La reforma laboral

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El motivo que conduce a una reforma laboral, de acuerdo a los argumentos del sector empresarial, es la necesidad de flexibilización laboral, que permita a la República Dominicana competir en los mercados internacionales, atraer capital extranjero a tierras nacionales y generar empleos de calidad. Leído en forma literal, parece interesante la propuesta, ya que uno de los retos que afrontamos, es la necesidad de reducir la tasa de desempleo con lo cual se obtendría un desarrollo sostenible con repercusión positiva en la clase obrera. Sin embargo, hay que dar espacio a un debate profundo entre los sectores involucrados en el tema laboral, ya que la experiencia de otros países del hemisferio que han producido profundos cambios en la legislación de trabajo, no ha sido halagüeña y por el contrario, esas reformas han conducido a aumentar el desempleo, ampliar el cinturón de miseria y generar por consiguiente un ambiente de incertidumbre que en nada ha contribuido con mejorar la imagen hacia el mercado internacional. Lo contraproducente de esas reformas laborales genera pavor, especialmente porque en lo que respecta a nuestra nación, el Poder Ejecutivo ha desplegado políticas de desarrollo sostenible que apenas comienzan a dar sus frutos, tal es el caso del proyecto ambicioso de educación con el que se pretende erradicar definitivamente el analfabetismo y superar la falta de calidad con la que nuestros hijos y conciudadanos son educados. Asimismo el proyecto de financiamiento de las PYMES, política que sin dudas contribuye con una estabilidad económica de zonas rurales y hace posible que llegue a sectores vulnerables una política de Estado con justicia social, todos esos proyectos esperanzadores se verían gravemente comprometidos de aprobarse una legislación laboral que no cumpla con expectativas generadas. A comienzos de este año 2014, grupos sindicales representados por la UGT de España, presentaron el Informe “Dos años de reforma laboral; evolución del empleo, la contratación, los despidos y las negociaciones colectivas”. En este informe se revela la espeluznante realidad que vive España. La misma no ha cumplido con los objetivos trazados, ya que ha aumentado el desempleo, ha empeorado la calidad del que queda, ha aumentado la precariedad y la temporalidad y ha debilitado la negociación colectiva. Lo que genera sospecha es que al observar el contenido de la legislación laboral de ese país hermano, resulta que la propuesta de modificación de nuestra legislación laboral guarda alguna similitud con la legislación española, eso no debe generar sorpresa alguna, ya que el proceso de reforma de la legislación nacional ha encontrado como punto referencial las experiencias de otros países, las cuales han sido adoptadas en gran parte por el nuestro. El derecho al trabajo no debe contraponerse a un trabajo justo, estable, equitativo y sobre todo suficiente, que permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales. Concebir una legislación que priorice la captación de empleos sin observar derechos fundamentales de los trabajadores, podría conducirnos a una inequidad social más marcada que la que poseemos. La reforma laboral del 1992, trajo consigo una legislación laboral, fundamentada en justicia social, protección del Estado, garantías procesales y derechos privilegiados. Hoy se espera que la prioridad de generar empleos no se lleve de golpe y porrazo esas conquistas laborales, y se delimite claramente la diferencia existente entre un derecho al trabajo frente a lo que más nos debe importar, “Un Derecho del Trabajo”.

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