La solidaridad de Saúl

El sector periodístico de la República Dominicana, potencialmente está escindido. Hay que ser muy torpe para no reparar en cómo con el ascenso al poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y luego de haber gobernado Leonel Fernández Reyna; este segmento profesional de otrora cuasi fraternales colegas, hoy, lastimosamente, luce atomizado. Por suerte, el que un gobernante haya envilecido con clientelas a una buena parte del sector periodístico y luego atribuirse las iniciativas de una aparente libertad de expresión; no ha sido suficiente para impedir la profusión de medios digitales pluralistas y contestatarios en las redes sociales. Pero tampoco ha logrado prosternar en la indolencia a ciertos veteranos periodistas que, por solidaridad, se resisten a tornarse indiferentes e individualistas, ante las necesidades de otros colegas. Tal vez Saúl Pimentel no esté consciente de ello, pero el haber sostenido un medio como por ejemplo Almomento.net, es prácticamente una rebeldía; es negarse a ser complaciente del todo con las destempladas acciones y el centralismo comunicacional que ya “exitosamente” ha empleado el gobierno de turno. En estas políticas de comunicaciones, una gran mayoría es adocenada, mientras otros son marginados. No conozco a Saúl cabalmente, y nuestra relación se ha estrechado un poco más luego de yo arribar a la ciudad de Nueva York. Sin embargo, entiendo que lo que he dicho anteriormente, constituye una de las razones por la que recientemente y, luego de asumir la dirección de un canal televisivo; me dijo que: “No quiero quitarle la comida a nadie”. He de admitir que la expresión de solidaridad de Saúl me satisfizo plenamente, y hube de decirme para mis adentros, que todavía vale la pena visitar a Santo Domingo y recibir la impresión de un estímulo solidario, aún sin ser un concupiscente beneficiario. (Sin ánimo de petulancias ni arrogancias, debo aclarar que tengo los suficientes elementos morales para abordar este tema. Cuando laboré en el LISTIN USA de Nueva York, gracias a la generosidad de José Alduey Sierra; logré ingresar a ese desaparecido semanario a varios periodistas. Algunos de estos me trataron con indiferencia en Santo Domingo cuando alguna vez busqué trabajo en los medios en que laboraban. Pero aún así, entendí y no me arrepiento de ello, que mi deber era darle paso a cualquier colega dominicano, en esta urbe). Retomando el tema central de este artículo, debo decir que Saúl me hizo el comentario, por vía telefónica en abril pasado, cuando viaje Santo Domingo. Quiero puntualizar que el veterano periodista se refería al inconveniente de haberse encontrado con una redacción supernumeraria en el canal televisivo que pasó dirigir (no sé si todavía continúa en ese proyecto). Todo el que me conoce, sabe que no soy dado a las lisonjas y sufro de esquizofrenia en cuanto a los que creo, son mis principios. Si lo considero de rigor, los enarbolo en cualquier circunstancia, aún si con ello corro el riesgo de perjudicarme. Es mi deber confesar que me motivé a elaborar este artículo, luego de haber leído otro en este diario digital, en que el colega Rafael Santana(Santanita), destaca los méritos de otro periodista al que hace mucho no ve Alex Jiménez. Es saludable y paradigmático el que un periodista exalte, lo que entiende, son las actitudes positivas de otros. Y más en un sector como el periodístico, donde abundan los esguinces, zancadillas y otras trapacerías. Reconforta y alienta el que las aviesas intenciones emprendidas por Fernández Reyna y su cínico y aventajado Goebbel en el gobierno que dirigió; no haya contaminado a todos los periodistas. Bienvenido sean los medios digitales que, como Almomento.net y otros dirigidos por conocidos colegas, no se han sumado al abyecto pendular de otros periodistas y que, como Saúl Pimentel, todavía irradian gestos de solidaridad. No son indolentes ante los avatares de tantos reporteros necesitados que, no necesariamente, son tan simpáticos con los gobiernos de turno. Muchos de estos últimos, hoy, prácticamente, reciben sueldos de miseria y malviven como cualquier pobre de solemnidad.

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