Hablemos de colesterol
MADRID.- Afirmar que el consumo de grasa es perjudicial para la salud es una generalización un tanto errónea, a pesar de lo que dicte la creencia popular. De hecho, se recomienda consumir alrededor del 30% de la energía de la dieta en forma de grasa.
«Esta sustancia es uno de los componentes estructurales de las células de nuestro organismo, desde el sistema nervioso al hígado y al corazón. Además, es necesaria para su buen funcionamiento porque aparte de su función energética (un gramo de grasa aporta nueve kilocalorías) tiene otras muchas: da sabor a los platos y sensación de saciedad, es precursora de algunas hormonas y transporta vitaminas (A, D, E, K) y ácidos grasos esenciales (omega 3)», afirma María Garriga, nutricionista del Hospital Ramón y Cajal.
El problema aparece cuando esta grasa que consumimos es de mala calidad. Uno de cada dos adultos en España tiene el colesterol más alto de lo recomendado, un dato demoledor, pero muy real. Eso sí, sólo dos de cada 10 son conscientes de ello, según un estudio del Instituto Flora en colaboración con la Fundación Española del Corazón.
A pesar de que nuestro doctor (y algún que otro anuncio de televisión) nos recuerda que debemos cuidar nuestro corazón, no todo el mundo sabe cómo hacerlo y qué problemas de salud reales puede ocasionar si no lo controlamos. «Para que mis pacientes sean conscientes de la gravedad del asunto, les explico que las arterias envejecen con nosotros, pero si el colesterol está alto es como si éstas tuvieran muchos más años de los que tienen en realidad», explica Leopoldo Pérez de Isla, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Un riesgo para la salud
El proceso puede provocar diferentes efectos en nuestro cuerpo: que la grasa se deposite en las arterias y forme placas que las obstruyan, que rompa su superficie y entre en contacto con la sangre, y que las debilite y haga que éstas se dilaten. Sea cual sea el caso, los riesgos son diversos y preocupantes: angina de pecho, infarto cerebral o de miocardio, trombos, coágulos, ictus y aneurisma.
Las lipoproteínas de alta densidad, o HDL, también denominadas colesterol bueno, recogen la grasa de los tejidos y la llevan al hígado, donde es eliminada a través de la bilis. «Un nivel bajo de este tipo de colesterol aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular. Pero cuanto mayor sea el de lipoproteínas de baja densidad o LDL, que también se denominan colesterol malo, mayor será el problema», afirma Garriga.
Si al hecho de tener el colesterol por encima de lo normal, se le añaden otros factores de riesgo, las posibilidades de padecer una enfermedad cardiovascular, la principal causa de mortalidad en todo el mundo según la Organización Mundial de la Salud, se multiplican: El 62% de los españoles tiene sobrepeso, el 28% es fumador habitual, y el 20% tiene la tensión alta. El consumo de alcohol o padecer diabetes también influyen en la ecuación.
Pero para el doctor no todo es pura matemática. «No hay que reducirlo todo a los resultados de los análisis de sangre y a no superar los valores que estipulan los laboratorios. Hay que tener en cuenta el estilo de vida de cada uno para valorar que haya un riesgo real de padecer un problema cardiovascular», afirma el doctor Pérez.
Cómo controlarlo ?
La receta del doctor Pérez es clara: abandonar los malos hábitos, como fumar o beber, hacer ejercicio varios días por semana (principalmente ejercicio aeróbico, ya que aumenta el ritmo cardiaco) y tomar medicación a base de estatinas en caso de requerirla, siempre bajo supervisión médica.
Pero para los especialistas la alimentación es el pilar fundamental si se quiere lograr unos niveles óptimos: una dieta mediterránea a base de cereales integrales, fibra, fruta, verdura, frutos secos, pescados azules como el atún, salmón, sardinas y boquerones, y grasas monoinsaturadas como aceite de oliva, aguacate y aceitunas. Estos alimentos son ricos en esteroles y estanoles vegetales y ácidos grasos que contribuyen a la disminución de la absorción intestinal del colesterol e impide así que llegue a la sangre en exceso, permitiendo su expulsión.
Uno de los grandes mitos de la alimentación es que la grasa es mala. «Es un error. No se trata de reducirlas en nuestra dieta, porque las de origen vegetal como el aceite de oliva son muy buenas, se trata de evitar las grasas trans, hidrogenadas y saturadas así como limitar el consumo de carnes rojas», asegura el doctor.
Los embutidos, la bollería industrial, los quesos curados, la nata, los helados industriales, los precocinados, los aperitivos salados, la bollería industrial, las palomitas de microondas o las salsas como mayonesa y kétchup también son el enemigo número uno del colesterol. Algunos de los productos más perjudiciales son el aceite de palma y el de coco, que aunque son de origen vegetal tienen un alto contenido en grasas saturadas. «Es muy importante leer las etiquetas de composición cuando se hace la compra. Por ejemplo la Nocilla tiene aceite de palma y va directa a las arterias», asegura el doctor Pérez.
La forma de cocinar también influye en la salud de nuestras arterias: es preferible cocinar al horno, a la plancha, a la parrilla o al vapor que freír los alimentos.
El componente genético
Otra creencia sobre el colesterol es que éste sólo es causado a través de lo que se ingiere, pero se trata de una afirmación errónea, ya que también depende de lo que nuestro hígado produce y la rapidez con la que lo elimina, algo que viene determinado por nuestra herencia genética. «Al igual que unos somos más altos y otros más bajos, hay personas que tienen un gen que provoca que se tenga el colesterol alto. A esto se le llama hipercolesterolemia familiar, y hay 150.000 personas en España que lo padecen, aunque hay mucha gente que ni siquiera lo sabe. Se trata de un problema que muestra unos niveles considerables de colesterol malo en sangre desde el nacimiento, lo que provoca infartos en edades tempranas», afirma el doctor Leopoldo Pérez.
La edad también es un factor a tener en cuenta a la hora de preocuparnos por nuestro colesterol. En los hombres más jóvenes de 50 años tiende a ser más alto que en las mujeres con esa misma edad, pero después de los 50 ocurre justamente lo contrario, ya que los niveles de colesterol malo en las féminas tienden a subir con la llegada de la menopausia debido a la reducción de los estrógenos, lo que hace necesario cuidarse más.
jpm