La responsabilidad honrosa de los Silié Gatón

Un día del año 1982, luego de haber agotado mi jornada de dirigente estudiantil de la secundaria, acudí a mis primeras estancias de estudiante universitario en la Facultad de Humanidades de la gran UASD con el ímpetu de continuar la jornada revolucionaria que produzcan el cambio social y económico de nuestra patria.

Acudí raudo a un aula de la primera planta de dicha facultad para la clase de Ética Profesional que impartí un profesor que con su sola presencia irradiaba respeto y caudal de sabiduría.  Buenas tardes jóvenes, soy su profesor en esta materia. José Silié Gaton es mi nombre y con el cual ustedes en nuestros encuentros me llamarán. Ojala esos encuentros sean muchos y por muchos años¨.

Así comenzó su presentación y el inicio de una relación de consulta, amistad, respeto y admiración de mí hacia ese gran ser humano.

Mis inquietudes políticas, sociales, culturales…me llevaron a tenerlo como un padre consejero, por sus sabios y profundos consejos que me llevaron a ser un mejor dirigente social y un profesional que he podido acumular la experiencia de las posiciones reporteril y de ejecutivo que en mi ejercicio he podido ejercer.

En una ocasión don José Silié Gaton me dijo que la mejor herencia que como dirigente social le podía dejar a mis dirigido era actuar siempre arropado con la bandera de la ética, dado que la trayectoria de la moralidad y el respeto ya mi familia me la había inculcado de ante. Quien actúa con ética se gana el respeto de los demás, decía.

Era moreno de piel, talvez cocolo igual que mi padre José, y con sus atributos personales se ganó el respeto y el aprecio de todos los estudiantes de comunicación social de mi generación de la UASD, y más luego de todo el país.

No asistí a su funeral, quiero mantener la imagen que conocí del profesor y consejero. Su nueva imagen de muerto me desgarraría más el alma.

La noche del pasado martes, en los salones de la Academia de Ciencias, tuvo lugar un evento muy solemne en el que Dr. José Silié Gatón, fue reconocido post morten por la Universidad Interamericana como “doctor Honoris Causa”.

Este reconocimiento, y todos los anteriores y posteriores, sumado a las palabras de quienes hablaron esa noche constituye un compromiso de honor para la familia Silie y todos los que recibimos sus orientaciones y consejos en las aulas y en su trayectoria de vida.

Leyendo recientemente un escrito de uno de sus hijos, el doctor José Silie Ruiz, recordé que en una de esas conversaciones con el doctor Silie Gaton me hablaba de su hermano Fernando Arturo y su legado en la lucha por la democracia y la educación en nuestro país. Maliciosamente olvidado y expresamente no reconocido su legado, me dijo en algún momento, pero no con cara de rencor, sí un poco enojado.

El doctor José Silié Gatón entendía que su hermano Fernando Arturo había hecho mayores y mejores aportes al país y que sin embargo hasta la UASD le mantenía oculto para las generaciones que no vivimos la revolución del 65 ni el gobierno de Juan Bosch.

En el escrito de Silié Ruiz nos dice algunos de los meritos acumulados por el olvidado Fernando Arturo, entre ellos que en el gobierno constitucionalista del coronel de abril, fue el Ministro de Educación, pero que hoy su retrato no está en la galería de los pasados ministros, alegándose que él fue Ministro de un gobierno no electo (pero sí de espartanos) cuando en el Palacio Nacional están los retratos de presidentes de gobiernos temporales y cuestionados.

Conforme al estamento legal de nuestro país el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó figura entre los Presidentes que han gobernado en la Republica Dominicana, por lo cual todos sus ministros están cubiertos con la misma bandera legal que el Héroe de Abril.

Los derechos no se mendigan, se arrancan, se conquistan con la postura responsable y ética en el accionar diario. Quienes maliciosamente les niegan el reconocimiento ganado por Fernando Arturo Silié Gatón no lo hacen porque su descomposición moral y ética los podría llevar a la tumba de la historia y elevar al infinito a quienes meritos sobrados tienen.

Tanto el profesor José como Fernando Arturo, con su existencia terrenal tan fecunda y su gran ejemplo de vida digna, les legó a la familia Silié y a la sociedad toda, aquello de: Potius mori quam foedari, ¡Antes morir que deshonrarme!

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