José María Heredia en la imaginaria de Balaguer

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago de los Caballeros.

 

 

Se entra con la suavidad del sol y el verbo es penetrar con sus rayos luminosos la hermosura de la poética de José María Heredia en la obra: «Heredia, verbo de la libertad« de Joaquín Balaguer, miramos al insigne poeta cubano en su dimensión más gloriosa y mágica.  Pero algo me pasa y he de colocar como preámbulo entre Heredia y Balaguer la figura de Steve Jobs. La justificación se podrá leer al final de este trabajo.

 

En esta magnífica creación literaria de Joaquín Balaguer el autor navega con su estilismo y su talento en su nao  en «cien mares« con la fascinante maestría literaria por ejemplo de  un Luis de Góngora en el poema Soledades de José Antonio Machado, con «las sienes plateadas«

 

En el caso de Balaguer en Heredia, el eminente escritor dominicano se observa así mismo expuesto con amor entrañable a su patria y al mismo tiempo vislumbra a la «mala gente que va apestando la tierra«.

 

Balaguer descubre en la obra de Heredia su propia sensibilidad, como aquel episodio de la salamandra que le hizo recordar los espacios sensibles que habitan en este soberbio escritor antillano que alcanzó brillo universal, capacidad o cosmos místico que permaneció arraigado en la profundidad prodigiosa de su refulgente imaginación.

 

Me atrevería decir, con la benevolencia de mis lectores, que la obra «Heredia, verbo de la libertad«, es un alegre reflejo de un encuentro escritural de Joaquín Balaguer con el inmenso poeta cubano, José María Heredia, muy similar a aquel «Homenaje a Góngora«  que brotó como un torrente épico de la pluma hermosísima y grande de Miguel Valdivieso. Veamos algunas estrofas que revelan en versos la grandeza del  poeta madrileño:

 

«Galatea se oculta desdeñosa de las solicitudes del gigante, un monstruo musical sin consonante, que canta en verso y se enamora en prosa. Vive otro amor su sangre rumorosa de colmena asaltada, en el instante en que la miel era un festín flagrante y el deseo una abeja avariciosa. Suena un trueno en el aire malherido, apagando el acorde de un gemido por uno y otro pecho respirado. Que Polifemo, desde su alta roca, celos fulmina en piedra. Y desemboca la fábula en un rio enamorado. «

 

Creo firmemente que la copiosa obra poética y literaria de Joaquín Balaguer no ha sido leída, como ha debido suponerse, por los dominicanos. Considero, por tanto, que ha sido una falta imperdonable de todos los ministerios de cultura esta lamentable falta de difusión que ha debido hacerse con entusiasmo y con sinceridad por lo que ella encierra en materia de pedagogía.

 

No obstante,  a través de «Heredia, verbo de la libertad« los dominicanos tienen a su alcance un material maravilloso que pone de relieve el ideal de libertad del Balaguer intelectual.

 

Si Heredia tuvo su Emilia, Balaguer tuvo a Lucia a la que quiso entrañablemente desde el «suelo fatal« de su posterior exilio. Conviene, pues, traer a este trabajo en el momento estelar del nacimiento del eximio poeta santiagués a Emilia para que en sus versos amigos pensemos en una ilusión crucial que lo hubiera llevado a reflexionar cuando leyó esta hermosa obra literaria.

 

«Desde el suelo fatal de su destierro tu triste amigo, Emilia deliciosa, te dirige su voz; su voz que un día en los campos de Cuba florecientes virtud, amor y plácida esperanza cantó felices, de tu bello labio mereciendo sonrisa aprobadora, que satisfizo su ambición.

 

Ahora sólo gemir podrá la triste ausencia de todo lo que amó, y enfurecido tronar contra los viles y tiranos que ajan de nuestra patria desolada el seno virginal. Su torvo ceño mostróme el despotismo vengativo, y en torno de mi frente, acumulada rugió la tempestad.

 

Bajo tu techo la venganza burlé de los tiranos. Entonces tu amistad celeste, pura, mitigaba el horror a los insomnios de tu amigo proscripto y sus dolores. Me era dulce admirar tus formas bellas y atender a tu acento regalado, cual lo es al miserable encarcelado el aspecto del cielo y las estrellas.

 

Horas indefinibles, inmortales, de angustia tuya y de peligro mío, ¡Cómo volaron! Extranjera nave arrebatóme por el mar sañudo, cuyas oscuras turbulentas olas me apartan ya de playas españolas. «

 

En lo que es otra visión del Balaguer desgajado de lo material, el ilustre escritor dominicano al igual que José María Heredia, no acarició lo que hoy tanta preocupación provoca la acumulación de la vanidad de riqueza material.

 

En la neurosis de algunos de los hombres de la postmodernidad no está, según lo que se percibe, atender la riqueza de la ilustración ni hermosear su cerebro con la fortuna de la literatura. El filósofo griego Epicuro de Samos, escribiendo sobre la riqueza, aconsejó: « ¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia«.

 

Heredia, escribió en versos el significado de la Vanidad de la riqueza y nos dejó una impronta que nos sirva de ejemplo a los intelectuales que hemos consagrado a la veneración de todo  lo que exhale a cultura, dejando a un lado lo terrenal.

 

«Si la pálida muerte se aplacara con que yo mis riquezas le ofreciera, si el oro y plata para si quisiera, y a mí la dulce vida me dejara; ¡Con cuánto ardor entonces me afanara por adquirir el oro, y si viniera a terminar mis días la Parca fiera, cuán ufano mi vida rescatara!

 

Pero ¡ah! No se libertan de su saña el hombre sabio, el rico ni el valiente: En todos ejercita su guadaña. Quien se afana en ser rico no es prudente: Si es que debe morir nadie se engaña, ¿Para qué trabajar inútilmente?«

 

A Balaguer debemos estudiarlo y apreciarlo midiendo con conciencia soberana su enorme lirismo y la magnificencia de su razonamiento filosófico el cual ha quedado plasmado en su grandiosa obra escritural. Como escritor estadounidense me confieso simpatizante entusiasta de su obra literaria y de su refinada y primorosa inteligencia.

 

Para ser justo con Joaquín Balaguer el intelectual, como pretendo hacerlo en este trabajo,  habría que situar su luminosa y polémica figura de la relación político partidaria en una sociedad que ha sido trujillista sin Trujillo  y ubicarlo dentro de un contexto glorioso de las letras antillanas y cósmicas.

 

Antes de arribar al epilogo propuesto al inicio de este articulo, debo anteponer que Balaguer tuvo la hermosa virtud de administrar sus ambiciones de acumulación de riqueza, a diferencia de la experiencia de hoy, circunstancia que al parecer no pudo lograr el empresario estadounidense Steve Jobs y al final de su vida dejó escrito su lamento. Veamos:

“Alcancé el pináculo del éxito en el mundo de los negocios. A los ojos de los demás, mi vida es el epítome del éxito. Sin embargo, además del trabajo, tengo pocas alegrías. Al final, la riqueza es el único hecho de la vida que conozco.

En este momento, recostado en una cama de enfermo y repasando mi vida entera, me doy cuenta que la riqueza y el reconocimiento del que tanto me enorgullecí, palidecen y carecen de significado de cara a la muerte inminente. En la oscuridad, veo las luces verdes de las máquinas que me mantienen con vida y siento el aliento de la muerte respirar cada vez más cerca de mí…

Ahora sé que, una vez que logramos acumular riqueza, debemos perseguir otras cosas no relacionadas…Tal vez relaciones, tal vez arte, tal vez los sueños abandonados de la juventud. Perseguir la abundancia sin descanso solo te convertirá en un ser retorcido, como yo.Mi riqueza ya no me la puedo llevar, solo me llevo las memorias que me dio el amor. Es la verdadera riqueza que te acompañará y te dará la fuerza y la luz para seguir adelante. Y recuerden, nadie necesita una Stylus. Lo material que se pierde, se puede recuperar, pero hay algo que nunca se puede recuperar cuando se pierde… la vida. En cualquier etapa de la vida que te encuentres, recuerda que llegará el momento de enfrentar la hora en que se cierran las persianas. Atesora el amor de tu familia y amigos. Trátate bien. Aprecia a los demás”.

jpm

 

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