Justificando lo injustificable

El sábado recién pasado el ministro de educación justificó la
inversión de RD$18 millones en la construcción de una réplica de la institución
que funciona como su pabellón en la Feria Internacional del Libro de Santo
Domingo (FIL) y anticipó que para el próximo año gastará una suma similar en la
réplica que se propone construir de una escuela de jornada de Tanda Extendida.

Conforme
sus declaraciones este expresó que con dicha edificación millonaria se trató de
englobar todo lo que significa la revolución educativa que impulsa el
presidente de la República mediante el Ministerio de Educación, lamentándose de
que el espacio saliera pequeño para poder mostrar el trabajo que esa
dependencia realiza a favor de la educación.

Nadie
regatea que la actual gestión gubernamental se ha empeñado en mejorar el sector
educativo dominicano diferente a la administración de los gobiernos del señor
Leonel Fernández Reyna que hasta el último momento de su estadía en el palacio
nacional estuvo negándole el reclamado popular del 4% del Producto Interno
Bruto (PIB) a la educación inicial, básica y media del país.

Es inexplicable
el hecho de que actualmente la nación dominicana esté pasando por una situación
financiera-económica difícil producto del mal manejo de la cosa pública de
parte de los gobernantes del Partido de la Liberación Dominicana quienes han
llevado al país al endeudamiento más alto que la historia dominicana recoge de
los últimos años.

Si el Fondo
Monetario Internacional y otros organismos internacionales de financiamiento
así como voces autorizadas de economistas y financistas del país advierten a las autoridades dominicanas del
crecimiento galopante y peligroso de la deuda pública que sobrepasa ya el 50%
del Producto Interno Bruto (PIB) y que este representa el 26% de los ingresos
corrientes del erario, ¿Cómo es posible que el principal funcionario del área
educativa del presente gobierno del PLD se refiera de forma sarcástica al gasto
alegre que se ha erogado para erigir un pabellón que represente al ministerio
de educación en la feria del libro? cuando no es un secreto para nadie que las
recaudaciones impositivas en el primer trimestre han disminuido respecto a lo
presupuestado del presente año y a igual período del año anterior.

Además, a
sabiendas de que el país está arrastrando un alto déficit acumulado convertido
ya en deuda pública y traducido en más impuestos así como también por el alto
déficit fiscal de más de RD$78,000 millones que tendrá que hacer frente este
año.

Y
conociendo que las aplicaciones financieras del presupuesto de la nación van en
aumento, es decir, el pago de intereses o gastos financieros y amortización, no
es razonable que se esté gastando el dinero del pueblo en obras ornamentales
aún más cuando es una celebración tan efímera que apenas la feria del libro
dura unos quince días para un gasto tan alto, innecesario e improductivo como
son los RD$18 millones erogados para esos fines.

Muchos
pensaran que detrás de esas erogaciones tan olímpicas se esconden lujosas
comisiones a favor de unos cuantos que prefieren el dinero fácil y ajeno.

Con ese
gasto desembolsado no se contribuye a mejorar la educación dominicana, pues si
quieren justificar la inversión del 4% del PIB en educación que destinen esos
recursos a capacitar a los docentes, que es materia pendiente en la educación
dominicana, pues no solo con la expansión de la infraestructura escolar mejora
el proceso de enseñanza-aprendizaje el cual necesita alcanzar los estándares
internacionales de calidad.

Es oportuno
recordar que el país será lo que son sus docentes. Mientras no se alcance la
competencia en conocimientos que requieren los docentes dominicanos la nación
seguirá trillando el mismo camino de atraso y todo quedará en simple poesía de
anhelar algunos sueños pero sin poner
los pies sobre la tierra para lograr las metas y objetivos propuestos dentro de
los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) en el área educativa.

De manera
que el ministro de educación no puede justificar lo injustificable con ese
gasto superfluo. En este caso se le escapó una pifia en el argot
beisbolero.

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