La hora del perdón

La Organización de Estados Americanos fue una sombra dentro del grosero proceso de la intervención militar norteamericana de 1965. Una entelequia institucional, que actuaba y actúa sin independencia de criterios, y únicamente siguió el dictado del gobierno norteamericano de entonces.
La intervención de los Estados Unidos en la República Dominicana fue para cercenar el surgimiento de un gobierno democrático, o el seguimiento a la etapa constitucional que encabezó el profesor Juan Bosch  que había caído fruto de un Golpe de Estado en 1963.
La revolución de Abril del 65 fue la respuesta política y militar  del pueblo en armas, a la destrucción  de sus deseos de libertad, al pisoteo de su dignidad, y haber hecho jirones su Constitución. Los comandos derrotaron a los segmentos militares golpistas, y por consiguiente tambaleó el predominio de los Estados Unidos sobre nuestro país.
En ese momento el presidente Johnson decide intervenir en la República Dominicana con 42 mil marines. Fue una acción de la entera responsabilidad de los Estados Unidos y, desde luego,  los dominicanos que la apoyaron tienen sus culpas, por antipatriotas, pero con la adhesión  de ellos, o con su rechazo, los paracaidistas norteamericanas tenían marcado su destino.
Esa intervención militar necesitaba un parapeto donde tratar de justificar conductas sucias, y se acudió a la OEA para que diera nombre a una alegada Fuerza Interamericana de Paz, cuya acción principal  era sacar de la responsabilidad a los norteamericanos en la acción de violar la soberanía de un pueblo.
La culpa de  la OEA existe, pero se trata de una organización movida por los intereses norteamericanos, sin voz y sin acciones propias. Ayer y hoy, la OEA no tiene independencia para tomar decisiones que puedan ocasionar un golpe de Estado o una intervención. Sólo juegan el papel sucio de tratar de limpiar conciencias putrefactas.
La OEA no tiene que disculparse con los dominicanos.  Su accionar ha sido de espaldas a los principales intereses de los pueblos latinoamericanos, por lo que sencillamente se alineo junto a sus amos. Quienes nos deben pedir disculpa son los norteamericanos.
Fueron los soldados norteamericanos los que invadieron a la República Dominicana. Fueron esos soldados los que tendieron un cordón de seguridad para permitir que tropas a la desbandada cobraran nuevas fuerzas y sirvieran de punta de lanza en la terrible Operación Limpieza.
Si alguien debe pedir perdón a los dominicanos es el gobierno de los Estados Unidos por enviar a 42 mil marines en el año 1965 a cercenar nuestros deseos y esperanzas de libertad. La OEA, no pasa de ser un simple peón en el juego de ajedrez de las grandes potencias.
JPM
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