlos en su momento sería prudente para alcanzar el éxito político y evitar que el país se desborde de su cauce democrático convirtiendo la sociedad en un pandemónium de individuos dándose codazos el uno al otro por ocupar la presidencia de la República a cuyo propósito ninguno quiere ceder un ápice.

 

El político y escritor santiagués y gran orador nos hace recordar en su libro comentado en este trabajo una referencia hecha por el expresidente estadounidense Richard  M. Nixon en su libro «Líderes», el cual es una obra muy personal, llena de objetividad, escrito por un hombre que supo lo que significa el poder. «Nixon —comenta Balaguer— dijo que el también expresidente norteamericano Lyndon Johnson carecía de esa cualidad preciosa de un político y que bajo su apariencia fría ocultaba un temperamento en extremo sensible a las censuras de los medios de información que les eran adversos».

Afortunadamente el presidente Danilo Medina Sánchez no presenta los rasgos de dureza a la crítica de la cual escribió Nixon que tenía Johnson, entonces ¿por qué se empecinan los verdes, los grises y los negros que no llegan a grises por tumbarlo recurriendo al vapuleado expediente de la Odebrecht y a tratar de enajenar a Punta Catalina a los buitres?

 

El presidente Danilo Medina ha mostrado ser un gobernante bastante tolerante y respetuoso de las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias, sobre todo las que surgen diariamente de una oposición virulenta acompañada de una parte de la sociedad civil amarilla, verde y gris que se ha radicalizado en sus propósitos para que el Gobierno ceda y privilegie cosas o claudique por asfixia a renuncia del mandato dejándole los despojos a los buitres de Odín que no han podido obtener la anhelada presea con su propios esfuerzos políticos y electorales.

 

En el país parecería como si algunos estuvieran por el enunciado que dice: «Río revuelto ganancia de pescadores» y otros detrás haciendo las veces de bufones promoviendo una catástrofe, sobre todo cuando el país goza de estabilidad política. Se sabe que se necesita de medidas heroicas que frenen la escalada criminal y parar los sobornos y la corrupción y también la ambición de ciertos sectores, públicos y privados, de acumulación de riqueza a costa de los bienes del Estado.

Creo, además, que sería un gran desatino apoyar por un burdo emocionalismo o prestándole oídos a mensajes subliminales, reales o falsos procedentes de una lucha de intereses que se libra actualmente en el país, unos por un deseo desmedido de gobernar y otros con objetivos de dominio, conquista y usufructo de bienes que les pertenecen al Estado dominicano.

 

Las consecuencias que le ocasionaría una desestabilización política y económica a la sociedad en general si el país se inclinara a darle curso a esos afanes de la oposición no podrán ser comprendidas inmediatamente sino a mediano plazo. ¿Se podría  imaginar usted amigo lector el barullo que se armaría en el país con tantos líderes políticos queriendo sentarse en la llamada «silla de alfileres»? El solo hecho de pensar en ese desenfreno y en el pánico que provocaría muchos dominicanos podrían morirse de embolia.

 

La oposición y una parte de la sociedad civil consideran que si mantienen la presión contra el presidente Medina con el caso de la Odebrecht se podría conseguir que el Gobierno transija con lo de Punta Catalina y, al mismo tiempo, Danilo y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) por acuerdo, que nos adelantamos en decir que no va a suceder, podrían quedarse dirigiendo el país y después los amarillos y los grises que son negros se las arreglarían con el Partido Revolucionario Moderno (PRM). A quien menos le convendría un arreglo de esa naturaleza es al PLD y al pueblo dominicano, que pasarían como zoquetes o como ignorantes.

 

Si de pronto nos volviéramos inocentes habría que preguntarse: Si el PRM se quedara fuera del poder a cambio de que el Gobierno entregue a Punta Catalina a los generadores, de quedarse fuera de una negoción así: ¿Qué pasaría dentro de esa organización política si los que sueñan con ser presidentes en medio de un escándalo de la Odebrecht no consiguen su objetivo en medio de la ambición? .

En medio de su locura no debe dudarse de que esos señores son capaces de ir a una fiesta y terminar como terminan los monos, a rabasos, sin olvidar que ni ellos mismos se soportan y por eso apuestan a llevar al país a un desorden que gracias a Dios no será posible por la sensatez de la mayoría nacional y la inteligencia y tolerancia del ciudadano presidente de la República.

escotto.escotto@gmail.com

jpm

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
4 Comments
Nuevos
Viejos Mas votados
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios