La Puerta del Conde: turrón de jagua
De acuerdo al Diccionario del Español Dominicano, el «Friofrío» es una bebida refrescante elaborada con hielo raspado y jarabe de algún sabor; y el «Friofriero» un vendedor ambulante de friofrío. La muchachada de la década del 50 en Barahona no era tan «fisna» y llamábamos «friero» al vendedor ambulante de friofrío; y al friofrío «turrón» o «guallao», con sabor a «frambuesa» (el más popular), jagua, anís, etc., a los cuales se le añadía miel «a requerimiento del cliente».
Nunca dijimos: «friofriero, dame un friofrío de jarabe de frambuesa» sino «friero, dame un turrón de frambuesa», cuyo costo en aquel entonces era la respetable suma de «un chele» (debido a su poder de compra) – al igual que los otros-, y de «dos cheles» si se «rociaba» con miel. En recreo, además del friofrío, era habitual comprar dulce de leche, palito de coco, borracho, jalao, bobote, maní, etc., también «a chele» (y/o centavo desaparecido, para la nueva generación, como lo fue la «mota» para la nuestra).
LA ZONA
A qué viene esto del Friofrío y La Puerta del Conde? En junio 2013 publiqué un artículo en la prensa digital con el título «Remodelación del Parque Independencia» (Ref./Google), que nada tiene que ver con La Puerta del Conde (ni con lo que hoy sucede en ella…el pañete) sino con la necesidad de una mayor honra a quienes arriesgaron todo para conquistar la libertad e independencia del pueblo dominicano el 27 de febrero de 1844.
En mi artículo dije que un proyecto de remodelación del parque no debe limitarse al entorno del Altar de la Patria sino también calles aledañas y edificios para conformar un entorno patriótico. Esto es algo muy distinto a la propia Puerta del Conde o puerta de salida de la vieja Ciudad Colonial, de la calle El Conde de Peñalba (Bernardino de Meneses Bracamonte y Zapata), originalmente llamada Bastión de San Fernando, un edificio militar construído en el Siglo XVII. En 1935 es declarada por el Estado Dominicano como Monumento Nacional Dominicano y en 1943 se trasladaron desde la Capilla de los Inmortales de la Catedral de Santo Domingo los restos de los Padres de la Patria: Duarte, Sánchez y Mella.
Los bienes culturales son de distintos tipos y épocas, entre los que se destacan los monumentos, como La Catedral Primada de América y La Puerta del Conde, para solo indicar dos ellos. En el primer caso, el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez se refirió a la preservación de la Catedral aduciendo que «tomaría algún tiempo prudente porque se contempla curar las piedras calizas usadas en su construcción y que pueden haber sufrido deterioro con el paso del tiempo y las altas temperaturas que se registran en el país», criterio con el que estamos totalmente de acuerdo («Pide prevención contra la violencia». Listín Diario. 17/3/2014).
EL ERROR
En el caso actual de La Puerta del Conde se aplicó el concepto de «restauración» de un monumento, en vez de «preservación» (o conservación) del mismo, tal y como sucede con la Catedral Primada de América, y ahí es donde está el error que hoy día convierte La Puerta del Conde en un «turrón de jagua» (por su color amarillo, parecido al barro). Este turrón nada tiene en común con el concepto «remodelación» que aplicaría al Parque Independencia, al que hay que lavarle la cara, iluminarlo completamente para que el «Dios, Patria y Libertad» de nuestra bandera sea siempre nuestro norte.
Vemos pues que remodelación, preservación y restauración son tres conceptos muy distintos en lo que atañe a estructuras físicas y/o bienes culturales de distintos tipos y tiempos. Veremos por qué. La remodelación del Parque Independencia es un proyecto que debe transmitir la energía de espíritu del Patricio Juan Pablo Duarte para que ilumine por siempre el pueblo dominicano. Hace falta un rayo de luz que así lo refleje, no una estructura que lo opaque como La Puerta del Conde de hoy, por más criterios técnicos que quieran justificar su «restauración».
LO QUE DEBIO HACER
Por lo tanto, antes de tocar ese monumento la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) debió ponderar los antecedentes históricos y físicos de diversas estructuras concentradas en un área que popularmente se conoce como Parque Independencia, independientemente de las técnicas y procedimientos de «conservación» y «restauración» del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) y/o «Carta de Venecia» o Carta Internacional sobre la conservación y restauración de monumentos firmada en Venecia en 1964.
Tal y como su nombre lo indica, y de acuerdo con el idioma de Cervantes, la OISOE, una oficina como tal (supervisora) y no una constructora de obras públicas, debe dedicarse a supervisar en vez de construir para informar al Poder Ejecutivo de los avances de obras que involucren fondos públicos. Lo contrario es una transgresión jurisdiccional sujeta a suspicacia o cuestionamiento ya que el Ministerio de Obras Pública debe ser la única institución del Estado con plena capacidad para intervenir y construir obras públicas establecidas dentro del Presupuesto General del Estado.
En vista de esa disparidad, primó el concepto de «restauración», en este caso de manera insólita buscando devolver a La Puerta del Conde su forma original, como se adujo, sin antes pensar que se trata de un monumento construido en el Siglo XVII, por lo tanto imposible de restaurar como en sus inicios (vaya perla!). La verdad es que hay que tener «buenos tímpanos» o ser un Houdini para llevar a su estado original un monumento de más de 300 años. Solo si el monumento se destruye, sea por causa de un fenómeno natural o guerra, entonces es preferible la réplica del mismo, algo muy distinto al concepto «restauración», el que por gravedad se descarta pero que se quiere aplicar para justificar los trabajos de restauración y no de conservación o preservación, como debe ser.
Imagine el lector el querer restaurar a su estado original todos los monumentos de la República Dominicana, al estilo de lo que hoy vemos en el monumento La Puerta del Conde. Más bien se confundió la actual remodelación del Parque Independencia como parte una totalidad que incluyó un monumento muy especial, sin tener en cuenta su entorno en particular o el entorno del parque en general, ni tampoco su estructura en sí.
UNA ABERRACCION
Lo que vemos hoy no es la restauración de una obra que se construyó en el Siglo XVII sino una aberración o réplica de lo que históricamente se conoce como Puerta del Conde.
Parecería que la OISOE descubrió la pólvora en cuanto a la «restauración de monumentos milenarios» y debe comenzar con la Catedral Primada de América para devolverle su esplendor. Pero antes hay que tomarse una tacita de café con el Cardenal López Rodríguez para conocer su parecer sobre los cambios que hay que hacer en la Catedral, para ver si él está de acuerdo. Me dejan saber.
eduardofranjul@yahoo.com
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