“Joaquín Balaguer 1986-1996. Cronología”

Cuando me encontraba terminando la obra “Cronología Histórica
1986-1996”, que tiene como marco de presentación este nuevo aniversario del nacimiento del doctor Joaquín Balaguer, acontecimiento que nos reúne cada año a quienes aún mantenemos satisfacción y orgullo de haber estado en alguna medida vinculados a este hombre de excepción, encontré una reflexión suya que perfila su visión filosófica acerca de los actos de la vida sometida a los vaivenes del destino y que él llamó “fatalidad histórica”, que a veces se presenta en forma de drama, como lo fue su largo trayecto por la política.

En esta conmemoración del 109 aniversario del nacimiento de este notable hombre público: abogado, catedrático, escritor, orador, diplomático y estadista consagrado al servicio de su país, sin ningún otro propósito de vida, hemos considerado como lugar y momento propicio, este marco que nos ofrece Universidad Católica de Santo Domingo para hacer nuestra particular interpretación de las responsabilidades históricas siempre en un entorno propiciado por esa “fatalidad histórica” o adversidades que rigieron el quehacer del doctor Joaquín Balaguer en sus responsabilidades de hombre de Estado.

No es simple retórica de ocasión que me lleva a remover la memoria de muchos de quienes nos encontramos aquí, sino, algo más importante: Exponer a las generaciones más jóvenes, que por desconocimiento del tiempo pasado puedan haber sido contaminada por el sesgo y el prejuicio que tanto ha prevalecido en la mayor parte de aquellos que en las últimas décadas se han dedicado a enjuiciar la vida y accionar político del doctor Joaquín Balaguer dentro de un estrecho marco sectario o ideológico negándole el lugar importante que se merece en la historia nacional.

RECUENTO
En este recuento histórico, que nos hemos propuesto, comencemos por la primera vez que asumió la magistratura del Estado en agosto de l960, debido al huracán de presiones, tanto internas como externas que desatan sobre el país las acciones del régimen trujillista. Ese escalamiento constitucional puede ser visto con desdén por ser un ejercicio presidencial simbólico encadenado al férreo dictador.

Empero, la presencia apacible y serena de este hombre de Estado significaba un hálito de esperanza que podría atenuar las intemperancias del despotismo que en aquel momento de trágicas circunstancias vivía la República Dominicana.

Nueve meses tarde, cuando Trujillo muere en una emboscada y es el
presidente Joaquín Balaguer quien se ve atrapado en el vórtice del gran drama que se desarrolla en el país ante la inesperada desaparición del hombre que mantuvo asfixiada la sociedad dominicana, que de inmediato recibió esa gran bocanada de aires de libertad y levantó sus bríos, por tanto tiempo subyugados.
Como era de esperarse, en el país se desató una dinámica exigente y
febril una vez desaparecido el miedo y el silencio y fue aquel
presidente, firme y sereno, quien soportó la turbulencia desatada y pudo contener las islas de pasión y las impaciencias a veces imprudentes que surgían, y así evitar la posibilidad de que se desatara una contienda civil sangrienta.

 

Porque, no hay que olvidar a unas fuerzas armadas, ante el vacío de liderazgo en que cayeron al desaparecer la figura que encarnaba de manera monolítica su representación, la dirección castrense, bajo la percepción de ser tomada como chivo expiatorio buscó sustento vinculándose al liderazgo político que emergía en aquel momento de tanta gravedad para la convivencia pacífica entre los dominicanos.

Eso lo pudo contener el presidente Balaguer en aquel momento de graves tensiones. Aunque pocos años después, la revuelta fratricida sería inevitable como resultado de las contradicciones pendientes del pasado reciente, torpemente manejadas y atizadas por el derrocamiento del gobierno surgido de las urnas para encauzar la vida nacional por la vía democrática que tanto anhelaban los dominicanos.

Como resultado de esa revuelta cívica- militar, sofocada por la
intervención de fuerzas militares de los Estados Unidos, vuelve a surgir la experimentada figura del doctor Joaquín Balaguer. En julio de 1966 asume al poder e inicia un período gubernativo que se mantendría hasta el 1978, por tres períodos consecutivos, sustentado por el Partido Reformista, el cual éste había organizado durante su exilio de cuatro años.

 

Es este otro momento en que prevalecía la fragilidad de la
convivencia social, todavía conturbada por la recién pasada lucha armada y el golpe moral de una intervención extranjera, así como una economía semiparalizada. Ese cuadro tan poco alentador es el que debe enfrentar el doctor Joaquín Balaguer cuando asume sus responsabilidades gubernativas actuando en esa nueva aprueba en que lo puso la “fatalidad histórica”.
La precariedad de la condición social, militar y económica de aquel
momento exigía del mandatario respuestas que restablecieran la confianza y la estabilidad a todo un país que acaba de pasar por una experiencia trágica, cuyas consecuencias habían agravado su cohesión y unidad social, que ya venían resentidas desde la muerte de Trujillo y vuelve a superar sus circunstancias para salir fortalecida sus dotes de estadista con la reunificación de la sociedad dominicana y sus energía productoras comienzan un acelerado procesos de desarrollo, que en poco tiempo comienza a verse con el crecimiento económico y una notable expansión de una vibrante clase media.

Para aquel momento, por un lado, las juventudes, deslumbradas por la Revolución Cubana y los simpatizantes del comunismo, hacían causa con sus predilecciones políticas mientras que, por el otro, las fuerzas armadas de Latino América se alineaban con la política norteamericana, como ocurrió en la mayoría de estos pueblos a lo cual la República Dominicana no podía mantenerse al margen por la nueva dinámica que inicia el país a partir de la muerte de Trujillo y donde también surge una violencia enfocada en trastocar con el régimen constituido, cuya sustentación es la principal responsabilidad de todo gobernante, en cualquier tiempo y lugar.

Hemos escogido esta visión de las circunstancias adversas que tuvo que enfrentar y vencer para realizar sus ejecutorias exitosas, el doctor Joaquín Balaguer, porque entendemos que es tiempo para poder ver esos momentos estelares de gobernante en retrospectiva como marco de reflexión histórica, para la presentación de la cronología de su ejercicio gubernativo durante la década comprendida entre el año 1986-1996, obra que, como señalamos al comienzo de esta presentación, junto a la Cronología de los 12 años (1966-1978) que publicamos hace ya algún tiempo, cierra el ciclo gubernativo de 22 años que cumplió el doctor Joaquín Balaguer por medio de elecciones populares.

 

DOS VOLUMENES
En los dos volúmenes que suman más de mil páginas que comprende esta recopilación, de 1986 al l996 aunque habían desaparecido las graves condiciones sociales y políticas domésticas, así como la situación internacional que influyó en el pasado reciente a las graves
confrontaciones conocidas, no por eso el quehacer gubernamental del doctor Joaquín Balaguer deja de enfrentar los embates de frecuentes exigencias de una oposición política tenaz, así como frecuentes hechos de intranquilidad social y dificultades económicas a las cuales también supo sobreponerse y dejar una vez más su huella constructiva y desarrollista.

A pesar de sus conocidas y serias condiciones de salud, su capacidad de trabajo no mermaba ni sus propósitos dirigidos nada más que al bien común decaen. En estos diez años, como en los doce anteriores, se destaca un sólido crecimiento económico y una gran inversión en
infraestructura con fondos propios. En esta cronología se encuentra una lista enorme de proyectos de envergadura ejecutados que sería imposible de enumerar todos, además de lo inadecuado para esta presentación.
También es de notar que aunque la reducción de fondos era muy reducida, sin embargo, el endeudamiento externo fue mínimo y siempre directamente para financiar obras de infraestructura importantes. Su conocida prudencia y celo en el uso de los fondos públicos seguía siendo su mayor virtud de gobernante, así como su repulsa al sectarismo partidista o en cualquiera de sus formas. La nómina pública se mantuvo dentro de parámetros razonables y como gobernante nacional, consciente de lo significaba el pluralismo social y político era inalterable en su rechazo al sectarismo político o de cualquier otra forma.

Como nota característica de esta obra y de las anteriores que hemos
producido en este género., importantizar y radiografiar la diversidad
del acontecer nacional referente al período histórico estudiado más allá del acontecer político –que desde luego habrá de merecer siempre la atención cuidadosa del historiador- ofrece, además ocurrencia de su cotidianidad; retazos de su diario acontecer o menudencias de su dinámica social; detalles de su intrahistoria diversa y plural que no sólo dan colorido a este texto, sino que contribuyen al estudio y la comprensión del pueblo llano en el discurrir de la década 1986-1996.

Al dar término a esta presentación, queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento y muestras del mayor halago a la Fundación Joaquín Balaguer, en la representación de su presidente, el señor Rafael Bello Andino, por habernos encargado de la recopilación de la obra señalada, que servirá, por su naturaleza, de útil herramienta auxiliar para el estudio de este período de nuestra historia.

 

(Palabras de Fernando Infante en el acto de presentación de su libro

“Joaquín Balaguer 1986-1996. Cronología”)

jpm

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