La reelección del Presidente Medina es un proyecto inevitable

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago de los Caballeros.

 

¿Por qué algunos dominicanos le prenden velas a Satanás para que le ayude a tratar de salir de este gobernante trabajador? ¿Ha gobernado el  presidente Medina el país con eficiencia y con equidad? ¿Qué tiene Danilo Medina que le han echado los siete príncipes del infierno?

Estas y otras interrogantes nos imponen la obligación social de intentar responder con absoluta independencia, pues un país no debe ser dejado a que un grupo minúsculo lo eche en el foso de los leones, como le sucedió a  Daniel, porque había en él un espíritu superior.

 

Parece que para algunos dominicanos el gobernante que trabaja intensamente por mejorar las condiciones sociales y económicas de su pueblo no basta sus afanes y su entrega. En el país hay una labor, un empeño, una eficiencia administrativa que persevera sin agotamiento. Y aun bajo esta firmeza de decisión hay gente que se obsesiona en encender la antorcha de la desavenencia social y le prende cirios a Lucifer para crearle problemas al país y trastornarle la mente a la mayoría que ora por una redención.

 

¿Habrá caído una parte de la población en una especie de satanismo? ¿Hay indicios o no que podrían llevar a pensar que quienes pretenden apoderarse de la termoeléctrica de Punta Catalina han convertido este magnífico proyecto de electrificación en una obsesión por apoderarse del mismo? Sospecho que quienes están detrás de este propósito podrían estar leyendo la biblia satánica.

 

El país exige sosiego, una relajación a sus desazones, a las persecuciones de los que le prenden velas a Satanás, a los que hipócritamente van a las iglesias cristianas y a la salida se dirigen a la guarida del diablo, donde la luz de la verdad se reduce sutilmente. En esa cueva infernal reciben un poquito de falsedad junto con la verdad hasta que se van acostumbrando a la calumnia.

VIRTUDES

 

Cabe que nos preguntemos: ¿Tiene el presidente Medina excelencia de espíritu que hace que sus opositores y detractores traten afanosamente de hallar pretexto de corrupción en su gobierno, corrupción que no encontraron tampoco en la administración de Daniel, porque él era fiel, a pesar de que el rey de los persas, Darío, le rodeó de sátrapas?

 

A cada embestida de los difamadores el presidente Danilo Medina se reanima, no se arredra, su mente es como un motor donde se desarrolla todo lo que le incita a descubrir nuevas cosas, a crear y ser mejor para bien de su pueblo. El presidente Medina es un ser humano que reflexiona, que hace juicios para  tomar decisiones y resolver problemas.

 

A pesar de estas virtudes que descubrimos tempranamente en el Presidente Medina, sus contrarios políticos y quienes andan detrás de la termoeléctrica Punta Catalina en cada marcha verde buscan desesperadamente su cabeza, como aquel episodio del que fue protagonista en Sevilla el rey Pedro I de Castilla, llamado el Cruel por unos y el Justiciero por otros.

 

Por una rendija de los discursos de los grupos agazapados detrás de los verdes observamos una oposición que se lanza a una labor desenfrenada de enfrentamiento y tratan de desarticular la vida del país, según lo expresado por el expresidente Joaquín Balaguer en su discurso de juramentación pronunciado en 1966 ante la Asamblea Nacional (véase pág. 362, Tomo I, de la excelente obra narrativa «Balaguer y yo: La historia”, de la autoría del doctor Víctor Gómez Bergés).

 

Hay un grupo de empresarios que en el país incrementan exorbitantemente su riqueza apoyándose en el desorden o en el caos social, como dice el refranero: «A río revuelto, ganancia de pescadores».

¿Podríamos definir la Marcha verde dentro de este aforismo español? Existe la sensación en buena  parte del pueblo que los verdes es un grupo de neuróticos insaciables que necesitan tener un orgasmo de hostigamiento político a cada paso.

 

Hoy es Odebrecht y Punta Catalina, mañana marcharán contra los jueces supuestamente del Partido de la Liberación Dominicana  (PLD). Son los rambos de una nueva película de guerra política. No vaya usted a creer que este activismo tan apasionado es por pura diversión.

Ninguna película llega al cine sin que su director haya pensado en obtener algún premio o utilidad por su esfuerzo y su talento creativo, sino preguntarle a Steven Spielberg o a Peter Jackson cuánto ganaron individualmente con las películas La lista  de Schindler y El señor de los anillos. En otra puerta del cine violenta propia de la era global la vida también deja beneficios políticos y económicos.

 

Pero en la película a lo dominicano hay varios actores principales y periodistas secundarios y un escenario local: República Dominicana y una víctima preferida: el presidente Danilo Medina Sánchez, quien de acuerdo a los verdes debe supuestamente abdicar del poder por una combinación de hostigamiento externo-interno que le están haciendo vivir al presidente. Además, para algunos periodistas conocidos por el huracán de la boca suelta al insulto, la corrupción es propia de un solo partido político.

 

En esta escena teatral todos hablan por la misma boca y se reúnen, se juntan a celebrar sus «genialidades«. Son verdes que no son verdes, son hipócritas, madrugadores en un país que lo verde puede ser gris. Empero, Danilo Medina continúa su labor por todo el país sin conmoverse, en razón a que, como reza el proverbio: A palabras necias oídos sordos.

Ahora bien, los verdes no deben subestimar la inteligencia del Presidente. Ha dado demostraciones claras de gran ajedrecista y que sabe mover fichas estratégicamente, inclusive está colocando en su gobierno, sin temor, a algunas células de apellidos con arraigo social y económico provenientes del campo de sus opositores circunstanciales.

 

Visto desde la altura del Monumento a los Héroes de la Restauración, de Santiago, el viraje judicial que ha tomado el caso Odebrecht desde la libertad que ha tenido el procurador de la República con el manejo de este caso sin la acostumbrada y molesta intervención del Gobierno Central. Vista la ruta que decidió tomar el grupo verde desde San Pedro de Macorís.

 

Visto, además, el estado de dispersión y de agrietamiento que presentan los partidos de oposición, incapaces de asegurar una unidad vigorosa, concluyo este nuevo trabajo revelándole al país que parecería que la reelección del presidente Danilo Medina es un proyecto inevitable, porque él ha podido desarrollar, a pesar de los obstáculos que ha tenido que enfrentar, una labor social, económica y política necesaria e insoslayablemente positiva para el progreso de todos los dominicanos.

Usted podría no estar de acuerdo con este razonamiento, sin embargo, el camino parecería  venir iluminado con la realización de Punta Catalina, siempre y cuando no sea asaltada por los lobos.

JPM

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