La Argentina de Macri y las próximas elecciones

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo.

El próximo 10 de diciembre de 2019 el nuevo gobierno que se elija se encontrará con el desafío de reinsertar a la Argentina en el mundo de manera activa, inteligente, realista y digna. Desde nuestra opinión y visión de la situación como estudioso de política exterior, queremos contribuir desde ya emitiendo nuestro parecer en pos de ese objetivo. La administración Macri debilitó la posición internacional de Argentina. Ha sumergido a ese país en un nivel record de endeudamiento que ya produjo recesión, inflación e inestabilidad y además construyó una hipoteca hacia el futuro.

El Fondo Monetario Internacional volvió a ser el centro de la política exterior, que en la práctica no se diseña solo en la Cancillería sino en el Banco Central, el Ministerio de Hacienda y Finanzas, el Ministerio de Seguridad, el Ministerio de Defensa y la propia Presidencia de la citada Nación. El Gobierno se propuso desmontar cuanta iniciativa integradora había heredado del régimen que sustituyó. Como en la década de 1990, despolitizó otra vez al Mercosur, debilitó el Parlasur, maniató a la Unasur y congeló la Celac.

Convirtió el hostigamiento a Venezuela en un signo de su identidad. Abandonó el reclamo por las Malvinas a nivel nacional y le quitó el nivel de exigencia regional que ya había alcanzado. Violó en casos paradigmáticos las garantías individuales y el principio del debido proceso y se apartó del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y de sus órganos. La instrumentilización de procesos judiciales a sus opositores como forma avasallamiento e inhabilitación política está en marcha hace tiempo…

El Gobierno de Mauricio Macri no solo hizo retroceder a la Argentina hasta volver a la doctrina aislacionista de fines del siglo XX. En los hechos disminuyó drásticamente la capacidad de negociación del Estado nacional. Para un país de desarrollo medio como Argentina, donde los principales desafíos son la disminución de la desigualdad y la recuperación del ímpetu industrializador, debilitar sus alianzas políticas, regionales y económicas naturales significa una amputación de los instrumentos básicos para su desarrollo autónomo.

El objetivo de Macri fue integrar a la Argentina en solitario dentro de un mundo de bloques. Desde el inicio de su mandato no solo interpretó de manera equivocada el momento mundial, donde el multilateralismo clásico está en crisis y priman las guerras cambiarias y comerciales.

El Gobierno macrista, además, desplegó una política exterior ideologizada. Sobreactuó las concesiones hacia el Comando Sur de los Estados Unidos al punto de poner en peligro la construcción democrática de separación entre la seguridad interna y la defensa nacional como si esa sobrevaluación fuera necesaria para mantener una relación seria y equilibrada con Washington.

En un mundo donde pesa cada vez más el «financierismo» concentrado no habrá posibilidades para una Argentina más justa sin buscar un multilateralismo activo, o sea sin construir un polo de poder desde la región que tenga una voz propia frente al unilateralismo de los Estados Unidos, el ascenso de China y la presencia cada vez mayor de Rusia y la India. Solo desde ese polo de poder la Argentina podrá neutralizar las amenazas contra su soberanía y articular con otros bloques o Estados políticas de intercambio que contribuyan a la solidez de un país sustentable y capaz de superar la condena cíclica de la restricción externa.

En Brasil la dictadura surgida del derrocamiento de Dilma Rousseff no será eterna y el pueblo hermano volverá, como en otras épocas, a recuperar la soberanía bajo el liderazgo de Lula, que sin duda debe ser liberado como paso imprescindible para encarar la transición hacia la legalidad institucional.

Una Argentina digna y activa debe reconstruir los lazos políticos y comerciales con Brasil como base para rearmar el Mercosur y recuperar la Unasur en sus dos costados virtuosos, el de un espacio plural y el de una reunión de Estados que debe seguir desplegando planes de conectividad física y virtual y articulando el proceso, hoy trunco, de una nueva doctrina regional de preservación de los recursos naturales y el patrimonio social que venía elaborando el Consejo Sudamericano de Defensa.

El Gobierno de Macri representa el proyecto de una Argentina que se deja maniatar y el de una élite que busca maximizar sus ganancias aprovechando y exagerando ese vínculo de subordinación. En el mundo existe el espacio para una Argentina soberana. También está vivo ese espacio en la conciencia nacional. Pero nada es fruto de la generación espontánea. Es preciso discutir desde ya cómo ocupar ese espacio. Es preciso alentar esa discusión al nivel de los verdaderos formuladores de política exterior: los partidos políticos, los sindicatos, el Congreso, los empresarios, las universidades, las organizaciones sociales, las ciudadanas y ciudadanos conscientes de que, si es imposible realizarse en un país que no se realiza, también es imposible que el país se realice en una región que no se realiza. Lo peor está por terminar y no hay tiempo que perder, pues.

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