La embriaguez con el poder

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EL AUTOR es periodista. Reside en Nueva York.

  
 
El que ha disfrutado las miles del poder por muchos años termina embriagado.  El dinero  y la lujuria hacen  pensar  al que la disfruta que todo es eterno, sin fin.  Los que andan borrachos  con  el  poder  creen que la democracia comienza y termina con ellos.  
Piensan que nada pasará nunca fuera  del  control uniparitista del Estado. Tan convencidos están de sus equivocadas  percepciones  que concluyen dormidos en sus laureles. 
Lo que acaba de ocurrir en el Partido Revolucionario Moderno (PRM), un partido recien nacido con una masificación acelerada y asombrosa,  debe ser una lección contundente para quienes piensan que el Estado es propiedad exclusiva de un grupito, y no patrimonio completo del  pueblo dominicano. La convención  del  PRM pasó sin traumas.
Por más años que tenga un partido en el poder,  un imperio, una monarquía, el tiempo de su derrota llega porque llega. La alternabilidad en el Estado, la direccion politica del gobierno,  es cónsona con la esencia misma de la democracia.
El gobierno  cambia de manos en el momento menos pensado, y entonces  los que dormían en la paz del sueño eterno  despiertan. Pero cuando vienen a despertar generalmente ya es muy tarde. El PRM ha dado una lección en múltiples direcciones:                                    
Primero:  Que los expulsados del  PRD cargaron con la mayoría de la militancia del partido blanco.                                               
Segundo:  que es posible organizar un evento democrático sin trifulcas mayores .                                             
Tercero:  Que la unidad opositora es más viable que nunca  hacia las elecciones del 2016.
Es claro que la victoria de Luis Abinader , con más del 70 por ciento de los sufragios, trae aire fresco a la política dominicana. Y que al aceptar su derrota tranquilo, Hipólito Mejía, que es uno de los más importantes Íconos de la política nacional, dió una gran desmostración de buen tino, serenidad y madurez.  Fuera del escenario de competencia presidencial,
Hipólito estará ahora al servicio pleno de la democracia.  Garantizar la unidad de su partido, tras la aplastante victoria de Abinader, es su mayor  compromiso. El país necesita ahora más que nunca  de sus mejores  hombres y mujeres unidos y fortalecidos en acciones comunes.    
Reconocido por su carácter jovial, Hipólito está llamado a jugar un papel  estelar en el proceso democrático  y en el esfuerzo encaminado a unificar la oposición para sacar del poder al PLD hacia las elecciones del 2016.
El arte y la política caminan juntos.  Luís Abinader, economista y  empresario  proveniente de una familia ejemplar, tiene ahora  grandes desafíos por delante. Como  una de las opciones fundamentales del pueblo dominicano para definir su destino  político rumbo al 2016, tiene que procurar la más amplia unidad opositora. Sin  la alta tasa de  rechazo que tenía Hipólito hacia afuera, 
Abinader  podrá tejer alianzas tácticas y estratégicas  con algunos de los adversarios más enconados de Mejía, con sectores  de la sociedad civil y con las demás fuerzas políticas de la oposición. 
La  mayor  tarea suya  es saber articular esas alianzas, avanzar  y unir voluntades. Si el PLD equivoca el tiro y no lleva en su boleta a Danilo Medina, la embriaguez de los que no terminan de saciar su hambre de gobernar  con las mieles del poder puede llegar a su fin. La borrachera puede terminar muy pronto.    

 

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