La hora del desplome

El chiripeo y la informalidad  se está haciendo cargo de la economía dominicana. Para el hombre de a pie, la consigna es la subsistencia, haciendo cualquier cosa que le permita conseguir el dinero para la comida diaria. Con la ausencia de empleos formales siendo una realidad, es como si llegará la hora del desplome.

Lo que en dominicana llamamos la chiripa, un trabajo pago por servicios, mal remunerado, sin seguro social y sin compromisos, mantiene en la miseria a millones, pero les permite echar algo a su estómago. Hay que tratar de reivindicar el empleo de calidad.

No solo es tener una ocupación con cierta formalidad, sino gozar de seguro médico, de facilidades de escuelas, de programas de viviendas, y sobre todo de periódicamente ir mejorando los niveles de vida.

Hay que zarandear a la economía dominicana y sacarla de sus divisiones que son excluyentes. A la macro-economía hay que echarle un brazo por los hombros y decirle, el desempleo y la falta de oportunidades está agarrotando a la sociedad.

El joven de hoy que llega a la etapa adulta, a los 18 años cuando saca la cédula, tiene el camino tronchado, antes de poder dar el primer paso. Con mínima escolaridad, el primer empleo nunca llegará. Se piden certificados, hasta para recoger la basura, y en las ferias de empleo, las filas son interminables.

Hablamos de la delincuencia, y costosos programas para hacerle frente, pero nadie se acuerda del detritus social de donde emana la pandilla callejera. Hay Estafadores de cuello blanco que logran burlar la ley, pero en el código de la calle, los maleantes crecen y se multiplican a diario.

Con una juventud atada a su marginalidad, no se puede acabar la delincuencia. El primer paso para un joven en la línea roja del delito, es su hambre y su miseria. Una parte proporcional de las adolescentes se meten a prostitutas, para conseguir que comer.

Las estadísticas abrumadoras de madres solteras adolescentes están sustentadas en esa exclusión, donde se juega a conseguir de comer vendiendo caricias prematuras. En otros casos, la promiscuidad de esos hogares marginados, empuja a un sexo temprano, promovido por adultos irresponsables.

La clase gobernante tiene que dar respuestas al desempleo y a la falta de esperanzas. Para haber desarrollo de un país tienen que actuar al mismo compás todos los sectores. Con divisiones odiosas el crecimiento será desigual, aumentarán las injusticias y el mundo se reducirá a la fantasía que pueda proporcionar un trago de ron barato.

Todavía estamos lejos de “La Hora Señalada”, como en la película del Oeste de Fredd Zinnemann, con la actuación de Gary Cooper, pero es el minuto de ver el reloj. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

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