La fidelidad en una sociedad que te enseña a ser infiel. La trascendencia

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EL AUTOR es investigador y empresario de agronegocios. Reside en Santo Domingo.

(Parte II)

c.aybar@nikaybp.com

En la primera entrega  de este trabajo, hablamos sobre la fidelidad en el sentido amplio del concepto y como se aplica, se reconoce o se comporta  en una sociedad cada vez más competitiva, donde los valores fundamentales, incluso a veces se pueden asumir como antivalores.

Y es que los valores que son tomados en cuenta en esa sociedad, son aquellos que estimulan la competencia, la acumulación de recursos materiales, la adquisición de riquezas, la satisfacción de placeres individuales pasajeros, el poder por encima de la dignidad y la vida humana. Un mundo donde no predomina la visión trascendente de la vida.

En esta entrega nos proponemos hablar de la fidelidad trascendente, la fidelidad que al asumirla y descubrirla, te atrapa y te hace vivir en ella de manera prácticamente espontánea, natural; la fidelidad que te hace trascender, y, trascendiendo, reconoces que el ser humano, su vida y su dignidad no tienen valor ni precio y están por encima de todo en este mundo.

Para hablar de esa fidelidad, tenemos que hablar de un ser trascendente, de ese ser que históricamente cada sociedad, cultura o conglomerado humano le ha asumido de diferentes maneras, y le ha buscado y, en algunos casos, asociado a fenómenos de la naturaleza, pero que todos llaman Dios.

La fidelidad de Dios

Antes de hablar de lo que significa ser fiel a Dios y cómo podemos ser fieles a Dios, hablemos sobre la fidelidad de Dios. Dios tiene una característica que no siempre tienen los seres humanos: Él es el mismo siempre.

Y esa característica propia de Dios está contenida incluso en su propio nombre: YO SOY, Dios es y punto, no cambia nunca; a nuestra mente se le hace difícil comprender ese concepto del no cambio, porque está acostumbrada a un mundo con cuatro dimensiones perceptibles: tres espaciales (la altura, la anchura y la profundidad) y una temporal, un mundo  caracterizado por el  espacio y el  tiempo.

Esto presupone que todo cambia, y el ser humano cambia también, y, generalmente su comportamiento y respuesta ante las situaciones que se le presenten, van a depender de los fenómenos que se estén viviendo en el momento.

Pero Dios está fuera del espacio y del tiempo, y de las tres dimensiones que conocemos, porque Dios abarca este universo y todo lo que podamos imaginar que existe. En consecuencia, Dios siempre es el mismo, inmutable, no cambia. Él es la verdad absoluta, por definición, Él es fiel, su fidelidad, al igual que Él, no cambia, es absoluta.

Por eso, cuando ponemos nuestra confianza en Él, podemos estar seguros que no seremos defraudados. Sus promesas se cumplen, no importa cuándo ni dónde, porque Él está fuera del tiempo y del espacio, es inmutable y sus promesas también son inmutables.

En eso se basa la certeza que se afirma en Éxodo 34:6-7: “Dios no es un hombre, por lo tanto, no miente. Él no es humano, por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir?”.  En Número 23:19: “Reconoce, por lo tanto, que el Señor tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre quienes lo aman y obedecen sus mandatos.”

Igual en Deuteronomio 7:9 y 32:4 respectivamente: “Él es la Roca, sus obras son perfectas. Todo lo que hace es justo e imparcial. Él es Dios fiel, nunca actúa mal; ¡que justo y recto es Él!” “Pero tu misericordia, Señor, llega a los cielos; ¡tú fidelidad se extiende hasta las nubes!”

En el salmo 91:4: “Tu fidelidad permanece para siempre; tú afirmaste la tierra, y quedó en pie. Todas las cosas siguen firmes, conforme a tus decretos, porque todas ellas están a tu servicio.”

De modo que la mayor sabiduría que podría tener el ser humano, es poner su confianza en aquel que nunca cambia, que es el mismo siempre, y por lo tanto, sus promesas tampoco cambian. Es un Dios fiel por definición y por naturaleza. Es imposible para Él no ser fiel. Porque su fidelidad trasciende la vida en esta dimensión, trasciende el mundo como lo conocemos, Él abarca el tiempo y el espacio, es la verdad absoluta, el amor perfecto y la vida eterna.

Pero poner su confianza en Él, presupone que nosotros también debemos ser fiel a Él.  ¿Y cómo podemos nosotros ser fieles a Él, siendo débiles, sometidos a un mundo cambiante, dominado por las pasiones, el egoísmo y el ansia de poder?

Saludos,

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