La Nochebuena

 

 

La nochebuena es una fiesta confusa. Con ella se celebra el nacimiento de Jesús, que es un acontecimiento del que no se tiene certeza la fecha en que ocurrió. Además, también se desconoce la hora en que el mismo se produjo. Entonces, ¿por qué celebrar Nochebuena y no Díabueno? Yo prefiero suponer que Jesús nació de día y no de noche Quizás a media tarde, para que la hora compaginara con la de su muerte, ocurrida 33 años después, o al amanecer, para que el sol desplegara sus rayos a sus pies en señal de adoración y bienvenida. La señal de luceros en el cielo fue para guiar a los Reyes Magos hacia el lugar en que ya se encontraba el recién nacido, no el niño por nacer. Por otra parte, la fecha escogida me parece desafortunada, porque en ella se celebraban fiestas conmemorativas al dios sol. ¿Cómo entonces mezclar la celebración del nacimiento del Niño Dios con una fiesta pagana? ¿Acaso no implica eso pretender quedar bien con los dos, es decir, con Dios y el Diablo, como más claramente se dice ahora?

Dios es Dios, simplemente, y su nacimiento debe festejarse el día en que se produjo, o al menos en una fecha  aproximada, establecida sensatamente, lo que no debe ser una tarea difícil. ¿Qué puede costar a los gobiernos del mundo designar un equipo multidisciplinario imparcial que estudie los escritos predictivos del Antiguo Testamento y los de los cristianos primitivos en busca de precisiones sobre el particular? Otro equipo, conocedor de la geografía y del clima local, así como de la apariencia de los astros celestes durante los diferentes meses del año, bien podría orientar con sus pareceres sobre el momento más concordante. Además, existen hechos históricos de los que constan registros, como es el censo romano que obligó a cada ciudadano a retornar a su lugar de nacimiento para ser censado, que pautan de manera muy precisa sobre el mes y día en que se produjo el nacimiento del niño Jesús en el humilde pesebre de Belén. ¿Por qué, entonces, no sujetarnos a la historia, sencillamente?

Somos nosotros, los humanos, simples mortales, quienes debemos adecuar nuestros quehaceres para celebrar el nacimiento, no procurar, como se hace hasta ahora, acomodar la fecha a nuestros intereses y conveniencias comerciales.

Es reprochable que hasta ahora las religiones cristianas se hayan plegado en forma cómoda a la fecha establecida en forma arbitraria e irracional, como si fuera suficiente e igualmente útil establecer un día conmemorativo cualquiera. Yo soy un simple humano que nació en septiembre y no admitiría que a nadie se le ocurriera festejar mi cumpleaños en febrero porque le conviene más.

“¡Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”! –señaló Jesús con autoridad. Y siendo que su nacimiento tiene una trascendencia tan vital para el ser humano, ¿no vale la pena establecer cuándo ocurrió este nacimiento para que lo celebremos cuando debe ser?

Iniciemos una jornada que conlleve a ello. Te invito a unirte a mi reclamo.

jpm

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