Julia Álvarez: La literatura ejercita la imaginación y el corazón
Washington, 2 ago. .- La escritora estadounidense de origen
dominicano Julia Álvarez recibió esta semana de manos del presidente Barack
Obama la medalla de las Artes, un reconocimiento que ni imaginaba cuando llegó
con sus padres a los 10 años, experiencia que comparte con miles de emigrantes
a los que ha inmortalizado.
Habla español pero se siente más cómoda hablando en inglés
«especialmente cuando hablo de cosas profesionales», dice en una
entrevista con Efe, pero su acento en castellano no ha perdido un ápice de la
dulzura dominicana.
«Me hubiese gustado ser completamente bilingüe pero llegue a este
país en una época en la que se castigaba si uno hablaba español en la escuela,
así que yo me desprendí del español que no sea en casa», un español que le
devuelve a su niñez.
Nacida en Nueva York de padres dominicanos, su familia regresó a la
República Dominicana cuando tenía tres meses y se instalaron de vuelta en
Estados Unidos para quedarse en 1960 huyendo de la dictadura de Rafael
Trujillo.
«Cuando tienes 10 (años), no te dan ninguna explicación; 'mami' y
'papi' dijeron que debíamos hablar en inglés e incluso en el parque infantil
con mis hermanas teníamos que hablar en inglés». Cuenta que sus padres les
decían: «hay que portarse bien o nos van a botar».
La entrevista coincide con un momento en el que la inmigración es un tema
de interés nacional ante la llegada de miles de menores centroamericanos que se
arriesgan a viajar solos a Estados Unidos huyendo de la violencia y la pobreza
de países como Honduras, Guatemala y El Salvador. Son ya 57.000 en lo que va de
año.
«Lo que está pasando ahora es trágico, trágico», lamenta la
escritora, que señala que el viaje de estos niños es un grito de desesperación.
«¿Qué padre quiere enviar a su hijo al peligro, a un mundo en el que
no van a estar con ellos?». «Nadie hace eso, si no está desesperado;
es una oportunidad de que al menos se salve uno y quizá pueda salvar a los
otros», argumenta.
Álvarez asegura que Estados Unidos siempre ha sido un país de
inmigrantes, «pero una vez un profesor me dijo que el último grupo de
inmigrantes en la puerta quiere cerrarla para el próximo grupo que viene».
Ella misma ha hecho de traductora en el pasado con algunos inmigrantes
mexicanos que llegaron sin saber inglés hasta Vermont, donde reside, y con los
que todavía, de vez en cuanto, mantiene contacto.
La autora de «How the García Girls Lost Their Accents» confiesa
que, cuando leyó el libro de Maxime Hong Kingston The Woman Warrior (1975), que
narra la historia de una inmigrante china, pese a las diferencias, le hizo
sentirse identificada.
«Leer su libro sobre una chino-americana cuando empezaba a ser
escritora fue cuando me di cuenta de que podía hacerse, que podría haber una
literatura estadounidense que no fuera como los estadounidenses tradicionales, aunque,
cuando piensas en el estadounidense tradicional, ha sido siempre
inmigrante», señala.