La pandemia en los años 80
Estamos en los años 80, y al igual que ahora, somos azotados por el coronavirus. Antonio Gil, jefe de redacción de una televisora local en Santo Domingo, reafirma con voz estentórea: “puede haber un ciclón o temblar la tierra, y De León siempre está en ese rincón”. Con este encabezado trato de presentar una escena de aquellos tiempos, si, como ahora, se habrían presentado los estragos del COVID-19. De seguro, como era mi costumbre, habría hecho honor al que tal vez era mi mayor mérito como periodista-reportero; estar con puntualidad en mi puesto de trabajo. Imagino que, como en otras contingencias, convulsiones y movilizaciones de la época balaguerista, y con otra modalidad de periodismo, yo habría sido enviado a los barrios marginados de la parte alta de la capital, Santo Domingo. Siempre se entendía que en las refriegas de pedreas y protestas contra el gobierno, por conocer los barrios y a los ‘tigueres’, era el indicado para cubrir los enfrentamientos con miembros de la Policía Nacional. Por mi antipatía para entrevistar a los políticos, y mi rechazo al estado de cosas, no era dado a entrevistar funcionarios ni representantes de la derecha, pero sí a dirigentes de izquierda. Además, aunque no me lo dijeran de frente, me consideraban un reportero osado y temerario porque -¡vaya prejuicio!-, procedía de las barriadas de Villa Francisca y Borojol. Ciertamente, con otra situación sanitaria más atrasada que la de ahora, se habría escogido al camarógrafo, y fotógrafo, más capacitados para esa tarea. En esas circunstancias, me veo internado en las empedradas calles, callejas, callejones y patios de los barrios de la capital, comprobando el protocolo del distanciamiento de la gente. Con mascarilla, guante y una libreta en manos, me habría adentrado por recovecos barriales. Luego, como siempre, habría regresado agitado a redactar apresuradamente sobre lo que vi en las calles, y reportado los nombres de los infelices, víctimas de la pandemia. Si algo me distinguió como periodista-reportero fue que siempre fui estricto en llegar puntual a mi trabajo, aunque nunca fui reconocido por ese cumplimiento laboral. Si acaso tuve una virtud como periodista, fue ésa, además nunca fui refutado con desmentidos, ni elaboré una noticia sin asistir al lugar de los hechos. JPM |