OPINION: La destitución de Donald Trump

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EL AUTOR es Ingeniero Civil. Reside en San Juan de la Maguana.

Desde que el pasado 20 de enero el Presidente Trump ocupara el salón oval de La Casa Blanca, han sido muchos los desafueros que ha cometido, provocando el rechazo inmediato de la población mundial y la desaprobación en su país de los actores que en ellos inciden. La génesis de tales desaciertos residen en su primera orden ejecutiva contra el “Obama Care” (nombre no oficial de la Ley para la Protección de Pacientes y Cuidados de la Salud Asequibles), en la que ya muchos de sus legisladores e influyentes personajes republicanos se han expresado públicamente contra la disposición del mandatario.

El rosario es largo y le siguen la que dispuso la construcción del muro limítrofe con México; la de acelerar deportaciones de los que están en el país ilegalmente priorizando a: los condenados o acusados de delitos, los que hayan cometido una infracción de pago, a los que hayan abusado de la asistencia social y a los que están bajo orden de expulsión; la de Suspensión del programa de refugiados y veto a siete países musulmanes hasta que se adopten nuevos procesos de escrutinio: Irak, Siria, Irán, Sudán, Libia, Somalia y Yemen.

Del mismo modo, el 6 de marzo luego del revuelo causado por ésta orden ejecutiva, Trump firmó esta nueva orden ejecutiva en la que se ven afectados solo seis países en lugar de siete (Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria, y Yemen). Ya no está incluido Irak en la lista.

Lo último que ha puesto la tapa al pomo ha sido su controversial declaración que el ex-presidente Obama había intervenido su teléfono y los de la Torre Trump en Nueva York.

Las reacciones a tan nefastas acciones no se han hecho esperar: el Fiscal General de Nueva York, Eric T. Schneiderman manifestó que “el Presidente Trump no está por encima de la ley”; el magistrado James Robart, juez federal de Seattle (estado de Washington) vetó la orden ejecutiva que impedía el ingreso al país de ciudadanos de siete países; el gobernador de California, Jerry Brown ha afirmado que defenderá a los indocumentados del gobierno de Trump, a lo que ciudadanos de ese estado han declarado que “Trump no es su presidente”.

La avalancha es interminable, un congreso de mayoría republicana en ambas cámaras se ha mostrado en contra de las acciones de su presidente. El influyente senador y ex-candidato presidencial republicano John McCain, ha pedido públicamente a Trump que se retracte de las infundadas imputaciones vertidas contra Obama; Sean Spicer, portavoz de La Casa Blanca en el actual gobierno, ha afirmado que Obama no intervino teléfonos de Trump.

Ante tan nefastas acciones del presidente de la nación mas poderosa del mundo, Julian Assange (fundador de Wikileaks) ha afirmado que las agencias de Inteligencia conjuntamente con la oposición están trabajando en crear las condiciones propicias para provocar la destitución del presidente y sustituirlo por el vice Michael Pence.

Sin embargo, destituirlo es tan complejo como elegirlo. Ello requiere votos tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. En primer lugar, los primeros deben determinar si existen o no motivos para acusarlo. Si deciden que los hay, el Senado tiene un juicio de destitución, en donde se hace necesaria la aprobación de las 2/3 partes de los presentes en quorum reglamentario. Solo 2 presidentes han sido acusados en la historia: Andrew Johnson, de violar la ley de Tenencia de Oficio y Bill Clinton por mentir con el caso de infidelidad Mónica Lewinsky. En ambas ocasiones fueron absueltos por el Senado.

A pesar de lo engorroso del proceso, el caso de la especie tiene la particularidad que se trata de un presidente que gobierna de espalda al partido que lo postuló y de un congreso que si es cierto es afín al gobierno, no es menos cierto que prefiere otra cara de uno de sus correligionarios en la conducción del Estado.

Según el prestigioso diario The New York Times, Donald Trump declaró pérdidas en tres de sus empresas por US$ 916 millones en el año 1995, ahorrándose de ese modo un monto similar y beneficiándose con exenciones fiscales. La evasión fiscal es un delito grave en Estados Unidos. El presidente Trump tiene un techo de cristal, lanzar piedras al aire puede ser muy peligroso para él; motivos son los que necesitan los representantes para el impeachment, razones de sobra es lo que está produciendo para ello.

Es necesario recordar el Watergate, un escándalo que salpicó al presidente Richard Nixon, quien a sabiendas que el congreso tenía elementos de sobra para su destitución y que estaba dispuesto a ello, prefirió renunciar de la presidencia en el año 1974.

JPM

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