Juan TH en el ajedrez político entre Luis Abinader e Hipólito Mejía

El periodista Juan TH, vocero de Hipólito Mejía, ha publicado un artículo con el encabezado: «Un consejo de buena fe», encabezado éste que ha quedado trunco, pues para que esté en correspondencia con el contenido del mismo, ese texto debió titularse: «Un consejo de buena fe para Luis Abinader», que dicho sea de paso, de buena fe, no tiene nada.

Ahora bien, aunque respetamos la libertad que tiene todo escritor para titular sus textos, llámese éste, Mengano o Zutano.  Debe colegirse que un escritor es una figura pública, y por ende, se expone a las críticas por parte del público que lo lee. Por igual, los políticos como figuras públicas, en este caso Luis Abinader e Hipólito Mejía, también están expuestos al juicio público.

En este tenor, me permito la crítica hacia el desafortunado artículo de Juan TH, reseñando mi sorpresa, de que un periodista a quien le supongo una recia formación política, cometa el desatino, de querer lograr la nominación presidencial de su líder, en base a argumentaciones insulsas y a una manipulación emocional de poca monta.

Apunta Juan TH en su artículo lo siguiente:

¿Por qué un hombre (Luis Abinader), de apenas 47 años, que hasta hace poco era un desconocido y ya es una figura nacional tiene que apresurarse? ¿Por qué no puede esperar cuatro años y convertirse en la principal figura política del país? ¿Por qué no desprenderse transitoriamente de sus aspiraciones presidenciales, y en un acto de solidaridad, de agradecimiento y de inteligencia política no cederle el paso a su mentor y guía?

¿Cuál es la prisa? -continúa sosteniendo TH- ¿Por qué correr riesgos cuando se ha recorrido un trecho exitoso? ¿Acaso no se da cuenta (Luis), que se está jugando el todo por el todo sin necesidad?

Este patético, desconcertante y retorcido análisis que de la realidad actual, nos hace Juan TH, al presentar a su candidato como a un «pobre y sufrido viejo» que está en las ultimas, con un pie en la tumba, al cual, el contrincante joven, tiene que cederle el paso para evitar que ese «pobre viejo» se muera de depresión, soledad y angustias, tanto por el peso de las ingratitudes, como por un vacío existencial terrible.

Por paradojas de la vida, el personaje que TH nos quiere presentar como «pobre viejo», e inducirnos a apoyarlo por lastima, pena o agradecimiento, y a la vez para evitar lo trágico que sería el final de su vida si no lo hacemos de nuevo presidente, es, nada más y nada menos, que un millonario y por demás, expresidente de la República, al cual le hemos dado la oportunidad en tres ocasiones para que obtenga ese «carguito», que con tanta vehemencia ambiciona otra vez.

Pero sucede, que la necesidad nacional no es la salud emocional ni el futuro de una persona en particular, y muchos menos, si esta persona tiene su futuro asegurado con bienes en abundancia, hasta para realizar la vida de sus nietos.

Es bien sabido, que Hipólito, Luis, y hasta Juan TH, pueden esperar, no cuatro años más, sino, hasta el fin de sus días, debido a la fortaleza de sus posiciones económicas y sociales, lo que no puede esperar más, es la realidad de un pueblo que se está cayendo a pedazos, el cual tiene sus esperanzas cifradas, en que Luis Abinader, apoyado por el PRM y la Convergencia  llegue al poder, para remediar o acabar con las penurias e injusticias en que los dominicanos desenvuelven sus vidas.

En este contexto material, el PRM con Luis de candidato, está abocado a llegar al poder para producir un cambio político que permita resolver las necesidades más urgentes de nuestro pueblo, no las de una persona en particular, o de un grupo.

Una nominación presidencial, está demostrado, no es cuestión de vejez o juventud; la misma es cuestión de la capacidad del candidato y otros factores, unidos a las circunstancias históricas del momento, por lo cual, resulta desfasado, que TH argumente que su líder debe ser el candidato, por su experiencia de Estado, cuando sabemos, que esa «experiencia de Estado», poco le ha redituado al pueblo dominicano, y al mismo partido que lo ha endosado.

Además, le recordamos a Juan TH para fines de reflexión, que Leonel Fernández no tenía ninguna experiencia de esa índole, cuando en el 1996 asumió la presidencia de la República, sin embargo, pese a que sus gobiernos tienen como saldo la casi destrucción de la República, ello no fue óbice para que se haya metido en un bolsillo, a todos nuestros hombres de Estado, incluyendo al mismo exjefe de Estado, que ahora TH nos quiere presentar como la esperanza nacional.

En uno de los párrafos del artículo en cuestión, TH apunta:

«Enfrentar al “viejo” amigo y entrenador político, como lo hacen muchos de los advenedizos compañeros del joven, es un error grave.  El líder ya decidió buscar la nominación presidencial. Nadie tiene dudas. No apoyará a nadie, se apoyará a sí mismo. Saldrá a las calles a reclamar su espacio en la sociedad reagrupando a sus seguidores en todo el territorio nacional e internacional. Saldrá como una trompa marina. Nadie lo detendrá. Arrollará a todos los que se le crucen en el camino».

El párrafo anterior, contiene declaraciones desafortunadas.   Establecer, que enfrentar a su líder es un grave error; que no apoyará a nadie, deshonrando así la palabra empeñada y pactada de apoyar a Luis Abinader; hacer de su candidato una tromba marina, que arrollará a todos los que se le crucen en el camino, es una declaración que encierra una torpeza imperdonable, porque esos no son los caminos de la democracia.

Según Juan TH, dejar que Luis le cuenten los votos en una convención, no le dejará a éste, buenos dividendos.  Es un peligro. Es casi imposible que Hipólito pierda voto a voto un certamen en el PRM, apunta el “nuevo e ingenioso Hidalgo Don Quijote”, defensor lanza en ristre de la candidatura del compañero Hipólito.

Finalizando su artículo, TH sugiere a Luis, apoyar a Hipólito, para catapultarse y para lograr la unidad monolítica y de acero del PRM.  Anteriormente ya hemos leído, que TH vaticina, que de Luis no hacerlo así, se quedará sin pito y sin flauta.

La posición de Juan TH, en cuanto a que Hipólito tiene que ser el candidato a rajatablas, contra vientos y mareas, contra todo y como sea, nos da a entender, que él no ha comprendido, que en este tiempo, donde suponemos que hemos superado el trujillismo y el  balaguerismo, la nominación presidencial se trata de un asunto de alta política para la conquista del poder por la vía democrática; por lo que en la actualidad, esta nominación, no puede ser el resultado de imposiciones sectoriales, o providencias autoritarias.  Las argumentaciones basadas en consideraciones como las que TH trae a colación a lo largo su artículo, para justificar por qué Hipólito, y no Luis, no tienen asidero en el campo de la política en estos tiempos, que son otros.  Además, no se puede llevar como candidato, a alguien con casa de paredes y techo de cristal, que él mismo se encarga de apedrear.

Después de leer este artículo de Juan TH, me parece, que él nunca se benefició, del desarrollo cognitivo y de las habilidades que generan la práctica del ajedrez. Este juego ciencia, desarrolla el intelecto, y nos habilita con la capacidad, para armar tácticas y estrategias, que nos permitan ganar las más difíciles batallas.

El apoyo “fundamentalista”  que Juan TH le brinda al compañero Hipólito, revela  deficiencias cognitivas, que de no haberlas tenido, hubiese desarrollado la intuición  y el sexto sentido, lo que le hubiese permitido intuir, que el tiempo presidencial del compañero Hipólito ya pasó, y que ahora, para el bien de la patria y de todos, es el tiempo de Luis Abinader.

Se dice, que la sabiduría del rey está, en la variedad de sabios consejeros.  El compañero Hipólito Mejía, desde hace mucho tiempo y hasta ahora, ha venido dando pasos errados, aconsejado por malos consejeros, que por lo visto, poco saben de la alta política, y que por demás, no tienen un proyecto de nación para su pueblo, sino, un proyecto personal.

Juan TH, en su artículo vaticina, que de Luis no apoyar a Hipólito, se va a quedar sin pito y sin flauta. Nosotros creemos, que es todo lo contrario, que si Hipólito no apoya a Luis, es Hipólito, quien se va a quedar no solo sin pito y sin flauta, sino también, como perico en la estaca; al despreciar un liderazgo, que lo llenaría de gloria y reivindicaría de sus errores pasados.

El mismo Juan TH ha sentado en sus artículos, que la ambición rompe el saco.  Ante los hechos, nos preguntamos, ¿quién es el ambicioso, Hipólito o Luis?

Al pueblo dejo la palabra, y al porvenir, quien tendrá la razón.

 

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