La tayota está cogiendo sazón
Las campañas políticas tienen un problema, que si uno lo conoce y maneja con pericia, puede convertirlo en un arma muy útil. Pero las armas siempre tienen dos filos y por tanto, las ventajas dependerán de las habilidades y destrezas para manejarla. Lo mismo suelen conceder la victoria, que la derrota. Estoy hablando de los mensajes puntales, aquellas expresiones que hacen que los votantes recuerden a los emisores de ellas, en el momento de encuentro consigo mismos, esto es al echar el voto.
Si el mensaje es subliminal, o sea, que pasa por los sentidos y sigue hacia adentro de la psiquis, alojándose en la conciencia, brotará de manera espontánea y forzará reacciones del votante. Si por el contrario, el mensaje es directo y simple, que no llega hasta el nivel de la conciencia, probablemente tarde más tiempo en hacer reaccionar al votante, porque vendrá acompañado de miles de imágenes superficiales que están en la misma bandeja o plataforma de lanzamiento, es decir, en el mismo nivel sensorial.
Comparto estos pareceres con ustedes -aun sin ser especialista de la conducta humana- porque estoy convencido de que van a conectar y procesar mi punto de vista, que admito, no es muy ortodoxo que digamos, pero que si puede ser discutido y hasta confirmado por el razonamiento imparcial, que es la prédica de todos nosotros, la mayoría de los votantes. Demos una miradita a un acontecimiento del pasado cercano:
Un buen día, don Hipólito Mejía dijo, o dicen que dijo: “Abinader es como la tayota, que no sabe a nada ni tiene color”. Y una vez se conoció tal desatino, la oposición al PRM, da por cierto el desparpajo y lo valida, repitiéndolo una y otra vez, hasta que lo convierte en viral. El dicho se repite como lema de campaña porque además de profundizar supuestamente, las diferencias entre los dos líderes del PRM, disminuye la figura del candidato al tratar de ridiculizarlo. Claro, eso estaría por comprobarse en mayo de 2016.
Hasta este punto es un hecho que el vulgo -acicateado por la oposición y la disidencia interna- podría dar por cierto que Luis Abinader Corona es un tipo sin carisma, que será derrotado y que por tanto no llegará a ser presidente. En eso consiste el mensaje puntal que se le hace llegar al votante, de manera fortuita, por la fuente de origen, pero muy bien aprovechado por los opositores a la candidatura en cuestión, dentro y fuera del PRM.
Esa es más o menos la secuencia de los hechos que conforman la tesis de que Luis Abinader no es un candidato potable y se da a conocer la existencia de un supuesto acuerdo, mediante el cual: “si Luis no sobrepasaba el 30% en la intención de voto para fin de año, sería sustituido por Hipólito”. En realidad yo no sé si este acuerdo es real, ni de dónde diablos salió tan descabellada idea, pero lo cierto es que acontecimientos posteriores, recientes, sugieren que por lo menos se acarició tal posibilidad.
Echemos ahora un vistazo a los resultados de esta estrategia conjunta de un sector del PRM y de la oposición del candidato. Veamos cuál ha sido el balance de esta campaña de denuestos contra Luis Abinader. Como no tiene ningún mensaje subliminal, la gente la oye y repite, pero la olvida tan pronto como él diga algo que les interese. Y desde luego, que lo que Abinader está repitiendo a diario le interesa a la gente, aunque no tenga sentido práctico o sea imposible de ejecutar. Ese es justamente el punto que quiero traer a colación.
El candidato opositor del Gobierno, primero desacredita la Ley de Presupuesto, argumentando que está sobre valuado en 50,000 millones de pesos; luego propone usar unos de 15,000 millones de pesos para aumentar el sueldo de la Policía Nacional y al final recomienda al presidente Medina que lo modifique en función de lo que piensa su equipo técnico.
Esto último parece una candidez del joven candidato, pero en realidad no lo es. Solamente el planteamiento -al margen de si es posible o no- le produce beneficios electorales a Abinader. Pero el Gobierno, que no está acostumbrado a que lo cuestionen, porque nadie lo ha hecho en tres años, no acierta a dar la respuesta correcta. Inexplicablemente, desaprovechan la oportunidad de discutir el presupuesto y evidenciar que tanto el candidato como su equipo de trabajo, están desfasados en temas presupuestarios.
La respuesta simplona de que Abinader no sabe de presupuesto, no solo no es productiva sino, evasiva; y eso se archiva como una debilidad de la campaña de Danilo Medina. Lo ideal hubiera sido desglosarle el presupuesto en público, demostrarle que no solo es correcto sino oportuno y creíble; mientras al mismo tiempo se descalifica el pedido de debate de los candidatos, poniendo a discutir a sus respectivos equipos de trabajo. Pero no, el Gobierno cree que las tenga todas consigo y que por tanto no haya nada que comparar; que basta con el choque de trenes el 15 de mayo.
Nada más absurdo y descabellado para un certamen electoral en pleno siglo XXI. Si el Gobierno pensara con sentido electoral, les hubiera aceptado el reto de discutir el aumento de sueldos a la PN; aumento éste que no hay por qué negarlo, pero que si debe ser planificado. Imagínese usted amigo lector: ¿qué pasaría si se aplicara el aumento propuesto por el candidato Abinader y como resultado, un Primer Teniente de la PN ganara lo mismo que un General del Ejército, la Aviación o la Marina?
Deje su imaginación cabalgar y busque usted mismo la respuesta: ¿Cuánto tiempo duraría el Gobierno en esa condición? Evidentemente, el planteamiento en sí, es una bomba de tiempo. Es como comprar un golpe de Estado.
De todas maneras, para bien o para mal, Luis Abinader está saliendo del cerco que le tendió su propio mentor y aliado, cuando le colgó el sobrenombre de “tayota” y que la campaña del Gobierno hizo suyo, con todas las consecuencias. Las últimas críticas que Abinader ha presentado, han obligado a la reelección a reaccionar, replegándose en ocasiones y minimizando los planteamientos en otras; pero siempre acusando recibo de que el golpe fue recibido, aunque no tuviera potencial ni la contundencia de un knock-out. Y eso de por sí es un triunfo para Abinader, un tanto insignificante, pero triunfo al fin.
Hoy, a siete meses de las elecciones, los números aun favorecen a Danilo Medina (±50%), aunque la tendencia sea a bajar; y Luis Abinader (±36), con propensión a subir. Estos datos, que fueron suministrados por fuentes ligadas a los dos equipos de campaña, reflejan las mediciones internas al 15 de octubre. Sin embargo, la maquinaria gubernamental y la estructura partidaria del PLD, aun no han hecho acto de presencia con toda su intensidad.
Para cuando eso suceda, Abinader tiene que estar más de 15% por encima de Medina para resistir el embate y tener posibilidad de ganar o cuando menos forzar una segunda vuelta. Como yo lo veo, los números deberían estar invertidos. Claro está que si el Gobierno sigue encerrado en su burbuja, con su triunfalismo y sus desplantes, cualquier cosa puede pasar.
Pero si hay cal, también habrá arena y las cosas no pintan claras para ningún bando. Las críticas de Luis Abinader al gobierno de Medina, aun y cuando no tienen la consistencia de rigor -esto es, que la población las pueda comprobar- por lo voluminosas y variadas, habrán de tener algunos aciertos indiscutibles y eso significa puntos en la tarjeta de combate.
¡Vivimos, seguiremos disparando!