Hay gente jugando a la política
A veces el fanatismo político no nos permite ver más allá de nuestras narices y por lo tanto no nos damos cuenta que el escenario está preparado para que la oposición juegue su papel y desde un gran desempeño proceda a desplazar a quienes están devorando la nación. Esta reflexión la hemos venido socializando con el público desde los diarios impresos, digitales y los espacios que nos brindan las redes sociales. Nos apena mucho que, hasta comunicadores sociales de recia formación, que llevan una hoja limpia en su trayectoria profesional, cuyo trabajo admiramos, seguimos y respetamos, fruto de su inclinación por corrientes de candidaturas, nos quieran freír y demoler, por la emisión de juicios que ”afectan a sus intereses ”. Pues bien, somos de los convencidos de que todos los caminos conducen esta vez a un triunfo de la oposición. Cuando hablamos de triunfo de los opositores, nos referimos al albergue de los adversarios del PLD en un potente y gran espacio, no importa el nombre que lleve y si ya existe uno, entonces no hay porque crear otro. Para nosotros, tanto Luis Abinader como Hipólito Mejía están condenados y compelidos a abrirse el uno al otro, pero siempre pensando en la creación de un espacio de coordinación que dé al traste con la construcción de un gigantesco movimiento que ha de derribar en primera vuelta a Leonel Fernández, a Danilo y a todo el se atraviese por delante, pero ello ha de lograrse cuando se abandone el friturerismo de mercado y los miembros de ambos dejen de dirimir sus asuntos internos en los medios masivos de comunicación. Quién nos puede demostrar lo contrario de que el ex fiscal, doctor Guillermo Moreno García, presidente del Partido Alianza País, está opuesto a participar de la creación de una coalición de agrupaciones políticas y organizaciones de sociedad civil para destronar al PLD del poder. Lo mismo podemos decir del licenciado Hatuey Decamps Jiménez, Eduardo Estrella, Max Puig, Antonio Marte, Juan Hubieres, Trajano Santana y otras personalidades e instituciones independientes. Pero ello se logrará cuando los anfitriones bajen la guardia, se cree un protocolo de unidad y el discurso se convierta en una verdadera alternativa de poder.