La familia, iglesia domestica

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LA AUTORA es mercadóloga y comunicadora. Reside en Santo Domingo.

Estamos en el mes de noviembre, dedicado especialmente a la familia. En tal sentido, algunas meditaciones sobre la misma.
La familia es la célula primera y vital de la sociedad. Ella debe ser la iglesia doméstica que acoja, viva, celebre y anuncie la palabra de Dios.
El cristiano ha de defender el amor indisoluble del matrimonio, de la vida aun no nacida, y de la estabilidad de la familia que favorece a la educación de los hijos al amparo de sus padres. Permanecer fieles a la disposición divina del ejemplo excelso de la Sagrada Familia, ha de seguir siendo modelo para el mundo. Y es que en la familia se ha de aprender el amor De Dios, siendo los padres los primeros catequistas de sus hijos, no solo de palabra sino de acción.
Es responsabilidad principal la educación de los hijos, y esto lo hemos de recalcar mucho en estos tiempos en que se busca delegar en el Estado de muchos países esta vital misión.
El futuro del mundo se fragua en la familia, en este tiempo de prueba en la que se la ataca de forma frontal, tratando de imponer la ideologia de genero, totalmente opuesta a la disposición divina.
Reiteramos diciendo que todo lo que afecta a la familia es importante, porque es el futuro de la humanidad y por ende es también el futuro de la Iglesia.
 Flagelos tan destructivos como  la permisividad, la infidelidad en el  matrimonio, la falta de comunicación en la pareja, el abuso verbal llegando tristemente en ocasiones a la agresión física, amenazan con destruir la unión familiar. Como bien dicen las palabras introductorias de la Exhortación apostólica familiaris consortio de su santidad Juan Pablo II: En un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente vinculado al bien de la familia, siente de manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad, así como su promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la renovación de la sociedad y del mismo Pueblo de Dios.
En este documento se señalan cuatro cometidos generales de la familia:
1) Formación de una comunidad de personas.
2) Servicio a la vida.
3) Participación en el desarrollo de la sociedad.
4) Participación en la vida y misión de la Iglesia.
Es preciso que  la Iglesia domestica y santuario de la vida, sea  evangelizada para que a su vez pueda evangelizar.
Se podría preguntar cómo evangeliza una familia.  La respuesta es sencilla y contundente. Basta ver una familia que viva el amor entre los esposos y los demás miembros y ya se está anunciando una buena noticia que es lo que significa la palabra Evangelio.
 Es vivir en una permanente actitud de dar, de servir, de ayudar en las necesidades del otro, de amar y de demostrarlo con los hechos y las palabras.
Definitivamente, esta es la que más nos llena de satisfacción porque Jesús nuestro Señor, nos lo dijo en una ocasión: Es mejor dar que recibir. Digo ésto, porque tendemos más fácilmente a una actitud egoísta, de buscar ventajas y beneficios hasta de los que más amamos, marchitando así nuestras relaciones y haciendo que nos encerremos cada vez más en nosotros mismos. Recordemos que nuestro prójimo (significa próximo) más cercano es nuestra familia.
JPM
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