Hemos atacado la sombra y no la realidad

 

En su artículo: Por un debate sobrio sobre los temas graves, el estimado amigo Rafael Acevedo,  tocó en la diana. En la médula de los asuntos que deberíamos tratar. El fondo mismo de las causas y sus posibles soluciones. No atacar la sombra, sino la realidad de las cosas, pero lamentablemente esa no ha sido la constante histórica.

Desde el inicio de la década del 60, la sociedad comenzó a ser inducida a desviar la atención sobre los problemas fundamentales. Sectores con influencias, nacionales y extranjeros,  en base a estrategias y   estratagemas, nos pusieron a discutir y pelear  por asuntos no medulares, a fin de ganar tiempo, acomodarse y crear   una sociedad adocenada e inconclusa.

Ese poder manipulador se aprovechó de la ingenuidad de unos y el protagonismo de otros,  dividiendo  y hasta enemistando,  por asuntos intrascendentes,  a quienes pudieron iniciar un verdadero proceso de cambio. Desviaron los objetivos por la lucha contra el  trujillismo como  sistema opresor, y hacia una sociedad plural con visión de conjunto, y  crearon el  escenario para la atomización con  luchas entre las diferentes  corrientes ideológicas, aunque muchos actores coincidían  en determinados objetivos a alcanzar.

Existen documentos firmados por  dirigentes juveniles de entonces, haciendo un llamado a las demás organizaciones, para que no se dejaran confundir, ya que la lucha era contra el sistema que nos oprimía, y advirtiendo que, de continuar desperdiciando esfuerzos combatiendo la sombra y no el objeto, este se afianzaría.  En uno de ellos,  criticado por algunos dirigentes, acusándolo de confuso y de desviación ideológica, señalábamos: “nuestro enemigo es el sistema opresor, el trujillismo,  el oscurantismo, las injusticias, el atraso social y mental, y la ausencia de visión de conjunto, no los catorcistas, cívicos,  perredeístas o izquierdistas”.

Pero en vez de aunar esfuerzos entre los diferentes sectores y formas de pensamiento para sacudirnos  el sistema opresor y  el atraso social y cultural,  nos condujeron a la división,  fragmentación  y  desconfianza. A perseguir exclusivamente algunos calieses, chivatos o soplones, mientras los grandes esbirros, muchos de los cuales se beneficiaron de la dictadura, se acomodaban  y mantenían sus canonjías.

La caída la dictadura provocó que  algunos trujillistas   se fueran, pero luego volvieron. Y con  otros   que se quedaron,  se acomodaron en las diversas tendencias. Y al poco tiempo, junto a supuestos demócratas y parte importante del poder tradicional, propiciaron el derrocamiento del primer gobierno constitucional, tronchando la democracia, ahondando las diferencias y contaminando la sociedad. Y esas influencias perduran. No han desaparecido. Están mentalmente vigentes en actitudes y  acciones. Una de las razones para que impere la mentalidad archipiélago y no la de continente.

Enfocar los grandes temas con visión de conjunto, sigue siendo un objetivo a alcanzar. Del Estado, universidades, religiosos, partidos, profesionales, sindicatos, ONG, individual.    Es un problema  de todos. Porque desde el renacer democrático fuimos  empujados hacia una sociedad   adocenada, en la que se resaltan algunos temas cuando  le conviene a determinados grupos políticos o económicos, pero dejando inconcluso lo fundamental.

Tabasa1@hotmail.com

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