Inutilidad Cósmica
Si somos hijos del polvo de gases de las estrellas, si Dios se encuentra detrás del polvo cósmico como creador de todas las cosas, ni lo uno ni lo otro nos salva de la incertidumbre, la confusión y el olvido. Si volvemos al principio como se le ocurre al salmón que muere en su lecho de nacimiento después de la aventura del regreso del océano o como sentenció Nietzsche, en cuanto al eterno retorno, la vida no tendría significado y si lo tuviera, estuviera regida por el absurdo. Habría que considerar al pasado como un baúl macabro de reproducciones infinitas. No cumpliría el axioma su función en el aspecto creativo, crear significa iluminar el lado oscuro de la inercia y el estatismo, imprimir movimiento, darle vida a la inapariencia, facilitarle sus contornos, jamás a la repetición. Cuando se repite no se crea, se copia inútilmente o se divierte como divierte el payaso a la concurrencia. Si detrás del universo ultra microscópico de donde venimos, existe un telón de bambalinas ocultas, no nos asiste otra alternativa que declararnos incompetentes. Por qué cuando la naturaleza desata su fuerza demoníaca no se disculpa. A veces Dios resulta demasiado misericordioso, otras demasiado distante. ¿O es que Dios también es una víctima? ¿Puede una víctima crear un universo fantasmagórico del cual todos discurren y pocos comprenden, qué nos demostró Niezsche con su eterno retorno, el salmón o el propio sentimiento de desarraigo del exiliado por el lugar donde nació ? Que somos una repetición de nosostros mismos. El asunto trasciende a la mente de los que no lo comprenden y en las inteligencias más inquietantes: las religiones politeistas, los que más observaron al cosmos desde una percepción sensorial y humana. Mientras más progresamos, más deliberadas emergen y se enmascaran las preguntas, más confusión se desata en el mullido lecho de la duda, de donde la vida tal vez se originó como un acertijo eterno donde lo que es parece ser el sólo resultado de su engañosa apariencia, y de lo que es, sólo parece su espejismo que contempla nuestra torpe visión. La inutilidad cósmica proviene de lo que llamamos eternidad, un globo inflable de preguntas y respuestas donde lo único que prevalece es la incertidumbre, la confusión y el olvido. El universo se dilata de un modo tan sensacional, que cuando se contrae crea vida. De lo que se podría dilucidar que el atraso significa progreso y viceversa y que en nuestro inútil esfuerzo por comprender lo incomprensible, todos somos víctimas de un plan descomunalmente arbitrario y genial donde el enigma y la duda son los únicos valores permanentes.