¿Habrá luz al final del túnel?

Ahora que el nombre del “Big Papi” está fuera de peligro, aunque no de las malas lenguas que, con motivos o sin ellos, esperaban un desenlace del tipo novelesco, aprovecho la ocasión para compartir algunas cosas que he pensado durante estas dos semanas de especulaciones y chismes.
Lo primero que quiero decir es que, me alegro de que haya podido salvar su vida. Me alegro por él mismo, por su familia y por todos los dominicanos que rezaron por su recuperación. Me alegro también por el país, pues nada bueno podíamos esperar si su caso hubiera resultado lo peor; y, aun así, es evidente que las pérdidas son enormes.
Tengo que confesar que en algún momento “crucé los dedos” y “toqué madera”, para que no existieran esas conexiones que las redes sociales presagiaban. Hoy, luego del informe preliminar de la “justicia” dominicana, auxiliada por el FBI y la DEA (aunque lo niegan) todo parece indicar que efectivamente, el Big Papi sólo “estuvo en el lugar equivocado, a la hora equivocada” y le agrego yo: “con la gente equivocada”
Pero, eso debe ser asunto del nuevo David Ortiz que, de seguro surgirá al despertar de la pesadilla que no soñó sino, que vive en persona. A David Ortiz, y solo a él, corresponde sacar las conclusiones de este incidente, tan peligroso como traumático, a fin de hacer los correctivos que considere necesarios, para beneficio propio y de su familia; y desde luego, para la tranquilidad del país entero.
Respetando la privacidad del Big Papi y su familia, prefiero dejar el asunto
en este punto. Pero, quiero llamar la atención sobre la manera de como nosotros, los dominicanos, nos comportamos cuando surge una tragedia inesperada, porque nadie imaginó que esto le pudiera suceder a un valor nuestro, a una gloria deportiva tan querida.
No hay que ser un experto para darse cuenta que, manos malsanas han manipulado las redes sociales -como de costumbre- y generado una serie de especulaciones que distorsionan la realidad de este desafortunado hecho, poniendo en peligro el prestigio de la “marca país” que es David.
Y lo mas triste es que, una buena parte de la ciudadanía, se ha dejado llevar de esta sarta de mentiras y medias verdades, alimentando las bajas pasiones de los dominicanos mas ignorantes, que hacen un mejunje entre el morbo, el culto al paladín del arrabal -algo tan propio de estos aciagos tiempos- y las inclinaciones partidarias del momento. Pero no se dan cuenta de que, con esas actitudes, sólo consiguen disminuir la categoría del gran héroe deportivo nuestro.
Ya las autoridades dieron una explicación de los hechos y pienso que la ciudadanía está dividida en dos bandos: creyentes y no creyentes. Dentro de los que no aceptan la versión oficial, hay unos que suponen que se busca “proteger” a David Ortiz. No explican de qué hay que protegerlo, pero lo pregonan.
Hay otros cuyas mentes cabalgan mas lejos y hasta lo conectan con una supuesta deuda que tiene un “mafioso” que, además, es un supuesto funcionario del gobierno dominicano. En fin, hay mil tres opiniones, tan especiales como la de la supuesta damisela a quien le regalaron un vehículo de $84,000.00 y cuyo “marido” -un “jodedor” de gran poder- se habría ofendido y ordenó la muerte del pelotero.
Pero tengo que aceptar que todas estas versiones, son tan raras como posibles. Porque vivimos una época de distorsión de los valores morales y familiares. Realmente, todo puede ser verdad cuando la sociedad marcha “manga por hombro”. Por suerte, la sensibilidad y el “don de gente” del muchacho, pesan mas que todos sus posibles errores.
El primer desatino nos llega por boca de una supuesta “doctora” que, en la sala de emergencia médica y olvidando su reglamento ético de preservar la privacidad del paciente, declara a la prensa que David le dijo: “no me deje morir, que yo soy una persona buena”. Como si ella tuviera el derecho a revelar el estado de ánimo de su paciente. Algo insólito y desafortunado.
Dos días después, el diligente “amigo” que lo transportó hasta la clínica, se despacha comentando sobre los “atributos masculinos” del Big Papi. Como si eso le interesara al consternado público. Casi “desbarata con los pies, lo que hizo con las manos”. De toda forma, le agradeceremos siempre su logro de salvarle la vida a David, pero muy bien pudo evitar el desatinado comentario.
Luego de estos dislates y no teniendo conocimiento pleno de los hechos, me quedo con la versión de las autoridades. No porque la crea 100% sino, porque para descartarla, tengo que estar absolutamente convencido de que conozco la realidad de lo sucedido. Y sucede que, nadie me ha dado una versión contraria que sea creible.
Ahora, de lo que sí estoy absolutamente seguro es de que, nuestros jóvenes deportistas, millonarios por su meritorio trabajo en un mercado tan bien pagado como es el deporte profesional, necesitan cultivarse en el nivel cultural y ciudadano. Como dijera don Julio Hazim: “tienen que aprender a comportarse como ricos”. Y yo le agrego: “y como nuevos ídolos populares”
No para aislarse en una burbuja y desconectarse de sus orígenes y de su medio ambiente sino, para mejorar las condiciones de vida de sus familias y de ellos mismos. Para ponerse en el nivel correspondiente a la mueva condición de “paradigma” que la sociedad justamente les otorga. Para superarse en todos los sentidos.
Quiera Dios que todo sea para bien de David, porque será también para el país y para todos nosotros.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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