La paciencia de Job

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El AUTOR es periodista. Reside en Nueva York.

Por ALEJANDRO ALMANZAR

Como a Job, los haitianos ponen a prueba la paciencia del pueblo dominicano, y como les recordara el ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Navarro, esta también tiene sus límites, y la están colmando.

Su recurrente escarnio a la única patria que los acoge, parece ser parte de una política del Estado haitiano, para encubrir el saqueo al que someten a esa empobrecida nación intervenida por fuerzas internacionales.

Haití sigue siendo el mejor objetivo para un grupo de nativos y extranjeros hacerse ricos con la desgracia de la mayoría, desde las naciones que lo empobrecieron, hasta las organizaciones que viven de su drama humano.

Tienen derecho a vivir de la miseria haitiana, lo que nunca permitiremos es que busquen en la República Dominicana la solución de problemas que no hemos creado, pues después de 171 años como nación libre, independiente y soberana nadie la distraerá de sus objetivos reales, aunque los haitianos les hagan el dúo.

Estos forajidos que ofendieron nuestros símbolos patrios en el Consulado dominicano en Puerto Príncipe, alguien los habrá convencido de que ellos son parte de nuestra herencia dejada por la colonización, y los macabros acuerdos de potencias.

Dominicanos que cruzan la franja divisoria pierden la vida a mano de criminales haitianos, y la población dominicana nunca ha actuado contra los intereses de Haití en el país, y este ataque contra la legación diplomática es en represalia por la muerte de un nacional haitiano en Santiago.

La “autoridad” haitiana dijo condenar los hechos violentos, pero no dejó de justificarlos cuando nos acusaron de xenófobos y racistas. Ojala el país asuma la paciencia de Job para que continuemos nuestro desarrollo político, económico y social, dejando a los haitianos con su pobreza espiritual e intelectual.

Esa saña contra quienes les protegen y acogen, es claro indicio de que es un pueblo de desagradecidos, que por más solidaridad del dominicano con ellos no lo valoran, pues sus planes parecen ir dirigidos a apoderarse de lo que nos pertenece.

Como culpándonos de su desgracia, el ciudadano ha visto cómo para el proceso de regularización el Estado dominicano tiene que invertir millones de pesos, mientras el gobierno haitiano busca sacarle provecho económico explotando a sus ciudadanos.

Esa actitud de los haitianos debe estar movida por manos invisibles del poder extranjero que buscan un pretexto para invadir a la República Dominicana, pues ante la mirada indiferente de la fuerza interventora en Haití, desaprensivos cometieron los hechos antes mencionados y nadie hizo nada para impedirlo.

Haití no ha podido salir de la miseria en que lo dejaron sus antiguos socios y busca arrastrarnos a su condición, pero pudieran estar acelerando su muerte de hambre empujándonos a la construcción del muro en la frontera que ya es clamor nacional.

El gobierno debe procurar leyes contundentes del Congreso Nacional, para que igual hace Los Estados Unidos, todo empresario usando manos de obras ilegales reciba altas multas, cárcel y posible cierre de su empresa.

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