La recomposición de la oposición

La coalición opositora al oficialismo alcanzó un 47% en la contienda electoral del 2012, con Hipólito Mejía de candidato presidencial y su conocido rechazo, en un proceso en el que se volcaron todos los recursos estatales a favor del PLD y la Junta Central Electoral permitió que fuerzas militares se dediquen a la compra de cédulas de personas pobres, que previamente habían sido identificadas como perredeístas.

La oposición perdió (¡si fue que perdió!), pero demostró, en ese momento, que era la mitad del electorado

Hay que admitir que con la destrucción del PRD, en una maniobra de Leonel Fernández, Danilo Medina y Miguel Vargas, mediante el uso del Tribunal Superior Electoral (organismo que en estos momentos carece totalmente de credibilidad) el voto opositor se dispersó y debilitó a tal extremo que los medios adheridos al oficialismo empezaron a ofertar al PLD como “partido único”.

Con la crisis del PLD  —crisis que va para largo—  y el crecimiento sostenido de Luis Abinader, un producto fresco y sin rechazo en el electorado, a ningún analista desapasionado se le ocurre asegurar la continuidad del PLD en el poder político más allá del 2016, pese a que tiene el control de los órganos electorales y suele hacer uso abusivo, sin escrúpulo alguno, de los recursos del contribuyente.

Es que el panorama político ha evolucionado desfavorablemente al oficialismo. Leonel Fernández y Danilo Medina, con sus insaciables ambiciones de poder, tienen el juego trancado. El primero está moralmente desacreditado, mientras el segundo requiere de una reforma constitucional para optar por un segundo período, reforma que tendría un costo económico enorme y bajo condiciones políticas que menguarían la reputación del actual mandatario.

Se especula que las condiciones que pone Fernández a Medina son moralmente inaceptables. Y de aceptarse, entonces la gente se acabaría de convencer que no hay diferencia  entre uno y otro, que todo fue asunto de mercadeo en torno a un presidente que gobernó  sin una oposición que denuncie la corrupción, la deficiencia de los servicios públicos, la inseguridad ciudadana, la inflación y la cadena de empréstitos que han disparado por las nubes la deuda externa.

El PLD podrá o no resolver su conflicto interno. Ese es su problema. La  oposición se recompone de todas maneras. Ese 47% que estuvo disperso de forma inducida da muestra de aglutinamiento, con la fuerza adicional de muchos de los nuevos votantes y de personas que han llegado a la conclusión de que el país ha retrocedido en todos los órdenes bajo los gobiernos del PLD.

Y esta vez todos los opositores se unen en torno al Partido Revolucionario Moderno y su candidato presidencial, el licenciado Luis Abinader, que a diario recibe el apoyo de personalidades y entidades políticas, profesionales y sindicales. Y el grueso de los diputados y alcaldes del PRD, consciente de que no tienen los votos necesarios para reelegirse y que la figura de Miguel Vargas en esa boleta les resta, terminarán con Luis Abinader. ¡Anótenlo!

La experiencia de los últimos certámenes electorales revela  tendencia a la bipolarización. La gente no vota para quedar en tercer ni en cuarto lugar y todos aquellos que abogan por el adecentamiento de la administración pública y la institucionalización del país, se aglutinarían en torno a Luis Abinader, candidato que antes de concluir el año estará rondando el 40% de intención de voto. ¡Apunten ese otro dato!

Se reconoce que es al PLD que hay que vencer el 15 de mayo de año que viene, independientemente del candidato que lleve, pero ya la percepción del partido único se esfumó. Y habría que ser muy fanático para no percibir el crecimiento de Luis Abinader y la recomposición en torno a él de la oposición al oficialismo.

La crisis y el descrédito del PLD son tan graves que algunas de las firmas encuestadoras tradicionales, que el autor de este artículo las acusó, producto de informaciones de buenas fuentes, de vender determinadas variables a Leonel Fernández, por un lado, y al gobierno de Medina, por otro lado, de buenas a primeras dejaron de divulgar sus estudios de opinión.

¿Qué ha pasado con esas  “encuestas” que decían que Leonel ganaba en primera o en segunda vuelta? ¿Qué ha pasado con esos “estudios” que decían que Danilo Medina tenía un 90% de aprobación? Salían a la luz pública hasta dos veces al mes y después del 19 de abril, fecha en que se celebró la reunión del Comité Político en Juan Dolio, ninguna se ha atrevido a decir lo que está pensando la gente respecto al PLD. ¿Manipulación?

Se sabe que la situación del PLD evolucionaría positiva o negativamente, pero es un deber ético de esas firmas encuestadoras publicar una radiografía del momento político que vive el país.

No lo hacen para no revelar el gran disgusto que prevalece en la población con el PLD, pero sobre todo por no decirle al país que hay una oposición recomponiéndose, creciendo sostenidamente en torno al licenciado Luis Abinader, el candidato del Partido Revolucionario Moderno y de la Convergencia por un Mejor País.

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