Henríquez Gratereaux frente a la sentencia 168

En mi temprana juventud, después de leer las novelas Over de Ramón Marrero Aristy y Cañas y Bueyes del doctor Francisco Eugenio Moscoso Puello, cuyas narraciones parten desde antes del 1936, nunca imaginé, que años después, ya graduado de Ingeniero Agrónomo y por motivo de mi trabajo en los campos, yo mismo constataría a partir de 1975, que aún existía esa situación de bárbara explotación en semiesclavitud relatada en esas novelas, aunque ya habían pasado unos cuarenta años del 1936. Ochenta años después, es decir en el actual 2014, esta situación en términos de miseria e injusticias, sigue siendo la misma, pero agravada por el cierre de muchos ingenios y por la macabra decisión del Tribunal Constitucional, vía la Sentencia 0168/13, que desnacionaliza unos 210 mil dominicanos, descendientes de aquellos seres humanos que desde 1929 a la fecha, han malgastado sus vidas miserablemente, en aquellos infernales bateyes. Aparte de esa injusta negación de un derecho adquirido en buena lid, los jóvenes descendientes de esos grupos sociales marginados y discriminados, no tienen trabajo, por el cierre de muchos ingenios, tal como ya se he referido. Y los ancianos, que fueron explotados inmisericordemente por los barones del azúcar, por el gobierno y por todo el que le ha dado la gana, lo mismo que sus ancestros, por lo menos durante cien años, ahora le salimos con que no son dominicanos, que tienen que irse para Haití, y hasta les negamos las pensiones y prestaciones, que por ley y justicia les corresponden. De esas miserias, abusos e injusticias de las más aberrantes, en artículos anteriores de mi autoría, he dado cuenta. Cit “Conozco esa historia al dedillo. Conocí muy de cerca la vida de los bateyes. Conozco de la vida de los haitianos y dominicanos en barracas…En mi mente tengo intactas las imágenes de las miserias y abusos que en los bateyes vi y viví, al punto, que si Marrero Aristy no hubiese escrito su novela Over, yo la hubiese escrito. En los ingenios vi las mismas miserias, abusos e injusticias, que se narran en las novelas aludidas, cometidas tanto con los braceros dominicanos como con los dominicos haitianos. Para ambos, los bajísimos salarios, engaño en el pesaje y en la compra en las bodegas con los vales. Por igual, era y es común la falta de higiene, cuidados de salud, vivienda y alimentación apropiados en los bateyes. Las extorsiones de toda índole e irrespeto a la vida y maltratos físicos y verbales, eran y son acciones comunes todos los días y a todo hora. En aquellos tiempos, por cualquier nimiedad un guardia mandaba a una prisión inmunda a quien antojadizamente quisiese, o mataba a cualquier infeliz bracero, sin mayores consecuencias, que las recibidas por matar a un perro. El terror, la opresión, la explotación a niveles de esclavos, como en la mejor época de la época de la colonia, eran consuetudinarios, todo en aras de las ganancias, que hacia rico a Trujillo y su familia y al grupo de colonos azucareros. De este contexto, el intelectual Federico Henríquez Gratereaux escribe un artículo titulado “negritud y diversidad”, cuyo primer párrafo comento a seguidas. “Estoy harto- dice él- de que se hable de la República Dominicana como de un país “discriminador” que abusa de “los pobres haitianos”. El diccionario de la Real Academia de la Lengua española, define discriminar com “Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.” De esta definición se deduce, que en la Republica Dominicana no solo se discrimina a los haitianos, sino a los mismos dominicanos, cuando son pobres, a los cuales el “representante de Dios sobre la tierra” cardenal López Rodríguez, los estigmatiza como chusmas. Pero también, en nuestro país no solo de abusa de los pobres haitianos, sino de todo el pueblo. Y la discriminación es tal, que hasta las mujeres y hombres serios se discriminan, puesto que actualmente, si usted es una persona honrada, automáticamente queda descalificado para ocupar un puesto público y hasta privado. “Se ha convertido en una moda- continua exponiendo el señor Gratereaux- decir que a los haitianos no los “aceptamos” y no los queremos en nuestro territorio, que no les damos documentos de identidad; y para colmo, los “desnacionalizamos”. Este juicio del intelectual Gratereaux, confrontado con los hechos del pasado y del presente, viene a ser una contradicción. ¿O es que la semi-esclavitud aludida, practicada comúnmente en los ingenios dominicanos, es un invento de mentes perversas para dañar tan solo la buena imagen de la República? ¿Acaso no son todos los braceros pobres y abusados, para que vos, entrecomillas, ponga en duda ese criterio? ¿No es verdad, que a esos dominicos-haitianos se les está negando desde hace mucho tiempo, los documentos de identidad? ¿Acaso no se está trabajando afanosamente para desnacionalizar a unos 210 mil dominicos-haitianos? ¿No es eso discriminación? Muchas de las miserias morales y económicas que estamos padeciendo y una emigración de más de dos millones de dominicanos, de debe en gran parte a esa discriminación, que además ha generado la mayoría de nuestros males sociales. “Los haitianos son el pueblo más racista de todas las Antillas- continua exponiendo Gratereaux. La negritud es la primera columna de su identidad, según el profesor León-Francois Hoffmann; los haitianos obtuvieron la libertad tras una guerra social que fue, al mismo tiempo, una guerra racial contra los blancos esclavistas franceses. En Haití la palabra “blanco” es sinónimo de “extranjero”. Este último criterio, es una tergiversación y una obviacion de las verdaderas razones históricas, que en su momento originaron este proceder de los negros contra los blancos. No soslayemos, que estos seres humanos, “animales para los blancos”, eran arrancados de sus tierras y familias, que nunca mas volvían a ver; que por orden de sus “amos blancos”, los capataces los azotaban y apaleaban hasta sangrar o morir; que eran privados de su libertad y de su condición humana, que unas veces eran castrados, rotos sus tobillos a golpes de mandaría, cortadas sus manos, o mutilados de otra parte cualquiera de sus cuerpos y sometidos a toda clase de torturas. Pero además, eran obligados a trabajar hambrientos, sedientos y mal vestidos hasta por 16 horas diarias a fuerza de látigo y palos en climas inclementes; que eran confinados a vivir en sucias y estrechas barracas; que sus mujeres e hijas eran violadas y segregadas y hasta se llegó a asesinarlos en masa, a ahorcarlos, a degollarlos, a destazarlos y quemarlos vivos por un quítame esta paja, e incluso, hasta por diversión o demostración de poder. En estas condiciones, la guerra racial de los negros contra los blancos es criticable, según se desprende del “sesudo” análisis de Gratereaux. En aquel escenario de esclavitud, ¿Qué supone Gratereaux que debían hacer los negros con esos blancos que los masacraban? Parece ser, que para este intelectual, los negros no debieron de hacer aquellas guerras contra sus esclavizadores, sino, que resignados a su suerte, debieron de aguantar “cristianamente” el yugo que le imponían los blancos, rezando y leyendo la Biblia que le trajeron esos, sus verdugos, y creer por secula seculorum en las Vírgenes blancas traídas también por esos “cristianos” europeos. “La negritud es la primera columna de su identidad (de la identidad haitiana), sustenta en su artículo el intelectual de marras. Ante esta afirmación, podríamos preguntarnos ¿y que quiere él, que cambien su identidad negra por otra, y que se inventen una alternativa, como los dominicanos con el indio? Finalmente, comento el hartazgo del señor Gratereaux, quien según sus declaraciones, está hartode que se hable de la República Dominicana como de un país “discriminador” que abusa de “los pobres haitianos”. Señor Gratereaux, ¿usted no está cansado de la indolencia, entreguismo y corrupción rampante con impunidad, que prevalece en el país? ¿Usted no está hastiado del descaro, prepotencia y burlas a nuestro pueblo, de aquellos, que robando los recursos del Estado se han hecho inmensamente ricos? ¿Usted no está hasta la coronilla de la forma malsana en que se usan los recursos del Estado? ¿Usted no está frustrado de vivir en un país del desorden, y del sálvese quien pueda y como pueda? ¿Usted no está fastidiado del nacionalismo trujillista del cardenal, de Vincho Castillo y de tantos otros? ¿Usted no está ahíto del mesianismo de Leonel? ¿Señor Gratereaux, no se siente usted asqueado, de un sistema judicial y de un Congreso podrido, donde nuestros “honorables jueces” y “honorables diputados y senadores” en vez de funcionarios leales a la patria, más bien obran como una asociación de malhechores? ¿Las canalladas de esa gente, no le produce algún malestar? ¿Las actuaciones del “honorable” Félix Bautista y de otros, no le descomponen las entrañas? Por este tenor, de seguir, podría escribir cientos de páginas, pero dada la naturaleza de este trabajo, paro aquí, dejando al lector imaginarse todo lo que escribiría en esos cientos de páginas por llenar, en los que daría cuenta, entre otras cosas, de todo lo “jarto” que estoy del patriotismo y nacionalismo de muchos que se proclaman patriotas, pero que nunca han escrito una cuartilla contra la Barrick Gold, ni sobre otros asuntos que sí ponen en grave riesgo la Soberanía Nacional. Señor Gratereaux, los 210 mil dominicos-haitianos que la Sentencia 0168/13 despoja de su nacionalidad, no son la amenaza real a nuestra dominicanidad. El verdadero peligro a nuestra consolidación como nación, proviene de la permanencia de una clase política constituida por malos dominicanos, curtidos en el robo al Patrimonio Nacional y de la existencia de una oligarquía egoísta y codiciosa que desde 1844, se ha adueñado de todas las riquezas de la nación y de todas sus Instituciones, al creer que el país, es sólo de ellos, que dicho sea de paso, son los que en confabulación con militares corruptos de servicio en la frontera, han llenado el país con haitianos ilegales, mediante el tráfico de ellos, para satisfacer las ansias de ganancias con mano de obra barata. Señor Gratereaux, finalmente me refiero, al proyecto de Ley de Naturalización sometido al Congreso para su aprobación por el Presidente Medina con el propósito de reconocer la Nacionalidad Dominicana, a los dominicos-haitianos que han sido despojados de la misma mediante una sentencia macabra. Si este proyecto viniera a ser violatorio a nuestra Carta Magna, tal como sustentan los Vinchos, el Cardenal y otros “nacionalistas”, cosa que podría ser posible, porque las constituciones están hechas por hombres, no por Dios que es el único justo; entonces, de resultar así, esa Constitución nuestra tendríamos que modificarla para corregir esa ignominia, por ser violatoria de los Derechos Humanos, cosa inaceptable en un país que aprecie lo sacro de esos derechos para con sus ciudadanos, y porque además, somos signatarios de los mismos con las Naciones Unidas, por lo cual, de hecho, tenemos que acatarlos y aplicarlos por obligatoriedad, con rango constitucional. Todo el análisis anterior, ha sido derivado de mi interpretación del artículo aludido del señor Gratereaux, por lo que dejo a él señalarme, si es que he malinterpretado sus juicios, y lógicamente, si es el caso, aclararnos el por qué. Posdata: El enlace de más abajo contiene el artículo en cuestión del señor Gratereaux

https://hoy.com.do/enfermeras-exigen-aumento-de-pension/#comentarios

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