Hipólito ganará la convención del PRM

 

El líder no sede su espacio, es cuidadoso de su dominio, se vuelve como un animal en celo cuando ve sombra a su alrededor, cuando nota que tiene a la vista contrincante.

Lo que pasó hace meses en el PRD es fruto de eso, y las otras divisiones que sufrió el partido blanco también apuntaban ese escenario.

Hipólito botó del PRD a Hatuey y comparsa, por la misma razón.

Líderes primarios del PRD  se quedaron merodeando, goloseando ser candidatos presidenciales, como por ejemplo Milagros, Fello, Alburquerque, etc., y es que Hipólito  le tronchó el camino.

Hipólito desde la muerte del líder eterno del PRD, Peña Gómez, cogió la heredad del liderazgo de la organización, afianzando ese liderazgo al llegar a la presidencia de la República.

Pero, después  que Hipólito perdió la presidencia, y dejó  PRD muy resentido en popularidad, medio se ocultó.  Miguel Vargas asumió la reorganización  del partido blanco y adquirió un peso de dominio en el partido blanco solo comparable al ejercido por Peña Gómez.

Ese fue el gran error de Hipólito. Cuando vino a darse cuenta ya estaba muy erosionado internamente en el PRD. En esas condiciones el ex presidente eligió la confrontación y descalificación de su oponente, en un intento fallido de dominar nueva vez al partido.

Pero Miguel Vargas le salió duro, firme y con una determinación nunca vista en el PRD de no ceder ni a Hipólito, ni a los ortodoxos que se apertrecharon en la guerra por la organización.

El desenlace fue la ida de Hipólito y sus acólitos. Miguel Vargas les ganó todas las batallas.

El país se asombró al ver que una figura nueva, refulgente, que iba ganando espacio no solo en el PRD sino en la nación decidió seguir la aventura de separarse del partido banco y asumir la construcción de un nuevo partido, ahora llamado PRM, me refiero a Luis Abinader.

Dicen allegados a Luis Abinader que él siguió a Hipólito porque este le prometió apoyarlo para la candidatura presidencial en una corriente llamada Convergencia, que por cierto aun no arranca, pero  los seguidores de Hipólito pusieron el primer obstáculo al negar el acuerdo iniciar de apoyar a Luis.

Hipólito se resistió al retiro, y más aún asumió el control del PRM, por ello incluso  Tony Peña Guaba, vocero y articulador de la candidatura de Luis tiene problema, al extremo de decidir dejar esa aventura y retornar a su PRD.

Los obstáculo no terminaron ahí, sino que Hipólito y Luis  llegaron a acurdo de hacer la elección del candidato presidencial por encuesta,  lo que también desoyeron los hipolitistas e impusieron lo de la convención, sin tener padrón, ni nada definido en ese  proyecto de partido.

Hipólito Mejía como un verdadero animal político decidió mantener su liderazgo y descartar la posibilidad de un retiro de la escena política nacional.

Luis Abinader ha quedado atrapado en ese escenario, efímera gloria desvanecida tendrá en la política dominicana.

Con honestidad que nadie discute que Hipólito Mejía es líder del  proyecto de partido PRM. Tiene el liderazgo no solo esa organización, sino de un gran sector de la población; entonces sus acólitos  no solo le reconocen ese liderazgo sino que le demanda que lo mantenga.

El propio Hipólito decidió cuál será su futuro, y  continuar participando activamente en la política nacional.

Luis Abinader no le gana a Hipólito ni a la buena ni a la mala, y si los hipolitistas tienen que arrebatar, arrebatarán, pero impondrán al ex presidente en la “victoria” interna del PRM.

Luis, al igual que los otros que han aspirado al lado de Hipólito se quedará oliendo donde guisan.

 Creo que Luis Abinader tendrá que saber jugar las cartas con Hipólito. Su espacio será reducido en el PRM. Hipólito tiene unos talibanes que esperan su retiro para ellos gravitar y autoproclamarse los herederos.

 Esos hipolitistas buscan fortalecer su  liderazgo, su imagen, para ser próximos candidatos presidenciales.

 Triste final de Luis Abinader, su “liderazgo e imagen presidencial” dependerá de la decisión que tome cuando sea “derrotado “en la “convención” por Hipólito Mejía.

 O exponerse a  una guerra sucia, constante y perseverante de desacredito de su imagen, para posicionar, favorecer la de los hipolitistas.

 

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