Interrogantes sobre la educación virtual
Para que no se pierda el año escolar 2020-21 en la RD, como en muchos otros países, será ineludible sustituir la educación presencial tradicional por el sistema de la educación virtual para los niveles preuniversitarios y universitarios, en los sectores públicos y privados.
Esta decisión es consecuencia directa de las crisis, sin precedentes en la historia de la humanidad, que está generando la pandemia del coronavirus (COVID-19) en la salud, la economía, la educación y otros importantes componentes de la cotidianidad de la población.
Crisis que, a la fecha, no se han podido cuantificar los enormes daños económicos, sociales, psicológicos y culturales que han causado ni prever el tiempo que será menester esperar para controlar la propagación y perjudiciales efectos del COVID-19.
Para asumir la generalización de la educación virtual o a distancia, el gobierno invertirá miles de millones de pesos, principalmente, en la adquisición de equipos tecnológicos para profesores y estudiantes, instalación de programas y contenidos educativos, en la edición de textos digitales, en la universalización del internet y en la capacitación adecuada del personal docente.
A esa multimillonaria inversión por parte del Estado, hay que visualizar las complementarias inversiones económicas, en esfuerzos, tiempo y stress que esta nueva situación producirá en los diversos estratos sociales de la familia y en las diferentes comunidades de la geográfica RD.
Parece que, con la decisión tomada no hay marcha atrás. Que debemos seguir pa’lante con la implementación de la educación virtual, porque la pérdida del año escolar tendría peores consecuencias para toda la sociedad, a corto y mediano plazo.
No obstante, consideramos prudente reflexionar para encontrar respuestas oportunas y pertinentes a las siguientes interrogantes:
¿Podrá el gobierno y las universidades (principalmente, la UASD) adquirir, a tiempo, el indispensable conjunto de equipos y programas tecnológicos para la eficaz implementación de la educación virtual?
¿Funcionará la capacitación técnica y habilitación pedagógica del personal docente para asumir el reto de iniciar el año escolar, el próximo 2 de noviembre?
¿Las empresas telefónicas serán capaces de crear las condiciones necesarias para que sus servicios y la conectividad lleguen, en formas adecuadas, a los pueblos y barrios marginados donde la población vive en condiciones vulnerables?
¿Qué pasará cuando, en determinada cantidad de hogares, se dañen las computadoras y latops mientras se desarrolla la docencia virtual?
¿En qué forma los niños, niñas y adolescentes recibirían la educación a distancia y no-interactiva que se pretende realizar a través de la radio y la televisión?
¿Se han previsto las formas para abordar los múltiples problemas que se presentarán con los famosos y frecuentes apagones?
¿Con cuáles métodos se impartirá la enseñanza virtual para los niños y niñas de la primera infancia (hasta los 5 años) y de aquellos que cursarán hasta el quinto curso de la primaria?
Aun cuando los niños y niñas de esta generación (siglo XXI) son nativos digitales, ¿tendrán la suficiente disciplina y dedicación para sentarse durante más de dos horas consecutivas a recibir docencia virtual?
¿Cómo se realizará la educación virtual para niños y niñas especiales o con discapacidades, en particular los no videntes y sordomudos?
¿Cómo se resolvería el problema del uso de equipos y horarios en aquellos hogares con dos o más niños, niñas y adolescentes cursando estudios en niveles diferentes?
¿Cómo se solucionarían los inconvenientes que se crearán en las familias cuando ambos padres laboran fuera del hogar en los mismos horarios que se desarrollaría la docencia virtual?
¿Cómo se afectaría la socialización integral de los niños, niñas y adolescentes al recluirse a las habitaciones de sus hogares con la sola compañía de una computadora o latop?
¿Aumentará o se reducirá la brecha social y digital entre los diferentes estratos sociales de nuestro país con la implementación de la educación virtual?
¿Se hizo una objetiva y ponderada evaluación para posponer el inicio del año escolar preuniversitario en enero del 2021?
Existen otras preocupaciones e interrogantes con relación a la implementación de la educación virtual en este año que, lamentablemente, el COVID-19 ha impuesto.
No obstante las anteriores interrogantes, el entusiasmo que proyectan las autoridades del sistema educativo nacional, de las universidades, de los colegios privados y la “disposición” de las comunidades educativas, principales actores del proceso enseñanza-aprendizaje, para arrancar con la educación virtual este año, nos contagian de optimismo para asumir la consecución de esa meta e ir “arreglando las cargas en el camino”. ¡Es nuestra esperanza y determinación!
JPM