Jesus, el único “Santo”

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EL AUTOR es Consultor Legal y de Negocios. Reside en El Salvador.

 

 

En el contexto de la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, de origen salvadoreño y hombre emblemático en el tiempo de la guerra que vivió El Salvador entre los años 1979-1992. Su participación fue corta en el conflicto armado, pero muy eficaz dado que estuvo siempre al lado del pobre y del campesino, motivo por el cual es considerado santo únicamente para una de las expresiones del cristianismo o sea los católicos.

No así para otras expresión del cristianismo como los protestantes o evangélicos, pero más allá de la diferencias que pueden haber entre católicos y protestantes, es importante analizar el evento de la beatificación a luz de las evidencias bíblicas, sin pasionismos ni fanatismos ya que ello solo nubla el buen juicio de las personas y causa conflictos que desembocan en la descalificación de las ideas a partir de la difamación y la ofensa que conlleva a la violencia.

 De modo que todo cristiano, “escribí todo cristiano” hago la aclaración porque no faltara alguna persona que interprete que estoy hablando de religión, ya que cuando se nombra a Jesus o se habla de la biblia piensan que es religión, lo cual es ignorancia supina, ya que Jesus no es religión, al contrario Jesus critico el estatus quo de la religión judía, ya que sus prácticas eran injustas y elitistas, de tal forma que se había convertido en una religión corrupta.

Por esa razón Jesus, no estableció un parámetro religioso, sino muy al contrario invito a la humanidad a seguirlo y vivir sus enseñanzas, pero lo anterior jamás se puede interpretar como una religión.  Ahora bien los hombres por naturaleza si somos religiosos, por ejemplo la religión, establece reglas, mandamientos de hombres, penitencias, castigos entre otras cosas, pero sus dirigentes no viven las reglas ni las respetan, pero si pueden ser aplicados a otros menos a los que están en el poder religioso.

Por ello Jesus dijo a los discípulas;  “Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:3), Jesus sabía que los fariseos y escribas, habían establecido mandamientos de hombres, pero eran hipócritas porque no vivían lo que enseñaban pero si ponían carga a los demás que ni ellos podían llevar. 

Por ello más adelante Jesus los confronta y les dice; “¡¡ Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23:27) de manera que no hay duda que la religión ata y confunde a las personas, pero cuando se conoce la verdad que es Jesucristo, esa verdad hace libre al ser humano.

En consecuencia, la biblia enseña que no debemos de poner nuestra confianza en los hombres ni en la religión: “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová” (Jeremías 17:5), este texto bíblico es increíblemente actual, cuantos pastores y sacerdotes le han fallado a su comunidad y a su iglesia, siendo mal ejemplo, prevaliéndose de su función, han violado, sustraído las ofrendas, fornicado y adulterado. Pero algo es cierto Jesus nunca le ha fallado a nadie. 

El Apóstol Pablo aclara la condicen del hombre,  en la carta a los Romanos “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,  siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:23-24). En ese sentido la justificación, santificación y redención de un cristiano, no la producen sus obras, sino la sangre poderosa de Cristo Jesús que fue derramada en la cruz del calvario.

En ese orden de ideas nadie se salva por sus obras, sino por gracia en Cristo Jesus, dicho de otra manera no se hacen obras para ser salvo, porque se es salvo en Jesucristo se hacen obras dignas de arrepentimiento. Bajo los argumentos bíblicos anteriores me referiré a la vida y obra de Monseñor Romero, el cual defino de la siguiente manera; hombre piadoso y protector de los desprotegidos.

Pero fue solamente eso,   y no por ser piadosa se le pueden atribuir milagros, ya que una vez más la biblia enseña que el único autor de milagros es Dios, en ocasiones ejecuta milagros directamente y en otras ocasiones usa a los hombres como instrumento de ello. Por ejemplo Maria la madre de Jesus, fue una mujer extraordinaria, bendita entre todas las mujeres y elegida por Dios, para llevar en su vientre al que sería el Salvador del Mundo.

De modo que ningún cristiano verdadero habla mal de Maria, ya que su elección fue crucial en la soteriología cristiana. Pero no por ser elegida tiene el poder de hacer milagros por sí misma, de hecho cuando Maria estaba en vida, aclaro estaba en vida y no muerta, y se le informo que se había acabado el vino en las bodas de Canaán.

Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere” (Juan 2.1-5).

Este texto nos relata que no hay posibilidades que Maria pudiera hacer un milagro, pero Jesus si les regaló un milagro, hizo vino nuevo. Otro caso es cuando Jesus les relata la historia de un hombre rico y un pobre llamado Lázaro, el rico se olvidó de ayudar a los necesitados, viviendo una vida desenfrenada en los placeres, pero cuando este hombre rico murió, su alma se encontró en el Hades (lugar de tormento donde la llama no se apaga).

Estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.  Entonces él rico, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.

Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima (hoyo profundo) está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.

Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. (Lucas 16:19-29).

Del texto bíblico se infiere que ni vivo ni muerto una persona puede hacer milagros, Abraham, siendo el patriarca y padre de la fe, no pudo hacer el milagro de sacar del infierno al rico, ello nos indica que los hombres nos vemos siempre limitados a los propósitos y voluntad de Dios.

En otra ocasión Pedro y Juan oraron por un enfermo y este sano, entonces el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel.

Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. (Hechos 4:6-10).

Este pasaje bíblico nos ilumina que ningún hombre por su propia potestad puede hacer milagros. Pedro quien fuera uno de los patriarcas de la iglesia primitiva, humildemente dice Jesucristo es el autor del milagro, aclaro todo esto lo hicieron los apóstoles en vida y nunca hubo un despropósito de los apóstoles de querer atribuirse milagros particulares.

Pablo y Bernabé en una ocasión sanaron a un paralitico.  Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios.

Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. (Hechos 14:11-15)

En suma Pablo no permitió ser adorado, por un milagro que el ejecuto en el nombre de Jesus, por tanto la biblia nos manda a que pongamos nuestra confianza en Jesus y no en los hombres, de tal forma que ninguna persona que se llame seguidor de Jesus, puede apoyar que a un hombre llámese Monseñor Romero o cualquier pastor evangélico se le dé honra como a Dios solo porque se le atribuyen milagros estando muerto.

Amados hermanos y amigos no nos confundamos la biblia enseña que; “Los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido” (Eclesiastés 9:5).  En consecuencia lamento decir que ningún santo, ya sea que esté vivo o muerto, pastor o sacerdote “no pueden hacer milagros” porque el único autor de milagros es Dios, ni tampoco se llega al Padre por los santos, sino únicamente por nuestro glorioso Señor Jesucristo.

De modo que todos los que han muerto antes y después de la venida de Jesucristo en carne, están esperando la resurrección de los muertos ya que su memoria ha sido puesta en olvido.

Por tal razón toda forma de adoración, ya sea el dinero, la juventud, las adicciones, la fornicación, el adulterio, o imágenes hechas por manos de hombre con el fin de venerarlas son idolatría. “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” (Éxodo 20:5)

“Con mucho respeto y por favor no comente si no ha leído a conciencia toda la biblia por lo menos una vez”

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